Resulta que aquel juez en lo Penal Económico
Enrique Lotero,
que investigaba el contrabando de autos ingresados por la ley 19.279, que
permitía a los discapacitados comprar un vehículo importado sin pagar impuestos ni derechos de aduana, la convirtió en protagonista de un delito.
Así encontró el Mercedes Benz 500 SE que Susana Giménez compró en 1987 en la concesionaria de José Cacho Steinberg por 90.000 dólares. El coche venía para el discapacitado Cayetano Ruggiero.
En octubre de 1991 el juez encontró
el auto de Susana Giménez en la estancia de Huberto Roviralta. Procesada por encubrimiento de contrabando,
la actriz dijo que había sido estafada en su buena fe por Steinberg, que
demandó a la actriz en 800.000 dólares por daño moral, pero murió en la cárcel, condenado como jefe de una banda de contrabandistas.
La ley decía que el auto no podía ser transferido a otro dueño hasta cuatro años después de ingresado al país, pero en realidad iba a manos del verdadero comprador aunque los papeles figuraran a nombre del discapacitado. Susana Gimenez, sus contadores y abogados, no podían desconocer la ley.
Eran los gloriosos 90 y sus principios eran más elásticos que hoy y le permitían entrevistar a un círculo con menos límites.