El juicio sobre las rutas de Santa Cruz continuó este martes con la segunda jornada del alegato del fiscal Diego Luciani. Resulta asombroso que el representante del ministerio público no haga ninguna referencia a lo ocurrido durante los tres años del juicio. Por ejemplo, en la continuidad de su exposición hizo centro en que las licitaciones que ganaron las empresas de Lázaro Báez fueron “meras ficciones”, “puestas en escena”, según dijo, pero a lo largo de las audiencias, nada de eso se probó. Todo lo contrario: pasaron empresarios de la construcción y funcionarios de todos los niveles de los sucesivos gobiernos y no hubo ni uno solo que aportara un elemento para sostener que las licitaciones fueron truchas.
Como viene reportando Página/12, que siguió este juicio desde mayo de 2019, hasta los testigos de la fiscalía desmintieron las hipótesis de la acusación. Ninguna de las empresas -algunas grandes e internacionales- cuestionaron las licitaciones ni tampoco se presentaron a la justicia, como suelen hacerlo. Alguien podría alegar que ese comportamiento fue por la existencia de una cartelización. En verdad, Báez era un enemigo de las constructoras y no integraba la Cámara de la Construcción. Pero tampoco es que Luciani presentó ninguna prueba de la cartelización y menos aún imputó a las demás empresas por haber -supuestamente- sido partícipes de un delito.
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