Carlos Burgueño señala en Ambito que "el "ala económica" del Gobierno, en todas sus variantes, ya está resignada. La inflación llegará a un dígito recién en mayo, cuando los efectos de los aumentos en los servicios públicos programados estén aplacados y la inflación núcleo, dominada. Mientras tanto, lo que se debe esperar es que el IPC no se escape por encima del 1,5% hasta el primer trimestre del próximo año. Y que políticamente no haya dosbordes en las primeras negociaciones salariales para el año próximo, en un cronograma que, como siempre, lo inician gremios complicados como los bancarios y los docentes".
Por lo que se ve vuelven a poner sobre las espaldas de los trabajadores el pesos de bajar la inflación. Y peor aún responsabilizando a aquellos gremios que son "complicados".
La promesa vuelve a estar. Lo que si queda claro que en el 2018 que lo que va a bajar nuevamente es la calidad de vida de los argentinos.
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