lunes, 6 de agosto de 2012

el día que el pro sacaba presos para jugar al rugby

Fue el 22 de octubre del 2010 y Clarín no se horrorizó.
El actual ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Guillermo Montenegro, es un enamorado del rugby y no sólo corrió durante años detrás de la pelota ovalada, sino que incluso fue ´´coach ayudante´´ en el club Liceo Naval . 
Su policía Metropolitana fue blanco de las bromas después del partido porque que los policías PRO perdieron con reclusos de la Unidad Penitenciaria 48, de San Martín. El partido, jugado en el Club Virreyes, terminó 14 a 12 en favor de ´´Los Espartanos´´, como se hacen llamar los internos dependientes del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Buen perdedor, Montenegro destacó la importante función de recreación e inclusión propiciada por el amistoso. ´´Esta es una actividad que tomamos con mucha responsabilidad, porque sabemos que estamos contribuyendo a que gente que está hoy privada de su libertad pueda lograr una mejor reinserción social cuando cumpla su condena´´, señaló el ministro.
Es que jugar al rugby con el PRO es otra cosa, mas serio. No son un vatayón militante.

la maximofrase del día: la bala que mató a ferreyra

Cristina aseguró que el crimen del militante fue un hecho "muy conmocionante" para el ex presidente Kirchner, y señaló que "tiene razón" su hijo, Máximo, cuando dice que "la bala que mató a Mariano Ferreyra rozó también el corazón de su papá".
Además señaló que fue el gobierno nacional quien acercó a la justicia el testigo clave que permitió llegar "hasta donde se llega hoy", que es el inicio del juicio oral y público a los presuntos responsables políticos y materiales del asesinato del militante.
La jefa de Estado recordó que el día que mataron a Ferreyra -el 20 de octubre de 2010- Kirchner la llamó y le dijo: "Me parece que tenemos a los tipos que hicieron esto" y relató que "un intendente del gran Buenos Aires lo llamó a Néstor y acercó un testigo".
Contó también como llevaron a esa persona "con protección" para que declarara ante la justicia y cómo se trabajó durante toda esa noche y esa madrugada "sin parar" en el juzgado a cargo de la investigación.
"Los que llevabamos a esa persona fuimos nosotros. Esta es la verdad de cómo se inicio el descubrimiento del juicio que comienza hoy", dijo la mandataria.

lo que lanata no contó de milagros sala





contado desde la tribuna de lanata

Arranca con el programa. El monologo consiste en la presentación en clave humorística de las noticias semanales. Algunos remates y gags tienen más efectividad que otros. Un pibe de sweater negro se ríe con un remate y levanta sus pulgares apuntándoselos a Jorge. Es una manera de demostrar que el chiste ha funcionado. El resto son carcajadas previsibles, aplausos que se ven venir, que se saben que de algún modo van a suceder en el momento en que todo indica que deben suceder.
El showman hace lo suyo sobre el borde peligroso que divide el humor crítico de la zonza payasada. Jorge Lanata hace periodismo de investigación y decide hacerlo en el equilibrio permanente entre esas dos zonas fronterizas. Su destreza será celebrada si no acaba cayéndose del todo sobre alguno de los dos terrenos. Si eso no sucede Lanata seguirá siendo Lanata y el periodismo de investigación, en definitiva, seguirá siendo periodismo y no otra cosa.
El espejo cubre toda la pared lateral y el efecto visual repite nuestra imagen de tribuna. Más allá mi reflejo debe estar anotando impacientemente en el celular algo sobre este público que me rodea.
Casi todos vinieron en grupo de amigos. Casi todos son jóvenes y casi todos se parecen a casi todos. Los grupos de chicos, por ejemplo, son de esos grupos en que todos saben combinar una camisa con un suéter de hilo, un buzo GAP con el pelo despeinado, una camisa a cuadros abierta con una remera blanca.
Los grupos de chicas también se parecen entre sí. Se parecen a los grupos de chicas en los que casi siempre encontrás alguna rubia y alguna morocha muy lindas, la mayoría vestida con calzas de cuero y zapatos de gamuza con plataforma, la carterita diminuta colgándoles del hombro.
Es increíble la coordinación de algunos: apenas mandan un informe bajan la mirada y escriben en el celular multifunción.
Juani le escribe a Vero en el chat que todo esto es muy cómico. Vero le responde que jaja, y se lo escribe muchas veces, tantas veces que no llego a contarlas. Un colorado le escribe a Tomy en el chat que ahora él no puede porque está en el programa de Lanata. Tomy le responde que jaja, y se lo escribe con mayúsculas. Tomy debe estar cagándose de risa. Si no la mayúscula no la entiendo.
Mientras tanto los televisores siguen mostrando el informe sobre las fortunas cosechadas por los sindicalistas amigos del gobierno. Mientras tanto algún chico mira distraídamente el informe.
En el último corte yo me entero que para el chico que está sentado a mi izquierda Lanata es un capo. Estoy a punto de preguntarle por qué, pero dudo y pierdo la oportunidad; el chico comenta con su amigo sobre las dificultades de hacer un programa en vivo.
Contado por Nicolas Andrada.

mariano

Mariano Ferreyra pasó los últimos minutos de su vida tendido en una ambulancia particular que pasaba de casualidad por Barracas, sin médico ni equipamiento, y que ofreció la mínima ayuda que hasta ese momento no llegaba. Viajaba apoyado sobre Elsa Rodríguez, herida con un disparo en la cabeza, y lo sostenía su amigo Damián, quien le imploraba con palmadas en la cara que no cerrara los ojos, que aguantara. 
Una bala de arma calibre 38 había perforado su remera y también su abdomen. Mientras lo llevaban hacia el hospital Argerich, el escenario de los disparos y las pedradas –en las calles Luján y Pedriel– iba quedando vacío ante la mirada impasible de la Policía Federal, que dejó ir a los agresores, una patota de la Unión Ferroviaria (UF) para la que un rato antes había liberado el terreno con el fin de que actuara. Mariano, Elsa y un centenar de personas, muchas del Partido Obrero (PO) y otras agrupaciones, protestaban ese día para exigir la reincorporación de trabajadores despedidos del ferrocarril Roca y la regularización de los “tercerizados”. Querían cortar las vías, pero ni lo intentaron, ya que se toparon con los matones del gremio, quienes al recibir barrabravas de refuerzo se les abalanzaron con un despliegue de máxima violencia en el momento en que se retiraban. 
El ataque, definiría la Justicia después, pretendía “aleccionar” a los “tercerizados” para que dejaran de insistir con su reclamo. La fuerza de choque actuaba con un “plan criminal”, cuyo resultado sólo podía interesar a los líderes sindicales, empezando por José Pedraza, que veía su poder amenazado. El cariz político de este crimen se vio desde el primer día. Las pruebas quedarán a la vista en el juicio oral que hoy comienza. (completo acá).