martes, 4 de diciembre de 2018

el falso ingeniero de la mano dura

A veces uno se olvida pero sucedieron cosas absurdas en nuestro país, como los mentores de la mano dura que suele aparecer con cierta popularidad, con su posverdad, de un momento a otro y así desaparecen. 
Lo vimos en escena en Marzo de 2004, con fuerte impacto emocional luego del secuestro y asesinato de su hijo Axel. El ingeniero Juan Carlos Blumberg tomó el rol de paladín de la justicia, y encausó su dolor hacia una lucha contra el delito. Estructuró la "Fundación Axel" y referenció el reclamo de una sociedad cansada de la violencia en las calles que se había agravado con la crisis socioeconómica del 2002.
Con la colaboración de los medios el 1ro de abril organizó una movilización hacia el Congreso de la Nación que convocó alrededor de 150 mil personas. Logró ser recibido por la Corte Suprema, a quienes les entregó un petitorio, que también entregó en Cámara de Diputados y Senadores y convirtiéndose casi como un legislador más, supervisaba desde las gradas el conteo de votos con la llamada "Ley Blumberg", que estipulaba mayores penas para delitos tales como violación o secuestro extorsivo seguido de muerte con antecedentes.
Sin embargo, de un día para el otro, todo cambió. La ley fue considerada claramente inconstitucional por "vulnerar el principio de culpabilidad". Y por errores y torpezas, la espuma de su popularidad comenzó a bajar. La debacle final de su imagen pública fue cuando se comprobó que el título de ingeniero del cuál se jactaba era falso. Esto provocó una intensa pérdida de credibilidad, que hasta terminó su alianza con Mauricio Macri, que no quiso quedar pegado a semejante escándalo. Así se desvanecieron las posibles candidaturas, y la figura política que Blumberg poco a poco había comenzado a impulsar.
Falso como la usurpación de títulos. 

4 comentarios:

ram dijo...

Lo puse en otro lado pero, creo que también sirve acá, hablando de ingenieros truchos, manosduras y funcionarias que funcionan pa'l desastre. Total, los que mueran le pasarán lejos.
"A estas alturas, esta pretensión de legalizar y naturalizar el asesinato por parte de policías, con el mínimo requisito de "sospechar" agresividades ajenas..... por supuesto que hay un electorado sensible a esta clase de porquería, porque "a los negros hay que matarlos a todos".
Pero siempre, SIEMPRE, algo puede fallar y partiendo de la descomunal incompetencia de la ministra de inseguridad doña malbec, nadie repara en el simple hecho de que si habilitás a la policía a matar, estás habilitando simultáneamente a que enfrenten y maten a los policías, total, perdido por perdido, el delincuente sabe que a los tiros pueden zafar. Y habrá una chorrera de canas difuntos que lo certificarán.
La cana, ¿está preparada, entrenada para este "nuevo" laburito?, no es joda, un delincuente, profesional o aficionado, es mucho más jodido que un manifestante, al fin y al cabo, aporrearlos es la razón de ser de la cana virreinal, no?.
En fin, no sirven ni para garantizar un partido sin quilombo y ahora se ponen a jugar con cosas que no tienen repuesto..."

Graciela dijo...

Como contracara vemos que en Francia suspenden el aumento del combustible y en la Argentina dejan a los represores sin el 2x1. Protestar y movilizarse sirve, aunque te quieran convencer de lo contrario.

ram dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marcelo, el gaucho dijo...

Enteramente de acuerdo con Ram, pero te lo voy a contar difícil: los incas armaron en 60 años un imperio que iba desde Quito a Mendoza. Los aztecas, muchos más y mucho más violentos, tenían un imperio no más grande que la provincia de Córdoba. La razón es que los incas te cagaban a palos y te obligaban a laburar para ellos; los aztecas te comían (de verdad: eran caníbales). Perdido por perdido, entre ser masacrados o comidos, nadie se sometía y todos los enfrentaban.

Bueno, con los canas es igual: si creás laburo, la delincuencia disminuye; si no creás laburo pero los amenazás con mandarlos en cana, los tipos afanan pero tienen un límite. Si en cambio destruís y degradás los puestos de trabajo y además matás a cualquier sospechoso, entre morirse de hambre y que los maten los canas, decenas de miles de tipos van a salir armados y van a tirar ante la menor duda. Miles de civiles y cientos de canas muertos.

Cuando hay una marcha, los canas pueden ir cubiertos de pies a cabeza como caballeros medievales, pero en Isla Maciel o Claypole andan de cabeza descubierta y van a morir como moscas. Quizá sea negocio para la policía como institución, pero para los canas individuales es una sentencia de muerte en cómodas cuotas.

Los canas de París del otro día olisquearon que podían hacer que los chalecos se desconcentraran sin hacerse cagar a palos. A los de acá todavía les falta, y cuando se terminen de dar cuenta van a tener cientos de agujeros en sus filas.

Saludos.