Santoro presentaba a su multifacética mujer como “hija de un coronel de la KGB”. El hecho no forma parte de la vida privada porque el periodista se jactó en innumerables reuniones sociales de los vínculos de su pareja con el servicio secreto de la ex Unión Soviética.
Testigos de absoluta credibilidad –entre los que se cuenta una de las grandes figuras de las letras argentinas–, confiaron a este medio que en numerosos eventos sociales y profesionales Santoro presentaba a su actual mujer, la arquitecta, psicóloga y diseñadora de interiores Larissa Boiarkina, como hija de un coronel de la KGB. Lógicamente, las fuentes nunca pudieron confirmar la veracidad de los dichos del presunto yerno del coronel de la KGB, o si solamente se trataba de una vulgar fanfarronería para impresionar a sus interlocutores, pero es evidente que ese detalle no puede haber pasado desapercibido para los investigadores estadounidenses que aún tratan de desentrañar la extensión de la red de topos infiltrada en EE.UU. durante casi dos décadas.