El histórico Juan Manuel Casella intenta una autocrítica pero se queda a medias:
"Ese objetivo se cumplió con el triunfo electoral del 2015, pero luego hubo que gobernar y el desempeño del gobierno concluye hoy con la muy posible reinstalación del populismo autoritario y corrupto: así, en la práctica, los hechos concretos demolieron el propósito inicial". Es decir que si el resultado electoral fuera otro no se cuestionaría el alejamiento.
Todo el problema lo centra en su antiperonismo. Para justificar el fracaso de una gestión que los gerentes del radicalismo bancaron cuatro años con hiper endeudamiento, destrucción del aparato productivo y generación de pobreza extrema que no se hacen cargo.
Para los radicales como Casella que facilitaron esta destrucción récord del país la culpa es doble: del PRO y de los populistas que vuelven a gobernar con el voto popular.
Pero conviene especular: "entendemos bien que la extinción del acuerdo sólo podrá oficializarse después de octubre. El esfuerzo preelectoral debe continuar, más que nada para disminuir la diferencia evitando que la soberbia se apodere de los ganadores, que además, podrían alcanzar el control del Congreso, con las consecuencias que ya conocimos".
Es decir, primero aseguremos las bancas negociadas con el PRO. y luego "si las elecciones confirman el resultado de las PASO, el radicalismo ejercerá la oposición desde su identidad, su perfil socialdemócrata y su autonomía".
En la opción yrigoyenista de la causa o el régimen se quedaron al lado del régimen.