Tras la visita de Axel Kicillof, los acreedores se reunieron en privado y ambas partes mantuvieron un total hermetismo ante la prensa. Pero en ese encuentro, según las fuentes diplomáticas consultadas, los enviados de un grupo de países consideraron que la oferta era aceptable. Fueron los enviados de Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
Otros gobiernos acreedores, como el de Japón, se mostraron indiferentes. Más duros fueron los gobiernos de Holanda y España, que figuran entre los principales acreedores.
La deuda con el Club de París tiene origen mayoritariamente en créditos que pidió la última dictadura a empresas europeas para armas (que en algunos casos ni siquiera llegaron) y obras de infraestructura (que, como un gasoducto faraónico, tampoco se llevaron a cabo), pero también figuran allí créditos que extendió Madrid en plena crisis de la convertibilidad.