Por mayoría, la Sala I del máximo Tribunal penal no dio curso a una apelación de Cristina de Kirchner, pero arrojó un precedente que, inevitablemente, tendrá que ser revisado en alguna etapa por la Corte Suprema.
El voto en disidencia de Ana María Figueroa resultó un dardo dirigido hacia el juez Claudio Bonadio a quien directamente le imputó una irregularidad que podría ser madre de nulidades. Básicamente lo señaló como quien manipuló el origen del expediente para poder tenerlo bajo su órbita y que eso alienta el peligro de parcialidad que alega la defensa de la expresidenta. La explosiva disidencia no tuvo efecto alguno contra el voto mayoritario de Diego Barroetaveña y Daniel Petrone respecto de denegar la recusación contra Bonadio. De hecho, en los papeles lo ratificaron. Sin embargo, se abrió la puerta para que las defensas tengan terreno fértil para futuros planteos.
El temor que azuzaba el oficialismo con respecto a que la causa del juez Alejo Ramos Padilla tenía por destino torpedear “cuadernos” se topó con un escollo fuera del plan.
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