Son cuatro cifras que asustan: 0,826. Es el promedio del descenso que tiene Quilmes. Es un fantasma, o ya es más que eso: es la realidad. Con ese panorama, con un equipo en el último lugar de la tabla, sin victorias, sin puntos, con apenas dos goles a favor y siete en contra, Ricardo Caruso Lombardi asumió ayer al frente del plantel. “Es gravísima la situación”, había reconocido el técnico, habitué de los imposibles, al aceptar esta, su 13ª aventura como entrenador.
En su primer contacto con los jugadores, el técnico apeló a su labia didáctica y motivadora. Y contó con una presencia de peso: el jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, quien es además vicepresidente primero del club y quien será, cuando José Luis Meiszner haga efectiva su licencia, el hombre fuerte del Cervecero.
