miércoles, 1 de octubre de 2008

licastro y lo estratégico de la paz

Delegación Argentina
Junta Interamericana de Defensa
2405 I Street, NW
Washington, DC 20037


LA PAZ COMO RECURSO ESTRATÉGICO *


Señoras y señores:

Me es muy grato presentar la perspectiva argentina en la construcción de las medidas de confianza con Chile, en esta conferencia conjunta organizada tan cordialmente por la Junta Interamericana de Defensa -JID-. La finalidad propuesta es extraer conclusiones académicas y didácticas que puedan resultar interesantes en la dinámica de la realidad regional y continental de las Américas.

En nuestro concepto, el punto de inicio de este recorrido fructífero de valor político, diplomático y militar es el Acuerdo del Beagle de 1978, logrado con la generosa intervención de Juan Pablo II quien, como él mismo lo afirmara en un momento histórico crucial, prefirió arriesgar el prestigio internacional de la Santa Sede en una mediación difícil, que aceptar pasivamente una guerra entre países hermanos, de incalculables consecuencias proyectadas en el espacio y en el tiempo.

Esta presencia lúcida y carismática fue la que guió las conversaciones diplomáticas que culminaron en el Tratado de Paz y Amistad, firmado en Roma el 29 de noviembre de 1984, y que hoy ilumina las relaciones entre ambos estados en una época diferente y superadora.

Lo útil mira al porvenir

Una sabia reflexión de la filosofía clásica dice que “lo útil mira al porvenir” [Aristóteles], y es con ese espíritu que resulta adecuado tratar este Acuerdo, cuya dinámica basada en la pacificación y el consenso llevó directamente del conflicto a la confianza y de la confianza a la apertura en las relaciones exteriores de Argentina y Chile. Esta nueva concepción, expresada en la voluntad política de los estadistas y fundada en la amistad histórica de los pueblos, permitió en forma rápida y sucesiva solucionar totalmente los problemas limítrofes pendientes en una de las fronteras más largas del mundo, dominada por una gran cordillera y la presencia austral de los hielos continentales.

En sólo 30 años, el tiempo apenas de una generación, las medidas de confianza mutua se multiplicaron hasta culminar en la integración de la Fuerza de Paz Combinada “Cruz del Sur”, cuyas recientes ejercitaciones en la ciudad argentina de Comodoro Rivadavia [2008], verificaron su preparación y capacitación de excelencia para cumplir misiones de paz con mando unificado. Una transformación notable, a tono con el verdadero arte de la conducción política, que debe nutrirse siempre de iniciativa e innovación para adaptarse creativamente a las oportunidades de la evolución y abrir así nuevas perspectivas para todos.

Esta velocidad en la resolución de problemas que se habían eternizado en épocas pasadas y que, manejados con la arbitrariedad propia de las dictaduras, pusieron a ambos países al borde de una guerra fratricida, prueba hasta que punto las motivaciones del conflicto eran artificiales y sectoriales. Ellas no representaban, de ningún modo, la opinión de pueblos hermanos, sancionada de modo ejemplar por la historia durante 200 años de hipótesis, amenazas y crisis, correspondientes a viejas teorías geopolíticas, pero que nunca pudieron forzar ninguna guerra. En consecuencia, esta frontera tan larga y compleja fue también, por la realidad inapelable de los hechos, una de las fronteras más pacíficas y estables del mundo.

No podría ser de otra manera, porque Argentina y Chile nacieron a la independencia unidos para conquistar la libertad. Una gesta encabezada por San Martín y O’Higgins, que posibilitaron que una fuerza –diríamos hoy multinacional- con una insignia continental, la bandera del Ejército de los Andes, incorporara también soldados de lo que actualmente son Bolivia, Paraguay y Uruguay, para llevar su gloriosa campaña al Perú y el Ecuador.

Allí se encontraron con las tropas venezolanas y colombianas del Libertador Bolívar, sellando la soberanía de la América del Sur, en forma comparable a la acción de Washington en la América del Norte –en las 13 colonias británicas de entonces- pero obviamente con una mayor vastedad territorial por las tierras y mares emancipados en conjunto del imperio español.

¿Qué nos mantuvo unidos y en paz, por sobre los incidentes tantas veces inducidos por metrópolis neocoloniales para “dividir y reinar”?. Sin duda fue la identidad cultural, en cuyo seno hay inscriptas creencias profundas que avalan el sueño de un destino compartido. Sentimientos e ideas que la democracia restaurada puede y debe fortalecer y llevar a la práctica: los derechos inviolables de la persona humana, la equidad y la justicia social, y el desarrollo educativo, tecnológico y económico. Grandes retos presentes y futuros que no pueden encararse con éxito de manera aislada, sino asumiendo en plenitud la era del continentalismo y la integración.

Esta realización universal, en la actualidad, de las teorías geopolíticas y geoeconómicas que señalaban y señalan el paso obligado por la instancia de la unión regional, para fomentar el desarrollo integrado, y así evitar los aspectos negativos de una globalización asimétrica, desafían la trayectoria argentino-chilena, a mitad de camino aún entre el acercamiento, la apertura y una real asociación en sus múltiples significados.

Es imposible que este camino vuelva al viejo escenario de competencia y rivalidad, en una dirección retrógrada que iría contra todas las tendencias modernas en lo político, económico y social. Pero también es cierto que una simple relación amistosa, acotada a pequeños proyectos, no cubriría la expectativa de los pueblos, ni aprovecharía el enorme potencial de nuestros países para concretar intereses y coordinar acciones de gran beneficio mutuo, a fin de acceder en forma inteligente al futuro.
Hacia una asociación estratégica

En este punto, y aunque parezca paradójico, la confianza mutua en el plano militar – que inició este proceso – resulta insuficiente, ante la posibilidad de establecer un nuevo tipo de relación, caracterizada por la asociación estratégica. Ella supone comprobar y ratificar las condiciones dadas para formular propuestas mayores a mediano y largo plazo, a fin de ir asumiendo una identidad unificada para el desarrollo de ambas naciones: sea por sí mismas, sea por el marco regional que la requiere como condición de su propia factibilidad, en la iniciativa de crear el Consejo Sudamericano de Defensa.

Esta fue la concepción que prevaleció en tres grandes estadistas sudamericanos –Juan Perón, Getulio Vargas e Ibáñez del Campo- quienes ya a mediados del siglo XX se anticiparon con el proyecto precursor del “ABC” [Argentina-Brasil-Chile]. Ellos comprendieron que la unión económica sería imposible con un conflicto permanente y estéril en el espacio de gran valor estratégico del cono sur del continente.

Baste observar el mapa para comprender el determinismo geográfico de una relación binacional proyectada realmente al futuro. Allí vemos a dos únicos países americanos australes, compartiendo una cordillera que sintetiza las cuencas atlántica y pacífica con una dimensión bioceánica; de cara a los grandes pasajes marítimos creados por la naturaleza; y frente al continente antártico que registra su presencia esforzada en estas latitudes y los convierte de hecho y de derecho en estados bicontinentales.

En cuanto a las vías diplomáticas, y descartada para siempre la intemperancia del unilateralismo, deben considerarse armónicamente la acción bilateral y la acción multilateral, que no sólo no se excluyen, sino que son confluyentes y complementarias. Esto es así tanto a nivel del Mercosur ampliado, como de Unasur, para ir compatibilizando progresivamente la identificación de objetivos comunes, la definición de prioridades, la determinación de los principales actores y mecanismos de acción, y el establecimiento de las instituciones responsables.

La prudencia, la discreción y las buenas maneras siempre serán válidas para el ejercicio profesional de las relaciones internacionales, pero no pueden sustituir las iniciativas esenciales y las propuestas sinceras, para dar nueva vida a la interacción entre estados vecinos y afines en una etapa distinta de su trayectoria. Esta verdad elemental cierra el capítulo intrascendente de un juego diplomático anacrónico, que tanto tiempo malgastó en el laberinto de las hipótesis de conflicto, negando las tareas compartidas de un progreso necesario y obvio.

Por esta razón, que es común a todos los países hermanos de la región, tenemos la oportunidad histórica –que quizás no se repita fácilmente- de dar pasos inéditos para ir alcanzando una nueva clase de entidad política, económica y militar. Así se advierte en el ejemplo de lo que ocurre en la Unión Europea, en la América del Norte y en la América Central, con sus propias realidades y criterios de acción, pero siempre tras el esfuerzo imprescindible de imaginar una nueva clase de poder colectivo, para el mejor equilibrio y prosperidad de las diferentes regiones del mundo.


Un desarrollo mancomunado, integral y sostenido

América de Sur por su posición territorial y cultural representa lo que se ha definido sugerentemente como el “extremo occidente”; y que por una paradoja de la globalización, está determinada a un mayor enlace económico y comercial con las potencias emergentes del “extremo oriente”.

Los efectos del comercio a gran escala entre ambos espacios geoeconómicos son incalculables, específicamente para quienes compartan una visión bioceánica que ya no está encerrada por fortuna a las líneas de mira de los buques de guerra. Ella pertenece ahora a la potencialidad mancomunada de la infraestructura portuaria, marítima y de los corredores de movilización y transporte para un intercambio mutuamente fructífero, que cada día implementará nuevas técnicas y tácticas de crecimiento.

Por eso afirmamos que la paz es un recurso estratégico, junto a la consolidación y perfeccionamiento de la democracia, para acompañar esta tendencia inexorable al desarrollo integral y sostenido, que nuestros países necesitan para salir simultáneamente de la marginación en cuestiones económicas y de seguridad internacional. Esto equivaldrá a autodeterminar nuestra existencia y elegir nuestro destino. Es decir: cumplir con la promesa fundacional lanzada al testimonio de los tiempos por nuestros padres de la patria.

El bicentenario de nuestra libertad es un horizonte propicio para repensar nuestra vocación de soberanía y dignidad. Ellas no se concretarán por medio de un nacionalismo insularizado que no tenga en cuenta la cuestión nacional de los países vecinos, como muchos latinoamericanos creímos en algún momento de nuestra militancia juvenil. No en vano hemos debido madurar en el escenario esclarecedor de la dinámica histórica, para comprender definitivamente que en 2010, como en 1810, el ideal heroico y vibrante es el de la construcción de la patria grande.

Cuando la divina providencia construyó la Cordillera de los Andes, en el curso de una evolución geológica que persiste, sabía que los pueblos que habitarían a ambos lados de este monumento de la naturaleza – los pueblos trasandinos formados de sangres originarias e inmigrantes – tendrían las posibilidades y los problemas de toda unión de hermanos. Falta ahora nuestra colaboración para que la mano del hombre siga la obra de la creación en la evolución de la conciencia colectiva de nuestras sociedades, transformando el sentido geopolítico de las fronteras, de motivo de conflicto a puente de encuentro y realización de una unidad más fuerte.

No se trata de una actitud excesivamente idealista ni ingenua, porque ningún estado que se precie de tal, abandona su defensa nacional ni descuida su integridad territorial. Por el contrario, la asociación mutua es una decisión realista y necesaria, gestada en la maduración de una cultura estratégica, capaz de sumar factores diversos y múltiples a favor de la identidad histórica, la vecindad geográfica y el nuevo poder de la unión regional.

De qué otro modo podríamos comprender y adaptarnos a la velocidad de cambio de un mundo donde ocurren hechos impensables para nuestra generación: la implosión de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, la unidad de Europa el continente que generó las guerras mundiales, el ascenso vertiginoso de China e India, el ataque terrorista a las Torres Gemelas y el derrumbe de Wall Street. Sucesos no siempre producidos por un enemigo exterior, pero que reclaman una participación más activa de los pueblos en la construcción pacífica y laboriosa de su propio destino.

Muchas gracias.

* Exposición del Ministro Julián Licastro, Jefe de la Delegación Argentina, en la conferencia “Construyendo medidas de confianza con éxito – Caso: Argentina – Chile”, organizada por la Junta Interamericana de Defensa, en su sede, Washington, 1º de octubre de 2008.

las contradicciones de mariano


Cada vez más claro, Mariano. El mismo que se ha emocionado por el voto no positivo del vicepresidente Cobos y ha convocado a la rebeldía de los legisladores oficialistas y celebra las traiciones al gobierno nacional (argentino, por supuesto), ahora llama pusilámines a los republicanos que no son obedientes a Bush. La nota que sigue no tiene despedicio como es el pensamiento lineal de defensa de intereses (de los de EEUU, por supuesto).

Pusilánimes

Por Mariano Grondona Especial para lanacion.com

Lo más sorprendente no es que la Cámara de Representantes haya rechazado el plan de salvataje del presidente Bush. Lo más sorprendente es que la mayoría que le votó en contra haya estado compuesta por sólo 95 representantes demócratas (40 por ciento de la bancada) y por nada menos que 133 representantes republicanos (dos tercios de la bancada). Con otras palabras: que en una hora de emergencia como ésta, al presidente Bush lo hayan derrotado los miembros de su propio partido.
Ortega y Gasset escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia". Lo cual quiere decir que la valía de los hombres ha de ser medida en relación con las circunstancias, grandes o pequeñas, que les toca vivir. Cualquiera que enfrente una pequeña circunstancia puede superarla aun cuando él mismo sea pequeño. Pero sólo los grandes pueden enfrentar las crisis, las grandes circunstancias.
Y así es como define el diccionario al "pusilánime" (del latín "pusillus", "pequeño"), al "falto de ánimo para intentar cosas grandes". Lo contrario del pusilánime es el "magnánimo", el que tiene "grandeza y elevación de ánimo".
¿Cómo llamaremos entonces a esos 133 representantes republicanos que le fallaron a su presidente en esta hora dramática? ¿Los llamaremos pusilánimes o los llamaremos magnánimos? Según nos llegan las noticias, hubo dos motivaciones preponderantes en la sorprendente votación republicana. Algunos representantes votaron en contra de Bush porque, pese a todo lo que pasa, siguen creyendo en el mercado y descreyendo del Estado. La iniciativa de Bush suponía un intervencionismo gigantesco, nunca visto, en la economía norteamericana. Fieles a su convicción conservadora, entonces, algunos representantes republicanos le votaron en contra. Quizás estén errados pero si erraron, en todo caso, fue por fidelidad a un principio. Los republicanos que votaron contra Bush por lealtad a un principio aun en medio de la peor de las crisis, tienen carácter. Son magnánimos. No es difícil imaginarlos, si las circunstancias lo exigen, muriendo por su patria.
Pero también nos dicen las noticias que otros representantes republicanos votaron contra Bush porque, conociendo su abrumadora impopularidad, vieron en la votación una dorada oportunidad para "despegarse" de él a un mes de las elecciones en que no sólo estará en juego la presidencia sino también sus bancas. Estos son los pusilánimes. Aun siendo como son, los pusilánimes son útiles en tiempos ordinarios. Que a nadie se les ocurra convocarlos, empero, cuando suene el clarín de la batalla porque ellos no creen, como Borges, que "siempre el coraje es mejor".

Parece que a la gente no le gusta este lockout


Las encuestas dicen que la opinión pública rechaza una nueva protesta de la Sociedad Rural

Capital Federal - Según se desprende de varios sondeos difundidos este lunes, la mayoría de las personas consultadas creen que el camino para avanzar en la solución de la problemática del agro debe darse por la vía del diálogo . Mientras Alfredo De Angelis nos sonríe desde la foto.

La firma CEOP hizo un trabajo de campo en el que ante la consulta qué le parece la metodología de protesta de la Sociedad Rural Argentina al no vender productos, el 89,7 % se manifestó en desacuerdo y con relación a los cortes de rutas, el 78,8 % cree que no es la forma para reclamar. Además, el 72,3 % de la muestra de opinión supone que puede haber aumentos arbitrarios de precios de los alimentos si el sector agropecuario deja de vender. CEOP recogió que el 66 % de los consultados entiende que la mejor manera de resolver los problemas es a través del diálogo y el 53,6 % está en desacuerdo con la protesta del sector. Analogías obtuvo que el 72,3 % entiende que un paro de los ruralistas perjudicaría al resto de la Sociedad en tanto que ante la pregunta qué deberían hacer los dirigentes del agro, la respuesta fue que 64,3 % dice que tiene que seguir conversando con el Gobierno. Y el 76,4 % está en desacuerdo con los cortes de las rutas y de frenar la comercialización de alimentos. Por otra parte, la empresa Ricardo Rouvier & Asociados preguntó a la Ciudadanía cuál era el nivel de acuerdo con un paro del campo, y el 63,2 % se manifestó en contra.

organizaciones por una nueva ley de radiodifusión

Organizaciones piden una nueva ley de radiodifusión

La Asociación por los Derechos Civiles (ADC), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS), el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y Poder Ciudadano, presentaron ayer un documento en donde pidieron una nueva Ley de Radiodifusión. Señalaron allí que “compartimos la certeza de que es impostergable la sanción de una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual en nuestro país que reemplace a la norma vigente sancionada durante la última dictadura militar”. Pidieron también que la nueva norma debería “establecer un marco regulatorio que favorezca la diversidad y el pluralismo informativo, y fije límites precisos a la concentración de la propiedad de medios. Del mismo modo, es necesario garantizar el acceso a las licencias sin discriminación para las organizaciones sin fines de lucro, y una regulación que garantice la independencia de los medios públicos con respecto a los gobiernos de turno”. Consideraron que “es imprescindible que se sienten las bases de una autoridad de regulación cuyo funcionamiento e integración plural garanticen la participación del conjunto de los interesados, así como la autonomía y la transparencia de sus acciones”. El documento completo se puede leer, entre otros sitios, en el de FOPEA.

El revólver de Wall Street


Nos quieren meter miedo

Por Michael Moore
Esto es lo que sucedió:La carrera presidencial puede estar todavía muy pareja en las encuestas, pero las carreras en el Congreso están señalando una victoria aplastante para los demócratas. Pocos discuten la predicción de que los republicanos van a recibir una paliza el 4 de noviembre. Hasta 30 bancas republicanas en la Cámara de Representantes se perderían en lo que sería un increíble repudio a su agenda. Los representantes del oficialismo tienen tanto miedo de perder sus bancas, que cuando apareció esta “crisis financiera” hace dos semanas, se dieron cuenta que habían entregado su única oportunidad de separarse de Bush antes de la elección, mientras hacían algo que los hiciera parecer como que estaban del lado de “la gente”.Estaba mirando ayer C-Span, una de las mejores comedias que he visto en años. Ahí estaban, un republicano después de otro que habían apoyado la guerra y hundido al país en una deuda record, que habían votado para matar cualquier regulación que hubiera mantenido a Wall Street en control —¡ahí estaban, lamentándose y defendiendo al hombrecito común!—. Uno tras otro se pararon en el micrófono de la Cámara baja y tiraron a Bush bajo el ómnibus, bajo el tren (aunque habían votado por quitarles los subsidios a los trenes también), diablos, lo hubieran tirado bajo la aguas crecientes de Lower Ninth Ward (barrio de Nueva Orleans) si hubieran podido conjurar otro huracán.Los 95 valientes demócratas que rompieron con Barney Frank y Chris Dodd era los héroes reales, igual a aquellos pocos que se pararon y votaron en contra de la guerra en octubre de 2002. Miren los comentarios de ayer de los republicanos Marcy Kaptur, Sheila Jackson Lee, y Dennis Kucinich. Dijeron la verdad. Los demócratas que votaron por el paquete lo hicieron en gran parte porque estaban temerosos de las amenazas de Wall Street, que si los ricos no recibían su dádiva, los mercados enloquecerían y entonces adiós a las pensiones que dependen de las acciones y adiós a los fondos de retiro. ¿Y adivinen qué? ¡Eso es exactamente lo que hizo Wall Street! La caída más grande de un solo día en el Dow en la historia de la Bolsa de Valores de Nueva York. Anoche los nuevos presentadores de televisión lo gritaban: ¡los estadounidenses acaban de perder 1,2 billón de dólares en la Bolsa! ¡Es el Pearl Harbour financiero! ¡Se cae el cielo! ¡Gripe aviar! Por supuesto, la gente cuerda sabe que nadie “perdió” nada ayer, que los valores suben y bajan y que esto también pasará porque lo ricos comprarán ahora que están bajos, los sostendrán, luego los venderán, y luego comprarán nuevamente cuando estén bajos. Pero por ahora, Wall Street y su brazo de propaganda (las redes y los medios que poseen) continuarán tratando de meternos miedo. Será más difícil conseguir un préstamo. Algunas personas perderán sus empleos. Una débil nación de peleles no durará mucho bajo esta tortura. ¿O sí podremos?Esto es lo que creo: el liderazgo democrático en la Cámara baja esperaba secretamente todo el tiempo que esta pésima ley fracasara. Con las propuestas de Bush hechas añicos, los demócratas sabían que entonces podían escribir su propia ley que favorece al promedio de los estadounidenses y no al 10 por ciento más rico que está esperando otro lingote de oro. De manera que la pelota está en la manos de la oposición. El revólver de Wall Street todavía le apunta a la cabeza. Antes que den el próximo paso, déjenme decirle lo que los medios silenciaron mientras se debatía esta ley:1. La ley de salvataje NO tiene provisiones para el llamado grupo de supervisión que iba a monitorear los gastos de Wall Street de los 700.000 millones;2. NO consideraba multas, sanciones o prisión para ningún ejecutivo que pudiera robar algo del dinero del pueblo;3. NO hizo nada para obligar a los bancos y a los prestamistas a reescribir las hipotecas del pueblo para evitar ejecuciones ¡Esta ley no hubiera detenido ni UNA ejecución!4. En toda la legislación NO había nada ejecutable, usando palabras como “sugerido” cuando se referían a que se le devolviera el dinero del rescate al gobierno;5. Más de 200 economistas escribieron al Congreso y dijeron que esta ley podría empeorar la “crisis financiera y causar aún MAS de una caída.Es hora que nuestro lado establezca claramente las leyes que nosotros queremos pasar.

Traducción: Celita Doyhambéhére.

fuente El Ortiba

Opinión. Por la derecha y a contramano


Por la derecha y a contramano

Por Raúl Dellatorre
Una semana atrás, Eduardo Buzzi era reelecto titular de la Federación Agraria. Hugo Biolcati asumía, al mismo tiempo, la presidencia de la Sociedad Rural. Para los protagonistas de la medida de fuerza dispuesta ayer, la Mesa de Enlace, deben haber sido hechos tremendamente más importantes que el derrumbe de bancos internacionales y el callejón sin salida en el que parece entrar la principal economía del mundo. Porque estos hechos internacionales no la detuvieron en su determinación de volver a la pelea, mientras aquellos acontecimientos domésticos, por el contrario, la llenaron de renovados bríos. La conducción cuatripartita del sector rural más concentrado se lanzó nuevamente a la pulseada con el Gobierno, aprovechando el vacío que dejan otros sectores de oposición y las debilidades del Gobierno para hacer visible una política agropecuaria pensada para “otro campo”: el de los pequeños agricultores, el de la diversificación productiva, el de las economías regionales.
Pasaron dos meses y medio, casi, desde el rechazo de las retenciones móviles en el Senado. Tiempo suficiente para que las entidades agrarias le encontraran la vuelta a un conflicto que parecía vaciado de contenido, después del triunfo a lo Pirro contra el esquema oficial de retenciones que llevaron a los productores pequeños a pagar tasas más elevadas. Tiempo que también aprovecharon para cerrar filas con sectores de la oposición pensando en 2009: Julio Cobos se convirtió casi en un referente del sector, Gabriela Michetti, en la cara “tolerable” del macrismo, ex duhaldistas y ex radicales (y sin los ex también) como buenos compañeros de ruta para andar por Buenos Aires o Santa Fe.
La perspectiva política alivió las tensiones de la interna de Federación Agraria entre Buzzi y Alfredo De Angeli. Con el primero candidateándose el año próximo en la arena política, el camino quedaría allanado para De Angeli para septiembre próximo, cuando se renueven autoridades en FAA y pueda convertirse en su presidente. Con la perspectiva de la consolidación de una alianza de centro y derecha que aglutine a toda la mesa de enlace, Llambías juega sus fichas a la provincia de Buenos Aires y les cede parte del protagonismo a Buzzi y Biolcati, confiando en que sus espaldas ideológicas estarán bien custodiadas.
La derecha urbana triunfante y los sectores rurales más concentrados se sienten cómodos marchando juntos. El discurso de confrontación de los segundos elige temas sensibles para el sector agrícola, como la sequía, pero privilegia un modelo de acumulación en el que la disputa por la apropiación de la renta es el eje principal. Hoy, con precios muy inferiores (la soja a menos de 400 dólares la tonelada) a los de seis meses atrás. Critica la participación del Estado en la formación de precios. Habla de “un nuevo modelo productivo”, eufemismo que enmascara el viejo modelo productivo agrícola basado en el libre mercado, en el que la lógica del comercio internacional y de las transnacionales que lo controlan es la que determina qué producir, cuánto y dónde.
Desde esa perspectiva, los problemas de los productores chicos, la agricultura en áreas extrapampeanas y las pequeñas explotaciones ganaderas o de cultivos regionales son una cuestión social que debe ser resuelta con asistencialismo. No es lo mismo encarar desde allí el asunto, que plantear que es un problema económico y estructural. Bajo este otro punto de vista, la intervención del Estado se vuelve fundamental para definir un modelo distinto al monocultivo, y para impedir la concentración regional en cinco o seis empresas que acopien y comercialicen la producción total, sea ésta algodón, yerba mate o caña de azúcar.
El proyecto de dotar a la Secretaría de Agricultura y Ganadería de un área de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar apunta, precisamente, a dar respuestas en ese sentido. Pero, inexplicablemente, su implementación se fue demorando. No hubo reacción o faltó decisión política para lanzar un modelo que confronta con las organizaciones tradicionales de la Mesa de Enlace, dando respuestas y abriendo espacios a ese “otro campo”, el de las necesidades reales. No se hizo. La Mesa de Enlace tomó la iniciativa. Y corrió el eje del debate a la derecha.
Fuente Página 12.