lunes, 3 de noviembre de 2008

las 10 mentiras de la jubilación privada





Por Walter Goobar



El culto a la jubilación privada se basó en una serie de premisas falsas. En base al informe Mundialización financiera y fondos de pensión: Argentina como caso ejemplar, compilado por José Luis Di Lorenzo, profesor de Derecho Previsional de la UBA y director del Instituto para el Modelo Argentino, publicamos en junio de 2003 en Veintitrés un decálogo de mentiras que las Afjp utilizaron para generar el mayor negocio cautivo y financiero de la Argentina
A pesar de los efectos del corralito, la pesificación y el CER hubiera sido más rentable poner la plata en un plazo fijo que entregarla a una Afjp. Más aún, uno tiene menos plata que la que puso y no es culpa de la pesificación, porque las administradoras de pensiones han salvado su propio dinero. La reforma previsional de 1993 fue precedida por supuestos teóricos que partieron del ideario del Banco Mundial. El credo de los fundamentalistas de mercado aseguraba que el sistema de capitalización es superior al clásico de reparto. El culto a la jubilación privada se basó en una serie de premisas falsas.

. Mentira 1: Que todos se iban a beneficiar con el nuevo sistema.
La verdad es que desde 1994 hasta 2001 la población mayor de 65 años sin cobertura previsional viene aumentando. En el año 1994 el 25 por ciento carecía de cobertura, llegando al 2001 con una proporción de casi 35 por ciento en aumento.

. Mentira 2: Que el mercado constituye la mejor forma de asignar los ahorros de los aportantes entre distintas oportunidades de inversión.
La verdad es que durante los primeros seis años del sistema, es decir, antes de la crisis financiera, tanto la rentabilidad anual como la rentabilidad histórica han sido negativas. Hubiera resultado más rentable invertir los aportes previsionales en una caja de ahorros o en un plazo fijo atrapado por el corralito y pesificado.

. Mentira 3: Que el sistema privado era más seguro y confiable que el estatal para administrar los fondos.
La verdad es que todos los trabajadores tienen menos dinero que el que aportaron como resultado de las escandalosas comisiones que perciben las administradoras que promedian en todo el período el 43 por ciento del aporte realizado. A diciembre de 2001 los trabajadores habían transferido por aportes a las Afjp (1994-2001) 27.000 millones de dólares, y sólo tenían en sus cuentas de ahorro 20.800 millones de dólares. Esto representaba una pérdida de 6.200 millones de dólares.

. Mentira 4: que la administración privada es más racional que la estatal.
La verdad es que las Afjp insumen unos 1.000 millones de pesos anuales para administrar el sistema mientras que la Anses, que no es modelo ejemplar, porque gasta 300 millones de pesos anuales. Pero administra un sistema de casi 20.000 millones anuales.

. Mentira 5: Que Domingo Felipe Cavallo obligó a las Afjp a tener más de un 70 por ciento de los fondos invertidos en títulos públicos de un Estado en cesasión de pagos, con el agravante que el 61,7% de los ahorros previsionales (26.500 millones de pesos) ingresaron a mediados de 2003 a la reestructuración de la deuda pública con la vigencia del decreto 530/03.
La verdad es que las Afjp invirtieron en títulos públicos porque era la única manera de mostrar rendimientos elevados. Esto también permitió que los bancos dueños de las Afjp hicieran obscenos negocios especulativos con los fondos de los futuros jubilados.

. Mentira 6: Que las Afjp sufrieron pérdidas con la pesificación.
La verdad es que las Afjp no sufrieron ninguna pérdida, ya que los 8.000 millones de dólares cobrados en comisiones no fueron los invertidos en títulos públicos. Sin embargo, escudándose en que sus inversiones son ahorros previsionales, la mayoría de las Afjp (con excepción de Nación) rechazaron la pesificación y prefirieron acogerse a la negociación con los deudores externos defaulteados a quienes Roberto Lavagna ofreció reconocerle sólo un 25 por ciento de sus activos. Las Afjp argumentaron que sus accionistas no les permitieron acogerse a la pesificación. Eso es otra falacia: los accionistas pueden decidir qué hacer con fondos propios pero no con fondos de terceros. No fue un mero error de cálculo, sino que especulaban con un dólar a 8 pesos.

. Mentira 6: Que el sistema de capitalización iba a poner fin al endeudamiento público.
La verdad es que el déficit del Estado para financiar el ideario de la jubilación privada fue de 68.700 millones de pesos convertible; coincidentemente el aumento de la deuda pública externa fue cercano a los 71.000 millones de dólares. Para el mismo período. Es decir, que el 6 por ciento del crecimiento de la deuda externa se explica simplemente con la reforma del régimen previsional y el financiamiento de su transición.

. Mentira 7: Que el objetivo principal del sistema de capitalización individual es mejorar el funcionamiento del sistema financiero asegurando una mayor intermediación entre el ahorro y la inversión, ya que una masa de ahorros entraría a formar parte del mercado de capitales, a cotizar en bolsa.
La verdad es que no se ha logrado crear un mercado de capitales sólido a pesar de haber transferido al mercado financiero una masa de ahorros que hasta ese momento estaba destinada al consumo presente de los jubilados.

. Mentira 8: Que el mejoramiento del sistema financiero produciría una tasa de interés de mercado menor a la existente hasta la implementación del sistema de ahorro capitalizado.
La verdad es que no disminuyó la tasa de interés doméstico. Al año 2002 las Afjp percibieron en concepto de comisiones (seguros de vida e invalidez, administración, marketing, ganancia) 6.232 millones de pesos de los cuales el 80 por ciento es ganancia empresaria, de un negocio sin riesgos y con los clientes cautivos.

. Mentira 9: La jubilación privada representaba el ideal del liberalismo en materia de libertad de opción. Cada afiliado podría buscar la opción más conveniente. El mercado –decían– sería menos concentrado y monopólico porque la libre entrada de Afjp sustituiría el monopolio estatal.
La verdad es que se generó un mercado cerrado en el que los contribuyentes son rehenes de un sistema monopólico del que no pueden salir.

. Mentira 10: Que todos los países deberían abandonar los regímenes públicos, al menos, acotarlos al pago de prestaciones reducidas de igual valor y preferentemente no contributivas.
La verdad es que dentro del mundo desarrollado, los sistemas de fondos de pensión sólo han funcionado en los países ricos. En la Argentina, como en el resto de América latina, son un fracaso.