Leemos en El Economista y El Cronista:
Los hoteles más importantes de Buenos Aires están colapsados, y sus salas de reuniones, reservadas durante todo marzo. Están siendo utilizadas por los grandes fondos de inversión, tenedores de parte de la deuda de u$s70.000 millones que será negociada por la Argentina, en una de las operaciones más difíciles, a nivel mundial, de los últimos años. Mientras tanto, Economía ya comenzó a reunirse con los acreedores, en tertulias donde hay cordialidad, pero escasa información.
Leemos en Ambito:
Cordial y amable el tono. Se ofrecen explicaciones técnicas sobre por qué el país no puede cumplir con sus vencimientos de deuda y la insostenibilidad del pasivo financiero argentino en el corto y mediano plazo. Se concede que sobre el PBI nacional, los títulos públicos emitidos bajo legislación extranjera no implican un porcentaje alto; pero que por el perfil de vencimientos y deuda pública hacen imposible su cumplimiento. Se muestran además gráficos sobre la economía argentina, los dos años y medio de estancamiento y la necesidad de volver a crecer para generar divisas que garanticen el pago futuro. Y se concluye el encuentro sin que se de ningún tipo de anticipo sobre la oferta de canje, sobre los títulos que se emitirán, las fechas en las que se concretará el proceso de negociación y cierre del proceso. Tampoco se menciona palabra sobre el sendero fiscal que el país mantendrá hasta el 2024, fecha teórica en las que comenzarán los pagos; como tampoco cual es el plan de liquidación y cumplimiento de la deuda en pesos emitida bajo legislación nacional. Todo termina con un apretón de manos, el deseo de un final feliz y una sonrisa de despedida.Así son los encuentros que en estos días mantiene el equipo de Martín Guzmán con los representantes de los fondos de inversión Greylock, Fidelity, BlackRock, Pimco y Templeton; entre otros, quienes van manteniendo reuniones privadas con el ministro de Economía. El funcionario está cumpliendo una orden de Alberto Fernández, que conminó al titular del Palacio de Hacienda a recibir a los acreedores más importantes, antes del lanzamiento de la oferta y con el objetivo de mejorar la imagen negativa que la Argentina mantenía con los acreedores.
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