Sobre la base de datos oficiales, en 2018 cerraron más de 700 tambos. De los cuales un 30% pasó a manos de establecimientos más grandes, pero el resto de las vacas lecheras fueron a parar a la faena. De esta forma se empezó a concentrar el negocio. Una medida impulsada por el mismo Gobierno. Con este contexto se entiende el faltante de leche, que el año pasado fue de 9.500 millones de litros frente a los 12.150 millones de 2017, lo que significó una pérdida del 22%.
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