lunes, 11 de julio de 2022

Tapa de lunes para una presa de la política

Hace pocas horas Milagro Sala volvió a su casa en el Barrio Cuyaya. A duras penas puede caminar con un andador. Fueron dos semanas de internación desde el día que intentó ponerse un borceguí, sintió que algo se le rompía por dentro y no soportó el dolor. En la pared a la derecha de su mesita de luz están pegadas, plastificadas, varias páginas con un listado de indicaciones médicas en uno de los pocos huecos que dejan los cuadros coloridos, las fotos, máscaras y artesanías. La mayoría de los ambientes son así: están plagados de obras de arte con impronta latina, pinturas, tapices, imágenes de familia, algunas con Néstor Kirchner, con Cristina, con Hugo Chávez, hay camisetas y símbolos de River Plate, un gran cuadro de Evita, otro de Túpac Amaru y muchos del Che Guevara. Sobre su cabeza hay una foto de cuando era muy pequeña, posando con los pies en el agua de algún río. La señala con orgullo, recostada en su cama. A su lado, su compañero, Raúl Noro, le toma la mano. Bichi, su perro caniche gris, se apoltrona entre ambos y celebra cada visita con ladridos. A ella se la ve triste, pero la voz se le enciende cuando saca sus garras de luchadora al hablar de la pobreza, la persecución a las organizaciones, el gobernador Gerardo Morales, el debate por los planes sociales, el poder judicial jujeño y su detención.
“Para Alberto (Fernández) la Corte Suprema debe resolver mi caso urgente. Le dije que está bien, quiero que revisen hoja por hoja, pero acá en Jujuy tengo más causas. A mí me metió presa la política y la política me tiene que liberar, él ya sabe lo que pienso”, dijo la líder de la Tupac Amaru al hablar con Página/12.


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