Hasta Clarín, con mucho esfuerzo, lo reconoce:
Las condiciones en las que se presentó la Presidenta no podrían ser más favorables. Se la vio distendida y amable como no se la suele ver en Buenos Aires. Y su discurso en el acto en Ca Giustinian fue elogiado por amigos y no tanto. Es que inaugurar el primer pabellón que el país tiene en la Bienal más antigua del mundo es un crédito que muchos saben apreciar. Nunca nuestro país había tenido un espacio fijo propio como tienen por caso Uruguay y Brasil.
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