Leemos que el último acto parece haber sido demasiado, incluso para el paraguas protector que sobre la secretaria de Derechos Humanos Sara Derotier de Cobacho venía desplegando, en cada aguacero, el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Blas Casal. Miradas al Sur lo adelantó en su edición anterior: el viernes al mediodía, seis osos modelados entre fierros y esteroides irrumpieron en una reunión en la que seis trabajadores –tres de ellos delegados de ATE– y el director de Promoción y Protección, Manuel Oteriño, y –excepto al funcionario– les dieron una biaba. Pablo Rivelli, un hijo de desaparecidos, debió ser hospitalizado. Sara declaró en la prensa: “Hay un solo golpeado y ya hablé con el chico”.
La ira corrió dentro del organismo, y también por fuera: la mañana del lunes, una cuadra de manifestantes –universitarios, trabajadores, activistas de izquierda– marcharon desde el lugar del ataque al edificio principal pidiendo la renuncia de los funcionarios. La Cámpora y el Movimiento Evita no asistieron orgánicamente. Derotier se asomó un instante, con el pañuelo blanco en la cabeza, y a dos miembros de Hijos que exigían su presencia les respondió con el dedo en ‘fuck you’.
3 comentarios:
¿Los lobotomizados no tienen ninguna incoherencia para decir?....¡Vamos animensé, sigan con los disparates!.-
Una verguenza que mancha el pañuelo que ha lucido Derotier de Cobacho
Che q pasó con el Securitas, que controlaba las entradas y salidas de esa oficina?? x el cual se armo todo el tole tole....Rodo
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