En apenas dos minutos, el empresario Juan Chediack destrozó la acusación del juicio más trascendental de la era Kirchner: el de la construcción de rutas en Santa Cruz. “Quiero hacer unas aclaraciones antes de empezar --le dijo Chediack a los jueces--. Mi empresa no hizo ninguna obra en Santa Cruz, pero fui presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, de la cual Austral Construcciones, la empresa de Lázaro Báez no es socia. Nunca recibimos en la Cámara ninguna denuncia de que hubiera irregularidades en las licitaciones de Santa Cruz”. Los dichos del empresario fueron de máxima importancia porque la imputación justamente era que Báez fue favorecido por el gobierno de Cristina Kirchner y que por eso ganaba las licitaciones. A lo largo de cuatro horas, con firmeza y mucha nitidez, Chediack fue desarmando casi todas las cuestiones planteadas por el abogado que Laura Alonso dejó en la Oficina Anticorrupción, Lucas Trigo, y por el fiscal Diego Luciani.
Cuando Chediack hizo su aclaración preliminar hasta el titular de la audiencia, el juez Jorge Gorini, se dio cuenta que enterró las acusaciones: “Con esa aclaración, usted contestó buena parte de las preguntas que le iban a hacer”, acotó Gorini.El ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Juan Chediack era una de las voces que más expectativa generaba entre los impulsores de la causa. Se trata de uno de los arrepentidos ‘estrella’ de la causa Cuadernos, quien caminó por un sendero sinuoso y muy controlado por el Tribunal para no autoincriminarse. Es porque en 2018, ante el fiscal Carlos Stornelli, logró mantener su libertad a cambio de una “explosiva” declaración como delator premiado en la que habló del pago de coimas a Julio De Vido -también imputado en este juicio- y dio un pormenorizado detalle de un supuesto circuito de recaudación ilegal durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
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