El estado de estos buses contrasta con la realidad de los trenes metropolitanos administrados por la misma empresa, en los que viajan miles de personas.
La empresa de los Cirigliano en Miami se llama Red Coach. Sus micros de lujo hacen viajes por Orlando y Tampa entre otras ciudades.
En contraste con esa diversificación de negocios y de su marcada posición dominante en el negocio ferroviario argentino, los Cirigliano no repararon en que, al menos cinco de los seis andenes que Miradas al Sur pudo chequear en Once, no tienen amortiguadores. Cuando una formación llega hasta la terminal tiene un tope de hierro sólido empotrado en el hormigón de la estación. Lo grave es que sólo dos andenes sí tienen amortiguación. Desde ya se trata de una inversión, muy pequeña para los volúmenes que maneja TBA pero vital a la hora de una tragedia como la del 22 de febrero. No hay respuesta a la pregunta de cuántas vidas se pueden salvar pero la falta de una norma que obligue a tener como tope los amortiguadores hidráulicos es una muestra, horrorosa e indignante, de lo que es el ferricidio, como definió Juan Carlos Cena la trágica historia del desguace ferroviario.