miércoles, 9 de febrero de 2022

Debate sobre el acuerdo con el FMI: ¿sí o no?

Aporte de Sergio Chouza:
Se intensificó el debate sobre el pre acuerdo con el FMI, con voces críticas dentro del mismo bloque oficialista. La incertidumbre por las posibilidades de aprobar el nuevo programa en el Congreso impactó los bonos soberanos y, en menor medida, sobre el dólar blue. Si bien el trámite se espera expeditivo, durante febrero reinará el nerviosismo sobre el devenir del acuerdo y pueden volver a brotar las tensiones cambiarias. En los próximos párrafos aportamos al análisis comparativo entre la situación actual y la del programa puente 2003, sumando evidencia empírica.
Brotan críticas al pre-acuerdo anunciado en la última semana de enero. Tanto ‘por izquierda’ como ‘por derecha’, ya se han expresado posiciones discordantes. Las objeciones de sectores liberales eran esperables: impugnan que el potencial programa no presente una reducción del gasto ni una convergencia fiscal más veloz. Más inesperadas fueron las fuertes críticas del mismo frente oficialista. Cuestionan tanto el resultado del entendimiento como el proceso mismo de la renegociación.
Sobrevolando el estado comparativo de la economía en ese período y en la actualidad, se encuentran diferencias significativas, sintetizadas en dos bloques.
El desafío macroeconómico era menor que el actual, por la enorme licuación post convertibilidad. Buena parte del ‘trabajo sucio’ estaba hecho y la macro ya presentaba mejores fundamentos.
No obstante la economía real partía del fondo del océano. El deterioro de las variables socioeconómicas era mayor al actual y las condiciones de vida peores.
Haciendo doble click sobre la macro, que es aquello que da condiciones de posibilidad para negociar con mayor o menos firmeza. Por ejemplo en 2003 se empezaba a emprender un proceso de recuperación de las reservas, a tono con un superávit consistente en el frente comercial y en la cuenta corriente de la balanza de pagos. En contraste, nuestro país en el último años destinó buena cantidad de dólares al pago de deuda (pública y privada) y a moderar las presiones cambiarias. No se pudo traducir el superávit comercial en reservas.
Contrastando el stock de endeudamiento tenemos diferencias y similitudes. Si se evalúa la sostenibilidad en base al ratio deuda a PBI, la situación era peor a la actual. La deuda bruta total en 2003 era casi 50 puntos mayor a la actual. Si en cambio se toma solo el segmento externo, en valores constante, el monto de la deuda es similar, con una participación alrededor de 15 puntos superior sobre el stock total. Ahora bien, a composición de la deuda externa era muy distinta. El mayor porcentaje estaba en manos de acreedores privados, con quienes también se cursaba una reestructuración de proporciones. En septiembre de 2003 el acuerdo puente con el Fondo fue por un total de U$S 12.500 millones, que representa solo un 45% (ajustado por inflación) del crédito actual.
La posición financiera en 2003 no era buena. El default aún sin resolución con los acreedores privados mantenía el riesgo país por encima de los 5.000 puntos (más del triple actual), impidiendo cualquier acceso al mercado voluntario de crédito.
Otros factores macro que nos permitían poder sostener una postura de mayor intransigencia eran que en 2003, y tras la salida de la convertibilidad, nuestro país tenía un dólar mucho más alto, que generaba un paraguas cambiario mucho mayor al actual. Además la recuperación macro ya sumaba millas, acumulando varios trimestres desde el momento más crítico, tras la mega crisis de fines del 2001.
Claro que no todo es tan lineal. La situación socioeconómica era aún peor al (complejo) presente, con una pobreza 17,6 puntos mayor y una desocupación 6,2 puntos más alta. Pero ese peor piso también podría abonar a una postura más intransigente. Había ya poco que perder y mucho para ganar si se pateaba el tablero de la deuda.
Para cerrar, no hay que perder de foco la dimensión política. Los atrasos en 2003 y el posterior programa provisorio lo que permitieron fue un puente para pagar y entonces salir.
 Es lo mismo que nuestro país buscar hoy, pero con condiciones objetivas mucho menos favorables como para que ese exit se pueda dar tan rápido.


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