El Gobierno espera conseguir que el Fondo también declare como insostenible la deuda soberana. Sería una herramienta a su favor a la hora de presionar a los bonistas con la posibilidad concreta de un default en caso de que no haya acuerdo antes del 31 de marzo.
Las conversaciones entre funcionarios y grandes fondos subieron de tenor luego de las trabas al reperfilamiento voluntario del AF20. Durante la presentación de los lineamientos del plan de sustentabilidad, Guzmán habló de una "reestructuración profunda" y dijo que "habrá frustración en los bonistas".
Las cartas comenzarán a develarse en el roadshow que comenzará esta semana. A su término, Economía elaborará un informe en base a los comentarios de los tenedores.
Para ganar "poder de veto" sobre la oferta final, producto del alto piso de consenso para avanzar en un canje que imponen las cláusulas de acción colectiva de los títulos bajo legislación extranjera, los grandes fondos comenzaron a agruparse y a contratar representantes comunes.
La asociación que más preocupa en el Ejecutivo es la de Fidelity, la firma que bloqueó la postergación del BP21 en la provincia de Buenos Aires, y Blackrock, uno de los peces más gordos de Wall Street. Según estimaciones del mercado, entre este último fondo de inversión, Templeton, Pimco y Ashmore concentran cerca del 50% de los títulos a reestructurar.
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