cuando la realidad te da una trompada en la cara

Cuando pasen estos días dolorosos, tristes, plagados de carroña y cobardía, nos van a quedar dos enseñanzas. 

Una, tal vez la principal, que el proceso de cambio del modelo, las transformaciones iniciadas hace 8 años, no es una foto estática, congelada.

No debería ser necesario actuar luego que una realidad nos golpee. El prever hace al cuadro político.

Es necesario cada día avanzar en lo posible y en lo imposible un paso más. Donde hay una necesidad siempre hay un derecho.

Y la segunda es también simple y permanente: que no hay que dormirse en los laureles.

Ellos siempre están. Los que sacaron el 47 y pico, divididos y desorientados, los que defienden intereses que no son los intereses de la mayoría y los que odian inexplicablemente a lo popular aunque pertenezcan a este sector, siempre van a estar para aprovechar una debilidad o un equívoco de este lado.

Algunos deben entender que los colaboradores de la Jefa, de quien conduce son auxiliares, nadie es imprescindible.

Es tan perjudicial un obsecuente porque congela el pensamiento como un oportunista de izquierda o de derecha que siempre está al lado del poder.

Dos constataciones entonces: siempre hay injusticias que combatir y siempre están los que creen que sólo hay que nadar en aguas mansas y en la corriente del día.

Parece que siempre volvemos a aprender lo que ya sabemos luego que la realidad se te aparece como una trompada en la cara.