fuego cruzado entre examigos

Entre ex aliados que hasta ayer nomás conformaban un frente comunicacional sólido en defensa del relato M.

La visita de Natacha Jaitt al programa de Mirtha Legrand en la noche del sábado dejó abierto interrogantes  de las declaraciones de la mediática sobre el escándalo de abuso y red de prostitución de menores que comenzó en el club Independiente.
Por ese motivo, Natacha empezó a tirar varios nombres, y entre ellos el del periodista Carlos Pagni, que no dudó en hacer declaraciones al respecto. Con respecto a ello, Pagni contraacusó:
“Mirtha Legrand ofreció su programa para una operación, que hoy está muy en discusión. Allí se dijeron una cantidad de disparates que no merecen ser siquiera comentados”, manifestó y advirtió: “lo que sí importa es que una persona en esa mesa confesó haber sido contratada por una empresa -cuyo nombre se negó a brindar- para realizar una operación de inteligencia o de espionaje clandestino”.
“Este episodio es rarísimo, porque es la primera vez que alguien confiesa que fue contratado y realizó tareas de inteligencia de manera clandestina, es decir por fuera del control de la Justicia y del Estado. Esto nos pone un ejemplo sobre la mesa de algo que pasa en Argentina desde hace mucho tiempo”, siguió diciendo el periodista.

Más allá de las acusaciones puntuales de Natacha que conviene esperar el avance de la veracidad en la justicia, algo de lo que dice Pagni hay. Olor a viejos y nuevos espías y viejas y nuevas apretadas.
El perodista conoce muy bien el paño. Entre agosto de 2006 y junio de 2008 fue denunciado por integrar una compleja organización clandestina de espionaje que hackeó cientos de correos electrónicos de los más altos funcionarios de Gobierno de entonces, desde secretarios y ministros hasta la propia presidenta Cristina Kirchner, también en su etapa previa de senadora.