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martes, 30 de diciembre de 2008

el otro discurso de cleto



El otro discurso de Cleto
Una mirada histriónica e irónica sobre el hecho político del año: el voto de Julio Cobos.
Feinmann, con pluma “no positiva”, se pone en la piel de Cobos y construye un discurso ácido para todos los políticos.




Honorables miembros del Senado de la Nación: me disculpo ante ustedes por llamarlos de este modo. Por decirles, no “miembros del Senado de la Nación”, sino “honorables”, algo que el pueblo argentino se obstina en poner en duda. Y si el pueblo duda debemos dudar nosotros, pues es con él, con el pueblo, que debemos estar. Debemos, entonces, dudar de nuestra honorabilidad. Yo, muy especialmente, me permitiré en este desgarrado testimonio dudar de la mía. Sé que, en el Partido que me permitió llegar al lugar que aquí ocupo y a la Vicepresidencia de la República, la traición no se ve con buenos ojos. Me enteré al leer una pintada callejera que decía: “Cleto, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”. Al ser yo radical, comprenderán que poseo cierta ignorancia acerca de la historia antigua del Justicialismo. Motivo por el cual inquirí al historiador justicialista Norberto Galasso qué le había pasado a Vandor. Secamente (creo que no le caigo bien a este hombre), respondió: “Lo que le pasó a Rucci”. Al preguntarle qué le había pasado a Rucci me dijo: “Rajá de acá, traidor”.

Averigüé en otras fuentes confiables y las respuestas fueron evasivas. Por ejemplo: “A Vandor le pasó lo que le pasó a Alonso”. O también: “A Rucci le pasó lo que le pasó a Coria”. Finalmente encontré a ese muchacho de la Jotapé que tuvo el coraje y la honestidad de decirle al agrarista Buzzi, a ese hombre de patético flequillito que ha puesto a la Federación Agraria a los pies de la puta oligarquía, que había traicionado a su clase y a los treinta mil desaparecidos (algo, debo aclarar, que comparto plenamente) y le pregunté qué les había pasado a Vandor, Alonso, Coria y Rucci. Con alguna tosquedad, pero con buena información, me dijo: “A esos los amasijaron por traidores, boludo. El peronismo es el movimiento de la lealtad. Aquí, el que traiciona es boleta. Y ahora rajá: pagaría por no verte”. Iba a preguntarle cuánto pero, en verdad, no tengo ya problemas de dinero, porque la noche de mi voto “no positivo”, cuando me dirigía hacia la Cámara a ocupar mi sillón, me abordaron una cantidad de personajes de relevancia entre los que creí advertir –créanme: soy Cleto, no miento– la presencia de Henry Kissinger. Era él, no tuvo siquiera el pudor de ocultarse.

Había también gente de la oligarquía, de los grandes medios de comunicación, pude notar –orgulloso– la presencia de Herbert Matthews hijo, jefe de redacción del New York Times y autor de ese best seller: Populismo en América latina o El Regreso del Peligro Rojo, y otros personajes menores pero todos capitostes del mundo del dinero, de la guita loca, por decirlo así. Con su voz ronca, ya deteriorada por los años implacables, acaso por uno que otro remordimiento injustamente provocado por su brillante carrera como criminal de guerra, el premio Nobel de Paz, Henry Kissinger, dijo: “Quince”. Yo, intrigado, me permití inquirir: “¿Quince? ¿Quince qué?”. Un distinguido señor de pelo blanco a quien el conocido piquetero Castells le pedía todo el tiempo vacas para los pobres, me dijo: “Quince millones de dólares, pelotudo. Ahora andá y cumplí con la patria”. ¿Qué quiero decir con esto? Que de guita ando bien. Que ese muchacho de la Jotapé no necesitaba pagar nada por no verme. Que me podía ir gratis y así me fui.

El resto ustedes lo conocen. Les conté pasajes emotivos de mi dura existencia y emití mi voto “no positivo”. Reclamo entonces un reconocimiento. Enriquecí el vocabulario de los argentinos. Lo torné más complejo. Obligué al pueblo a pensar. Basta de esa sencillez, de esa banalidad de corte tinelliano de decir “Sí” o “No”. Nadie más dice “Sí” o “No” en este país. Lo habrán notado. Varios maridos me han dicho que, a la noche, en el tálamo matrimonial, preguntan a sus mujeres: “Querida, ¿querrías hacer chiqui-chiqui conmigo esta noche?” Y sus mujeres, si quieren, dicen: “No negativo”. Y ahí la pasan fenómeno. Pero hay noches en que ellas no quieren hacer eso, chiqui-chiqui.

Entonces a la pregunta: “Querida, ¿querrías hacer chiqui-chiqui conmigo esta noche?”, ellas responden: “No positivo, boludo. Me pasé toda la tarde haciendo chiqui-chiqui con el jardinero”. “Le dije ‘no negativo’ cuatro o cinco veces. Perdí la cuenta. ¡Cómo para decirte ‘no negativo’ a vos quedé!”.

También mi voto no positivo introdujo neologismos. Por ejemplo: si un amigo se queda con las acciones que otro tenía en la empresa, el otro le dirá: “Me cleteaste asquerosamente. Sos un podrido cleteador”. “No me insultés”, se defiende el chorro, “Te banco cualquier cosa. Puteame a la vieja si querés. Pero cleteador no. Soy incapaz de cletear a nadie”. También tiene otros sentidos que me gustan más. El de piola por ejemplo: “Soy un Cleto bárbaro”. O el de sexo anal: “Lo mío, en la cama, es cletear. Mi puñal lo clavo de atrás. Date vuelta, nena, que te cleteo, les digo. Y se vuelven locas”. Sin embargo, hay otros usos que me atormentan. El pasado domingo, como buen cristiano que soy, fui a misa con mi familia. Y el cura, en un pasaje de su homilía, dice: “A Jesús lo cleteó Judas”. Todos clavaron su mirada en mí. Salí huyendo de esa Iglesia. Corrí hacia mi casa. Dos pibes discutían. Se estaban por agarrar a las piñas. De pronto uno le dice al otro: “Sos un cagador, boludo. Un Cleto cualquiera”. Encendí la tele. Daban una con Alan Ladd. El desconocido se llamaba. Alan Ladd le decía a un pequeño niño rubio, del que se despedía: “Crece fuerte y justo.
Un hombre debe ser lo que debe ser. Y sólo hay algo que no debe ser nunca: un apestoso cleteador”. Desesperado puse el canal religioso. Siempre ha traído paz a mi alma. Un sacerdote leía pasajes de la Biblia: “Estaba Jesús todavía hablando cuando se presentó un grupo; el llamado Cleto, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó para darle un beso. Jesús le dijo: ‘¡Cleto, con un beso entregas al Hijo del Hombre!’”.

Apagué ese aparato infernal. Antes, sin embargo, buscando cambiar mi humor, hice un pasaje por Tinelli, como suelo hacerlo. Se lo veía algo enojado. Respondía críticas. De pronto, ante mi horror, dice: “Y a los que me critican les respondo que voy a seguir mostrando culos y tetas hasta el fin de mis días. Nunca cletearé mi estética. Soy así. No voy a cletearme. ¡Jamás lograrán que Tinelli se cletée a sí mismo!”.

Honorables miembros del Senado de la Nación, no puedo seguir viviendo así. Señora Presidenta, discúlpeme. Fue un momento de debilidad. Cedí a las tentaciones del Mal. He sentado un mal precedente. De la traición nada crece. Sólo más traición. En este día tan especial, en este día de pureza, en este día en que celebramos la esencial inocencia de todo lo creado, permítame usted recuperar la mía. Le ofrezco mis disculpas. Acéptelas. De las dos veces que nos hemos cruzado desde mi voto no positivo he notado un dulce acercamiento de usted hacia mí. La primera vez me escupió tres veces. La segunda sólo una, aunque más densamente.

Acaso la próxima ya no me escupa y me dé su abrazo conciliador. Señores senadores, hagamos votos para que así sea. Sé que está lleno de Cletos entre ustedes. Se los ruego: practiquen una cura de descletización. Sólo así el país tendrá un futuro. Dios guarde a nuestra Presidenta, la ilumine en sus arduas tareas y no permita, sobre todo, que jamás vuelva a tener un compañero de fórmula, un vicepresidente tan profundamente cagador como yo lo he sido. ¡Nunca más un Cleto en la patria de los leales, de los sinceros, de los que si tienen un puñal eligen clavarlo en su propio corazón antes que en la espalda de un amigo! Señores, queda levantada la sesión.



Por José Pablo Feinmann
Filósofo

sábado, 27 de diciembre de 2008

decadencia de la cia: ahora soborna con viagra



La Agencia de inteligencia de EE.UU. distribuye la píldora de la potencia sexual, a cambio de información. Así, lo confirmaron funcionarios de inteligencia al diario The Washington Post.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) utiliza un peculiar método a la hora de obtener información en la lucha contra el terrorismo de parte de los jefes tribales afganos: les ofrece la píldora azul contra la impotencia sexual, informó hoy el diario The Washington Post.

La CIA tiene un largo historial de comprar información con dinero en efectivo. Sin embargo, la creciente fuerza del movimiento Talibán en Afganistán los ha empujado al uso de nuevos incentivos a la hora de obtener el apoyo de los residentes locales, explicaron al diario funcionarios de inteligencia estadounidenses.

"En su esfuerzo por ganarse a caciques tribales notoriamente inconsistentes, los operativos de la agencia usaron una variedad de servicios personales. Estos incluyen navajas y herramientas, medicinas o cirugías para familiares con problemas médicos, juguetes y atículos escolares, extracciones de muelas y visas de viaje", sostuvieron.

Funcionarios estadounidenses defendieron la práctica como necesaria en Afganistán bajo el argumento de que los líderes tribales esperan ser pagados por su cooperación.

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿donde está bob?


humor


George Bush va a un colegio de primaria para hablar sobre la guerra.

Después de su exposición, invita a los niños a que, libremente, le pregunten lo que quieran.

Un niño levanta la mano, y Bush le pregunta cómo se llama.

- 'Bob', dijo el niño.

- ¿Y cuál es tu pregunta, Bob?'

- Tengo 3 preguntas. Primera: ¿por qué EEUU invadió Iraq sin el Apoyo de la ONU? Segunda: ¿por qué es usted el presidente si Al Gore tuvo más votos? Y tercera: ¿qué pasó con Osama Bin Laden?

En ese preciso momento sonó la campana del recreo. Y George Bush dijo a los niños que continuarían al finalizar éste. A la vuelta, Bush preguntó:

- ¿Por dónde íbamos? Ah!,es verdad, el turno de preguntas.

-Alguien quiere preguntarme algo?

Un niño diferente levantó su mano. George lo señaló y le preguntó cómo se llamaba- 'Steve', dijo el niño.

-¿Y cuál es tu pregunta, Steve?

-Tengo 5 preguntas: Primera: ¿por qué EEUU invadió Iraq sin el apoyo de la ONU? Segunda: ¿por qué es usted el presidente si Al Gore tuvo más votos?Tercera: ¿qué pasó con Osama Bin Laden? Cuarta: ¿por qué la campana del recreo sonó 20 minutos antes? Y quinta: ¿dónde está Bob?

viernes, 10 de octubre de 2008

humor de paz y rudy

fuente página 12

consejos para la clase media de como sobrevir la crisis que se nos viene



indicaciones finas para salvarse del naufragio
*Orlando Barone


Aquí les leo los requisitos recomendados para que alguna gente pueda enfrentar la crisis sin tener que dejar la centolla, el ojo de bife Hereford y el champán. Los principales consejos son los siguientes:
1) Tener plata. La suficiente.
2) Rebajarle el sueldo a la mucama.
3) Eliminar la propina al portero del edificio.
4) De los tres o cuatro autos que hay en la casa tener en uso solamente uno.
5) Al perro en vez de darle alimento balanceado vitaminizado, darle comida chatarra. Y que el gato se vaya a la calle a cazar ratas.
6) Este año no seguir haciéndose más cirugías plásticas. Suspender el implante del diente de diamante.
7) Cancelar el taller de meditación maya, el curso de Fen Shui y el personal trainer. Pero no abandonar la terapia.
8)Eludir impuestos. Directamente no pagar más impuestos.
9)Asustar al personal de que podría haber despidos, para que por miedo empiece a trabajar el doble sin pedir nada.
10)En cualquier votación próxima, votar lo contrario de lo que votan los pobres.
11)Dejar de tomar el agua mineral Perrier o cualquier otra fina, y cuando vengan visitas, para aparentar, llenar los envases vacíos con agua de la canilla.
12)Revender todas las entradas del recital de Madonna y verlo en televisión y decir que estuvimos cerca del escenario.
13)Por ninguna razón suprimir el Viagra.
14)Por ninguna razón suprimir el costo del adulterio.
15) Por ninguna razón separarse del marido rico
16)Empezar a militar en organizaciones contra los mendigos, contra los villeros, contra los que viven de subsidios.
17) En ningún caso pedirle consejos a consultores con acento latinoamericano de Casa Matriz en Washington. Y tampoco a los periodistas económicos de programas de cable con auspicios de bancos.
18) Empezar a preocuparse si crece la llegada de inmigrantes morochos. Pero todavía más si crecen los inmigrantes rubios.
19)Decir que si tuviera que votar en los Estados Unidos votaría a Obama. Pero si votara en España votaría a Rajoy y otra vez a Aznar. En Italia votaría la secesión de la Italia del norte de la del sur; y si votara en Chile votaría a la familia de Pinochet.
20)Organizar torneos solidarios de golf en el country a beneficio de los niños huérfanos de Madagascar. Pero quedarse con la recaudación.
21) No suprimir las vacaciones en hoteles cinco estrellas pero sí suprimir las extras del frigo bar y el service room.
22) Alquilar a buen precio muy reservadamente, la bóveda de La Recoleta, a otros muertos ajenos a la familia.
23) Dejar de hacerse cargo del tío viejo que no tiene pensión ni nada.
24) Sacarle el papel higiénico al baño de la mucama y ponerle diarios.
25) Dejar de coleccionar orquídeas, pero por nada del mundo dejar de coleccionar soja.
26) Por último, preparar las cacerolas para protestar más fuerte que los pobres.

*columnista de radio continental

martes, 7 de octubre de 2008

monólogo del buen banquero



Por Juan Sasturain


Mayor delito que robar un banco es fundar uno Bertolt Brecht

1 Sobre el ajuste: El ajuste es el recurso intimidatorio que permite que el sistema de afano no se descompense por relajación del aporte del (único) que pone la guita. Es decir: que el cliente no se distraiga ni respire tranquilo. Ajustar el cinturón, la soga al cuello, el apretón de huevos financiero.
Regla 1ª: Me cagaré en la asfixia del necesitado que necesitó que le prestara su plata.
2 De los clientes: Se llama clientes a los que operan con el banco. Los grandes clientes son las empresas que –entre otras cosas– nos depositan el dinero de los sueldos de su personal para que intermediemos (y cobremos) a la hora diferida de pagar. Los pequeños clientes o la gilada son las personas individuales que no son (ni deben ser) consultadas con respecto al destino de sus salarios. Así, la gilada inconsulta nos presta mensualmente su dinero por unos días, pero el banco jamás le deberá prestar ese dinero propio a la gilada.
Regla 2ª: Me cagaré en la gilada que nunca verá la guita sino numeritos, el resumen trucho de cuentas de lo que yo haga con ella.
3 Acerca del crédito: Se supone que los bancos están hechos para dar créditos a los que los necesiten, pero no es así. Los bancos están hechos para aprovecharse de la necesidad de los que necesitan o aliarse con los que ya tienen para ganar más juntos. El crédito, latinamente hablando, es una cuestión de fe. La clave está en hacer creer a los clientes para que depositen pero no creer en ellos para poder prestarles.
3ª Regla: Me cagaré en efectivo en los que vengan a pedir crédito.

4 De las cuotas: Las cuotas son los segmentos elásticamente extensibles de martirio en que se divide la agonía de un deudor. Las cuotas podrán ser muchas o pocas pero siempre equívocamente “cómodas”, como el reglamento del teto. Hay que convertir las cuotas en obligaciones morales –servir la deuda– sujetas a sanciones cuasi religiosas: el Infierno se llama Embargo.
4ª Regla: Me cagaré con intereses sobre quien se demore en las cuotas.

5 Sobre las cuentas: Se llama cuenta al espacio virtual donde el cliente deposita su dinero de un cómodo saque pero lo saca –si puede– en los tiempos, el término y el modo que el banco decide. Mágicamente, una vez depositado, el dinero del cliente deja de ser suyo. En el interior de la cuenta, las cuentas las hace el banco; los clientes y la gilada en general sólo verán el resultado.
5ª Regla: Me cagaré en los titulares y suplentes de cuenta y manejaré la guita en los tiempos y formas que se me canten.

6 Acerca de los depósitos: Son los aportes al banco de los clientes que tiene un excedente que no utilizan y cuya suma se supone debería servir para constituir una masa de dinero que pueda ser prestada a los que les haga falta. El banco sería el intermediario oficioso, que obtendría sus lógicos beneficios de la diferencia entre lo que paga por recibir y lo que cobra por prestar. Ja.
6ª Regla: Me cagaré en la ingenuidad o voracidad de los depositantes pagando ínfimas o peligrosas tasas incobrables.

7 De las garantías: Las garantías y los garantes son los rehenes legales con los que extorsionaremos al cliente desesperado. Una garantía ha de ser solvente (que se pueda exprimir) y ejecutable (que se pueda sentenciar). Una especie de doble mejorado, más sólido y a la vez más vulnerable que el titular, su muñeco en viva imagen, sujeto a vudú.
7ª regla: Me cagaré en el cliente exigiéndole comprometidas garantías a las que también haré cagar.

8 Sobre la inflación: La inflación es un mal absoluto, perversión habitual de los gobiernos populistas que incentivan el consumo, pecan en atraso cambiario y descuidan tarifas y cuentas públicas. Su custodio es el Indec, entidad sospechosa y manipulable a la que debemos, sin embargo, uno de los neologismo verbales que más satisfacciones nos han dado en su momento: indexar. La indexación es la operación mensual de ajuste digital por la cual se introduce el índice (ajustadamente) en el ano del llamado beneficiario del crédito.
8ª Regla: Me cagaré en la inflación y/o contribuiré a ella mientras protesto, pero indexaré hasta hacer cagar al engrampado en un crédito.

9 Del interés y los intereses: Hay que discriminar entre lo singular y lo plural. El interés del banco es permanente, siempre el mismo: el lucro, hacer guita de cualquier manera. Para que se logre el cumplimiento de los objetivos que se corresponden con ese interés básico, es necesario que los intereses –ese porcentaje del que vivimos y con el que dejamos morir– sean variables según nuestro puro arbitrio.
9ª Regla: Me cagaré en todo interés que no sea el del banco, y usaré los intereses para cagarme en todos.

10 Acerca de las tasas: Las tasas son una taza que –pese a lo que le digamos a la gilada– no derrama ni siquiera la leche de la clemencia. La tasa se fija para asegurarse, pegar primero, preservarse, no dejar de ganar lo necesario para seguir lucrando. No vaya a ser que. Cuando se rompe o deteriora una tasa, el cliente siempre la debe pagar como nueva.
10ª regla: Me cagaré en una tasa bien grande y se la haré compartir democráticamente a todos mis clientes.

jueves, 2 de octubre de 2008

rudy se acordó de discepolín

por Rudy


Yo no sé si el mundo fue y será una porquería ya lo sé, lector, porque creo que, mal que bien, uno va encontrando los lugares, las personas, los afectos, todo eso por lo que la vida vale. Pero que este siglo veintiuno es un cambalache, un despliegue de maldad insolente, de Biblia junto al calefón, de que el que no afana es un gil, de que uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, y de que da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, ya no hay quien lo niegue. y eso que Discépolo no se dedicaba a dar clases de astrología, ni era gurú financiero de ninguna empresa, ni consultor senior, ni gerente de marketing, ni nada de eso.
Es cierto, él conoció una crisis, la del ‘30, la que le hizo escribir yira, yira, “la yerba de ayer, secándose al sol”, en el que otro se ponía las pilchas que vos te sacás. Decía “que al mundo nada le importa”, y todas esas cosas que a mucha gente le cuestan años de psicoanálisis, o de calle, entender.
Y ahora, and now, bueno, parece que los bancos de EE.UU., el sistema financiero, eso tan sólido que existe en el mundo, si hace crac no es boom. O por decirlo de alguna manera, parece que el Titanic financiero chocó con un iceberg, y al grito de “¡Los ricos primero, los ricos primero!” todos quieren un lugarcito en los botes salvavidas. El problema es que parece que los botes salvavidas los prestaron a un altísimo interés, y entonces... no están. Algo parecido a lo que mostraban en esa brillante película de los ‘60, Trampa 22 (Catch 22) en la que un soldado se quiere tirar en paracaídas y, al abrirse, en lugar del susodicho, encuentra un vale, un recibo, ya que la tela fue vendida porque era negocio.
Hay quien dice que éste es el fin del neoliberalismo tal como lo conocimos y otros dicen que entonces va a venir uno peor. La cuestión es que hay grandes bancos en grandes problemas, cifras con tantos ceros que parecen que no son nada; pero son demasiado, argentinos que los miramos de reojito diciendo “¡ja, tienen ‘una’ crisis, nosotros ya estamos curados de espanto”, norteamericanos que nos miran de reojo (aunque en general ni nos ven) y dicen: “¿Ustedes creen que tienen crisis, ¡crisis son las nuestras!”. Y así.
Y nosotros ¿qué somos? (Como suelen preguntarle algunas mujeres a su ¿novio/amigo/amante/eventual/quiensabequé?) ¡Somos humoristas! Y por eso, nuestro plan de salvataje es hacer chistes, todos los que podamos. Y compartirlos con usted, lector.




fuente página 12