Palabras para una tumba sin nombre, nos dice acá Marta Dillon al recordar a Claudia Pía Baudracco.
Sostiene que le puso el cuerpo y la voz a la lucha por el reconocimiento de la identidad de género. Junto a otras compañeras fundó, a principios de los ’90, la primera organización de travestis para resistir la violencia policial. Todavía disfrutaba del triunfo que había significado la media sanción a la ley de identidad conseguida el año pasado en la Cámara baja. Había sido como un bálsamo frente a la negativa de la Justicia de modificar sus datos registrales.
Murió esta semana a los 41 años, cumpliendo sin querer con ese destino escrito por las estadísticas para travestis, transexuales y transgénero. Ni su vida ni su muerte fueron inscriptas por el Estado. Su nombre, sin embargo, está grabado en la memoria.
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