Se acerca el temido martes 2 de agosto, el reloj va marcando inexorablemente las horas, y Barack Obama y millones de estadounidenses, al igual que millones de personas en el mundo, se mantienen en vilo temiendo lo peor: que Estados Unidos, la gran potencia mundial, la mayor democracia –aunque a veces no lo parezca– del planeta, entre en default. Sí, en suspensión de pagos. Y no es el guión de una película de ciencia ficción hollywoodense. Aunque buena parte de los medios de comunicación de muchos países no llevaron el tema a sus primeras planas hasta este fin de semana, el peligro es real. La posibilidad de un Martes Negro está ahí, acercándose más y más. Cuando se termine de leer esta nota, quedarán varios minutos menos. Si no media un acuerdo in extremis entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano, sucederá. Y un Martes Negro podría suponer consecuencias catastróficas no sólo para Estados Unidos sino también para muchos actores de esta globalizada economía mundial.
Los más serios analistas estiman que si se consigue un acuerdo in extremis, la primera gran víctima política sería Barack Obama. Será él y su partido, el Demócrata, quienes tendrán que arrodillarse ante los republicanos, sufrir su mayor humillación política, quedando maniatados por el resto de tiempo de legislatura que queda, hasta las elecciones de noviembre de 2012. El presidente está ya en el nivel más bajo de popularidad de los 30 meses que lleva en la Casa Blanca, en un 40%. (Miradas al Sur)
1 comentario:
Tendrá que Kirchnerizarse y redoblar la apuesta. Si los republicanos han puesto al país al borde del abismo, tendrán que comerse también ellos el costo del error. Yo no les aflojaría ni un tranco de pollo.Ya bastante Obama les dio piné como para dejar que lo chantajeen hasta este nivel de salvajimo.
Con el Medicare no, conservas.
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