Cuentan desde algunos medios que este domingo,
María Eugenia Vidal sintió, como un escalofrío que la estremeció de pies a cabeza, todo el rigor y la densidad del cargo que ocupa. Desde que asumió el mando de la provincia de Buenos Aires, el pasado 10 de diciembre,
por primera vez debió saltar de la cama en plena madrugada después de atender una llamada que le cortó el aliento: del otro lado de la línea le informaban que
los hermanos Cristian y Matín Lanatta, dos de los presos por el triple crimen de General Rodríguez,
se habían escapado de una cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense, con un revólver de madera y un vehículo antiguo que los fugados tuvieron que empujar. Tras unos segundos de confusión, la mandataria registró a partir de ese momento que sus pies estaban pisando el territorio bonaerense.
Más tarde le dolió los reproches internos
: mostró fragilidad. inocencia, y sospechas de complicidad.
La falta de equipos y políticas en algunas áreas se hizo visible. La sonrisa de campaña desapareció en esas horas.