El peronismo desde la oposición en las jornadas de Semana Santa de 1987, del 16 al 19 de abril, tampoco dudó. No empleó artilugios semánticos para definir la movida militar como un intento de golpe de Estado y no especuló con la caída del gobierno radical de Raúl Alfonsín. Tanto Antonio Cafiero, como principal referente del PJ, y Saúl Ubaldini (detalle que se recuerda poco) en nombre del movimiento obrero, mostraron su colaboración con la gobernabilidad en un momento de gran crisis y amenaza de quiebre constitucional. Ambos dirigentes subieron al balcón de la Casa Rosada para acompañar al presidente constitucional y mostrar un frente unido contra los militares carapintadas liderados por Aldo Rico, que se habían sublevado del poder político con la excusa que estaba en peligro la democracia.
Como hoy con la información con que se cuenta y el olfato histórico el peronismo no duda de lo que está pasando en Bolivia.
A los problemas de la democracia la respuesta es más democracia.