Lo llaman "el James Bond" del mundo financiero.
Aunque en el Vaticano todo es secreto –o casi, después de Vatileaks–puede suponerse que el Papa Francisco ya habrá tomado contacto personal, o lo hará en estos días, con un personaje poco conocido y muy peculiar: René Brülhart.
Ex director de inteligencia financiera de Liechtenstein, se encargó de erradicar, o al menos disimular, los delitos financieros que hicieron de ese pequeño principado, sito entre Suiza y Austria, un refugio seguro para dinero sucio de todos los orígenes. Abogado suizo, de 40 años y aspecto impecable, Brülhart puso a Liechtenstein a tono con las normas bancarias exigidas por la Unión Europea.
Pues bien: en octubre del año pasado, tan sigilosamente como se acostumbra en la curia romana, Brülhart fue contratado por el Vaticano para hacer con las santas finanzas algo parecido a lo que hiciera en aquel principado. Según algunos vaticanistas, sus primeros informes terminaron de empujar a Benedicto XVI a la renuncia y al retiro en un convento aledaño al que fuera su trono.
Pues bien: en octubre del año pasado, tan sigilosamente como se acostumbra en la curia romana, Brülhart fue contratado por el Vaticano para hacer con las santas finanzas algo parecido a lo que hiciera en aquel principado. Según algunos vaticanistas, sus primeros informes terminaron de empujar a Benedicto XVI a la renuncia y al retiro en un convento aledaño al que fuera su trono.