Un fenómeno masivo y contagioso celeste y blanco.
Con mínimas posibilidades de conseguir entrada y alojamiento, se calcula que más de 100.000 argentinos terminarán de llegar este fin de semana a Río de Janeiro para asistir a la final del Mundial en el estadio de Maracaná y dejarán no menos de 100 millones de dólares en las arcas de la localidad.
El "Terreirao do Samba" y el Sambódromo, dos espacios destinados a albergar eventos durante el carnaval y reconvertidos en aparcamientos durante el Mundial, ya han recibido más de 200 coches y motorhomes de hinchas argentinos.
Las compañías aéreas reforzaron sus vuelos hacia Sao Paulo en las semifinales y han anunciado que harán lo mismo para la final de Río. Aerolíneas Argentinas, Austral, Tam y Gol tienen previsto fletar casi 20 aviones extras exclusivamente para ir y volver desde Buenos Aires al partido. Otros medios de transporte como autobuses o incluso coches compartidos se han habilitado para desplazar a aficionados.
Desde Buenos Aires hasta Río hay más de 2.600 kilómetros por carretera que suponen 36 horas de viaje. Pero hay ciudades con mayor distancia lo que implica que desde el miércoles ya se están desplazando para presenciar o estar cerca del encuentro final.
Jugadores, cuerpo técnico y el tercer factor: la naturaleza pasional y movilizada del hincha y el momento que viven los argentinos que lo permite.
Algo ha tenido que ver.
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