Cada vez más claro, Mariano. El mismo que se ha emocionado por el voto no positivo del vicepresidente Cobos y ha convocado a la rebeldía de los legisladores oficialistas y celebra las traiciones al gobierno nacional (argentino, por supuesto), ahora llama pusilámines a los republicanos que no son obedientes a Bush. La nota que sigue no tiene despedicio como es el pensamiento lineal de defensa de intereses (de los de EEUU, por supuesto).
Pusilánimes
Por Mariano Grondona Especial para lanacion.com
Lo más sorprendente no es que la Cámara de Representantes haya rechazado el plan de salvataje del presidente Bush. Lo más sorprendente es que la mayoría que le votó en contra haya estado compuesta por sólo 95 representantes demócratas (40 por ciento de la bancada) y por nada menos que 133 representantes republicanos (dos tercios de la bancada). Con otras palabras: que en una hora de emergencia como ésta, al presidente Bush lo hayan derrotado los miembros de su propio partido.
Ortega y Gasset escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia". Lo cual quiere decir que la valía de los hombres ha de ser medida en relación con las circunstancias, grandes o pequeñas, que les toca vivir. Cualquiera que enfrente una pequeña circunstancia puede superarla aun cuando él mismo sea pequeño. Pero sólo los grandes pueden enfrentar las crisis, las grandes circunstancias.
Y así es como define el diccionario al "pusilánime" (del latín "pusillus", "pequeño"), al "falto de ánimo para intentar cosas grandes". Lo contrario del pusilánime es el "magnánimo", el que tiene "grandeza y elevación de ánimo".
¿Cómo llamaremos entonces a esos 133 representantes republicanos que le fallaron a su presidente en esta hora dramática? ¿Los llamaremos pusilánimes o los llamaremos magnánimos? Según nos llegan las noticias, hubo dos motivaciones preponderantes en la sorprendente votación republicana. Algunos representantes votaron en contra de Bush porque, pese a todo lo que pasa, siguen creyendo en el mercado y descreyendo del Estado. La iniciativa de Bush suponía un intervencionismo gigantesco, nunca visto, en la economía norteamericana. Fieles a su convicción conservadora, entonces, algunos representantes republicanos le votaron en contra. Quizás estén errados pero si erraron, en todo caso, fue por fidelidad a un principio. Los republicanos que votaron contra Bush por lealtad a un principio aun en medio de la peor de las crisis, tienen carácter. Son magnánimos. No es difícil imaginarlos, si las circunstancias lo exigen, muriendo por su patria.
Pero también nos dicen las noticias que otros representantes republicanos votaron contra Bush porque, conociendo su abrumadora impopularidad, vieron en la votación una dorada oportunidad para "despegarse" de él a un mes de las elecciones en que no sólo estará en juego la presidencia sino también sus bancas. Estos son los pusilánimes. Aun siendo como son, los pusilánimes son útiles en tiempos ordinarios. Que a nadie se les ocurra convocarlos, empero, cuando suene el clarín de la batalla porque ellos no creen, como Borges, que "siempre el coraje es mejor".
Pusilánimes
Por Mariano Grondona Especial para lanacion.com
Lo más sorprendente no es que la Cámara de Representantes haya rechazado el plan de salvataje del presidente Bush. Lo más sorprendente es que la mayoría que le votó en contra haya estado compuesta por sólo 95 representantes demócratas (40 por ciento de la bancada) y por nada menos que 133 representantes republicanos (dos tercios de la bancada). Con otras palabras: que en una hora de emergencia como ésta, al presidente Bush lo hayan derrotado los miembros de su propio partido.
Ortega y Gasset escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia". Lo cual quiere decir que la valía de los hombres ha de ser medida en relación con las circunstancias, grandes o pequeñas, que les toca vivir. Cualquiera que enfrente una pequeña circunstancia puede superarla aun cuando él mismo sea pequeño. Pero sólo los grandes pueden enfrentar las crisis, las grandes circunstancias.
Y así es como define el diccionario al "pusilánime" (del latín "pusillus", "pequeño"), al "falto de ánimo para intentar cosas grandes". Lo contrario del pusilánime es el "magnánimo", el que tiene "grandeza y elevación de ánimo".
¿Cómo llamaremos entonces a esos 133 representantes republicanos que le fallaron a su presidente en esta hora dramática? ¿Los llamaremos pusilánimes o los llamaremos magnánimos? Según nos llegan las noticias, hubo dos motivaciones preponderantes en la sorprendente votación republicana. Algunos representantes votaron en contra de Bush porque, pese a todo lo que pasa, siguen creyendo en el mercado y descreyendo del Estado. La iniciativa de Bush suponía un intervencionismo gigantesco, nunca visto, en la economía norteamericana. Fieles a su convicción conservadora, entonces, algunos representantes republicanos le votaron en contra. Quizás estén errados pero si erraron, en todo caso, fue por fidelidad a un principio. Los republicanos que votaron contra Bush por lealtad a un principio aun en medio de la peor de las crisis, tienen carácter. Son magnánimos. No es difícil imaginarlos, si las circunstancias lo exigen, muriendo por su patria.
Pero también nos dicen las noticias que otros representantes republicanos votaron contra Bush porque, conociendo su abrumadora impopularidad, vieron en la votación una dorada oportunidad para "despegarse" de él a un mes de las elecciones en que no sólo estará en juego la presidencia sino también sus bancas. Estos son los pusilánimes. Aun siendo como son, los pusilánimes son útiles en tiempos ordinarios. Que a nadie se les ocurra convocarlos, empero, cuando suene el clarín de la batalla porque ellos no creen, como Borges, que "siempre el coraje es mejor".
1 comentario:
Esta nota de un representante de la mentalidad colonial, diría Jauretche, tendríamos reenviarla. Yo empiezo ya a hacerlo.
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