martes, 18 de noviembre de 2008

la doble moral a full: rajarlo a echegaray, sí; a astiz nunca




(Por Melquíades Kafka) El sábado se volvió a exponer en su patética plenitud la doble moral de la clase terrateniente local. En el selecto ámbito del Club Los Cardos, los empresarios ruralistas se dieron el enorme gusto de echar de las instalaciones al titular de la Oncca, Ricardo Echegaray. Un hecho de discriminación que quedará consumado como una de las peores vergüenzas de la patria rural tandilera.

Leamos la crónica periodística que cubrió el episodio, en este caso del diario El Eco de Tandil:

“Un mal momento debió pasar el titular del Organismo de Control y Comercialización Agropecuario, Ricardo Echegaray, el pasado sábado en el Club Los Cardos adonde había concurrido a raíz de un encuentro deportivo del que participaba su hijo. Como se ha informado, Echegaray estuvo en Tandil para la inauguración de una oficina del organismo que conduce, acto que tuvo lugar el pasado viernes.
Al día siguiente, su hijo –jugador de rugby de las inferiores de Hindú, club que salió campeón recientemente del torneo organizado por la UAR- participó de un encuentro organizado por Los Cardos y en el que también intervinieron otros representativos de Buenos Aires, Mar del Plata y otras localidades.
Cuando algunos productores rurales –cuyos hijos concurren al club- se percataron de la presencia del titular del Oncca, comenzaron a increparlo para que se retire. La cosa fue subiendo de tono, hasta que formalmente, un grupo de personas les pidió a los directivos de la entidad anfitriona para que les comuniquen a sus colegas de Hindú que Echegaray era una persona “no grata” en el lugar.
Así lo hicieron, ante lo cual –y ante la inminencia de la llegada de otros productores rurales que ya habían sido avisados de la situación- Echegaray optó por retirarse y aguardar fuera del predio a que su hijo finalizara el encuentro deportivo”.
Es notable como la clase terrateniente de la comarca puede expresar y poner en acto –es decir, en praxis- su disgusto con el kirchnerismo, a tal extremo de proceder a echar como un perro sarnoso de su paraíso privado, lindante al cabaret Los Laureles, a un funcionario que había llegado hasta allí para ver jugar un partido de rugby a su hijo.
Uno empezaría a respetar esta actitud extrema si revisara hacia atrás la conducta cívica de esta corporación que saltó a la celebridad mediática en pleno conflicto con el campo. Si en esa mirada hacia el pasado encontráramos actitudes de resistencia civil para con algunos personajes de una coloratura más siniestra que los popes K que tanto detestan. Por ejemplo, Alfredo Astiz. El Angel Rubio. Que a repetición se acercó como cuasi invitado de la ilustre burguesía terrateniente a nuestra ciudad, a tal punto de alojarse en una coqueta estancia (¿debemos decir de quién?), cuando su rostro patibulario comenzaba a merodear los juzgados como asesino y torturador de la dictadura militar. Y no sólo prósperos campos serranos frecuentó Astiz. También pizzerías y clubes privados donde se lo vio, orondo y feliz, en medio de la impunidad más escalofriante. Y de la complicidad moral, social e ideológica de sus anfitriones.
Para no detenernos, ya que estamos, en el caso del represor, asesino y torturador Albano Harguindeguy, que también suele visitar nuestra comarca y hospedarse en el campo de un conocido vecino, unido el represor por lazos de familia política, por si fuera poco, con un tandilero que además funge como funcionario de Daniel Scioli.
¿Se enorgullecen los productores locales de haber echado a un funcionario K declarándolo persona no grata? ¿Estiman que ya tienen algo glorioso para contarles a sus nietos cuando sean viejos? ¿Creen que esta actitud discriminatoria, paradigmática de una élite pedorra y maleducada, tendrá un pie de página en el libro de la historia?
La doble moral también anda en tractor, degradando la bandera argentina a fetiche de cotillón. Por eso, entre otras cosas, estamos como estamos.

gentileza La Tandilura

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