Según contó mientras tomábamos café en plena víspera de fin de año el entonces joven directivo de Clarín, Norma Cadoppi se ocupó de “buscar a los chicos”. No aclaró con quiénes habría ido y la explicación, lógica, era que ella podía tener la precaución de saber en qué estado de salud estarían los niños a adoptar por Ernestina Herrera, viuda de Noble. Pero a Cadoppi, prestigiosa oncóloga y habitual conferencista de los coloquios de Idea, nadie le podría pedir explicaciones por aquella versión. Sencillamente, porque si Felipe y Marcela Noble Herrera no son hijos de desaparecidos, el eventual delito cometido por participar de una adopción ilegal está prescripto y no le quedaría ninguna mácula en los tribunales.
En lo referido a la identidad biológica de Felipe y Marcela Noble, la reunión con el ex directivo de Clarín tuvo sólo un punto más. Le pregunté si podía dar certeza de que, en el medio de aquella supuesta travesía a Misiones para traer dos niñitos, no podría haberse metido algún servicio de espionaje o grupo de tareas y que, en vez de dos misioneritos hijos de mujeres pobres, la doctora Cadoppi hubiera traído a dos bebés nacidos en un campo de concentración. La respuesta del atlético setentón fue rápida: “¡Ah, eso no te lo puedo garantizar! Eso es algo que no sé”.
En lo referido a la identidad biológica de Felipe y Marcela Noble, la reunión con el ex directivo de Clarín tuvo sólo un punto más. Le pregunté si podía dar certeza de que, en el medio de aquella supuesta travesía a Misiones para traer dos niñitos, no podría haberse metido algún servicio de espionaje o grupo de tareas y que, en vez de dos misioneritos hijos de mujeres pobres, la doctora Cadoppi hubiera traído a dos bebés nacidos en un campo de concentración. La respuesta del atlético setentón fue rápida: “¡Ah, eso no te lo puedo garantizar! Eso es algo que no sé”.