"¿Está?". "Está", respondieron del otro lado de la línea. Recién entonces
Jorge Capitanich se subió al auto y viajó hasta la torre de
YPF en Puerto Madero, adonde terminaban un almuerzo que el jefe de Gabinete se lo perdió (fueron carnes argentinas, casi sin mozos, para que no hubiera filtraciones); el grupo quebró la molicie del feriado de ayer con la noticia más importante del año: el anuncio del final de la guerra entre la petrolera y
Repsol de España para terminar en paz el entuerto que surgió de la expropiación de parte de sus acciones en abril del año pasado.
Ese grupo había negociado en secreto desde marzo pasado cuando se produjo el primer acercamiento de las partes para terminar con una pelea en la cual los españoles reclamaban como indemnización por el 51% de las acciones expropiadas, una suma que llegaba a los 15.000 millones de euros. Según lo que anunció ayer el acuerdo tripartito entre la Argentina, España y México, termina con las demandas de los españoles en los tribunales CIADI y en juzgados de varias capitales del mundo.
Por ese pacto, la parte española, que tiene el 12% de las acciones de YPF, termina las hostilidades y se compromete a que sus dos directores dejen de entorpecer la tarea en la cúpula de la empresa y empiecen a actuar como socios amigables. Según los comunicados de la empresa Repsol y del Gobierno argentino ahora debe fijarse "el monto de la compensación y su pago con activos líquidos y que ambas partes desistirán de las acciones legales en curso" y dice que "las partes coinciden en que el presente principio de acuerdo contribuye a normalizar y fortalecer los históricos vínculos entre los tres países y sus empresas".