Merece dejarlo a
Mempo Giardinelli que lo diga:
Es difícil escribir poseído por el dolor y la rabia, pero no hay remedio. Una nueva andanada de cinismo ha colocado a mi provincia en el centro de la mentira electorera.
Porque es verdad que los cuadros de tuberculosis y desnutrición son, en el Chaco, tan endémicos y de vieja data como indignantes y dolorosos. Pero es miserable aprovechar ahora la desdichada muerte de Oscar Sánchez, un adolescente qom de sólo 14 años, desnutrido y tuberculoso, para enlodar de antemano las elecciones del próximo 20 de septiembre.
Hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a “descubrir” lo que aquí cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en los últimos 10, 20, 50 y 100 años.
Y es claro que desgraciamente va a seguir habiendo casos como el de Oscar ahora, y en el pasado enero Néstor Femenía, otro chiquito enfermo de tuberculosis sumada a desnutrición extrema, meningitis y neumonía.
Ambos murieron por causas estructurales que fueron negadas durante décadas, nunca erradicadas y las cuales llevará todavía mucho tiempo erradicar. Pero en estos “denunciadores” lo que indigna y subleva es que les encanta promocionar –porque eso hacen: promoción– todo lo que espante a “la pobre inocencia de la gente”.
Estas muertes derivan de causas –y esto es lo que hay que subrayar– que durante mínimo los últimos 50 años jamás fueron atendidas. Y es obvio que la actual gestión tampoco las solucionó, pero al menos sí se encararon políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como nunca antes se había hecho. Ésa es la diferencia, y basta andar por los montes de lo que queda del Impenetrable para comprobarlo.
Estos buitres de la comunicación empezaron la semana pasada diciendo que el Hospital Pediátrico de Resistencia, recién inaugurado, tenía fallas estructurales. Y antes “denunciaron” equipamientos deficientes en los flamantes hospitales de Villa Río Bermejito y de Juan José Castelli. Tres grandes centros que no sé si tienen muchos o pocos problemas, pero ahí están; antes no existían. Porque nunca existió un hospital decente en esos extensos parajes. Entonces irrita que ahora que hay tres, grandes y con dotaciones de médicos como nunca antes, vengan a demolerlos mediáticamente.
Pero no dicen que en 2007 de cada mil nacidos vivos en esta provincia, morían 22; mientras que ahora se redujeron a 11,8. Ni dicen que hoy hay 125 Centros de Atención Médica nuevos y se construyen 200 más. Ni que específicamente respecto de la tuberculosis, el Programa de Control de TBC del Chaco informó hace sólo un mes a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que en la Región Sanitaria 5 (El Sauzalito, Nueva Pompeya, Miraflores, Castelli) hay 48 Pacientes Notificados y bajo tratamiento. Y en Pampa del Indio ocho más.
También silencian el hecho de que se han recibido ya 4 médicos Qom, que trabajan tres en Castelli y uno en El Espinillo, y son parte de los 1259 trabajadores de la salud (médicos, enfermeros, odontólogos) que cubren todo El Impenetrable (sobre un total de 13.562 en toda la provincia). Ni dicen que desde 2014 se tienden conexiones de agua potable entre Fortín Lavalle y Castelli, y hay más conexiones hacia otros parajes, a la vez que en 2015 ya hay 15.000 nuevos usuarios de electrificación rural, quienes hace diez años estaban a oscuras. Y están llegando ya las primeras redes para celulares y wifi a El Sauzalito y Nueva Pompeya, en el extremo norte del Impenetrable, para atender a unos 35.000 habitantes dispersos. Y en toda la provincia los usuarios de electricidad pasaron de 250.000 a 359.000.
Por supuesto que en toda sociedad en la que hay cuatro etnias que por siglos estuvieron sometidas e invisibilizadas, y donde la pobreza extrema ha sido feroz durante por lo menos los últimos 150 años (o sea desde que al Chaco llegó la “civilización”), siempre se van a “descubrir” casos tremendos, dolorosos e impactantes como los de estos dos pibes.
Pero lo infame es aprovecharse de sus desdichas, sacarlos de contexto y mentir de manera vil y obscena para inflamar los ánimos 10 días antes de una elección cuyos resultados están cantados, desde que las PASO marcaron una diferencia abrumadora que nadie cuestionó. Nadie.
Son tan cínicos y manipuladores estos canallas que sobre las fotos y el video de un niño agonizante, escriben: “advertencia: la imagen y el video pueden herir su sensibilidad”. No sé ustedes los lectores, pero yo nunca he visto algo igual de miserable y violento en toda la prensa mundial.
En una provincia donde la pobreza y la indigencia han sido y son históricamente altísimas, es por lo menos estúpido debatir y comparar datos del desprestigiado Indec con cálculos interesados privados que se “basan” en supuestos “índices de precios”. Pero ahí está el promocionado Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, que insiste en que en los últimos tres años aumentó la pobreza en todo el país. Uno se pregunta en qué país viven estos señores, porque basta recorrer las provincias para advertir que aunque hay muchísimos problemas en todos los órdenes, de ninguna manera la pobreza y la indigencia aumentaron, por más que ellos hagan tremendos esfuerzos.
Si fuera cierto que hoy uno de cuatro argentinos es pobre (son, dicen, 11 millones de personas, más 2 millones de indigentes), y que en 2014 el 40 por ciento de los chaqueños estaba bajo la línea de pobreza y el 17 por ciento bajo la línea de indigencia, al menos aquí nadie con ojos les creería. Eso es mentira, salvo que se mande un equipito de periodistas carroñeros para que por una vez en sus vidas se ensucien las patas y busquen lo peor del paisaje humano local, que por supuesto existe y ningún chaqueño honrado niega ni oculta.
También mienten que la provincia del Chaco ha dejado de publicar datos oficiales de pobreza e indigencia desde “hace más de tres años”. Y la prueba está en que los datos de este artículo son todos oficiales y los he bajado de internet y/o solicitado al Ministerio de Salud.