Alberto Fernández no pudo gozar de la tradicional luna de miel que habitualmente se entrega a todo nuevo gobierno, definida en 100 días. Ni una semana pudo relajarse con la prudencia de la oposición, la calma de grandes medios o la cordura de líderes de productores agropecuarios. Como si no hubieran existido los cuatro años de devastación macrista, las críticas son rabiosas y la resistencia desaforada.
Mientras que los máximos responsables políticos de esta crisis de proporciones están de vacaciones suntuosas (Mauricio Macri en el exclusivo country Cumulén, en Villa La Angostura, y María Eugenia Vidal en París con su nueva pareja), el paquete de medidas impulsado por la nueva administración, para frenar la caída de la economía y el deterioro sociolaboral, es impunemente tergiversado al calificarlo como un "ajuste".
La extrema mala fe se verificó con la sentencia de que se congelaban las jubilaciones , cuando no es así; por el contrario, todas recibieron el último ajuste de la movilidad, el 72 por ciento de los haberes está recibiendo un bono de 10 mil pesos repartido por mitades en diciembre y enero, y todas también recibirán un aumento en marzo.
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