–No conozco el escrito de Nisman más que por lo que dicen los diarios. A juzgar por eso me parece que hay un exceso de "procesalismo" en desmedro del derecho de fondo. Dejando de lado la cuestión "probatoria" e, incluso, "ad demostrationem" (como suele decirse en el dialecto local de tribunales), si diésemos por cierto lo que dice Nisman, me parece que nada de lo que pretende dar por probado entra en el campo de la tentativa, sino que queda en el de los puros actos preparatorios, que, como todo abogado debe saber, son impunes, porque no se ha llegado al principio de ejecución. Si se considerase que lo acordado con Irán es un principio de ejecución, lo que es bastante forzado por cierto, cuyo objetivo era la impunidad internacional de los sospechosos, la comunicación del Ministro de Relaciones Exteriores a Interpol sería un desistimiento que, como todo abogado debe saber, deja impune el acto de tentativa.
–¿Cuál, estima, sería el sentido jurídico de la acusación?
–No veo el sentido de dedicarse a analizar la prueba de algo que desde el vamos es atípico, es decir, que no cae bajo la prohibición penal incluso en el supuesto en que sea probado, lo que, por cierto, hasta el momento y por lo que trasciende, parece ser un juego imaginativo bastante fantasioso. Todo eso sin contar con que no me explico qué tiene que hacer un fiscal con la SIDE y con ninguna embajada extranjera, fuera de ir a algún cocktail si lo invitan. En síntesis: por favor, basta de escándalos y pensemos un poco más en términos de derecho.
(Del reportaje a Raúl Zaffaroni en Tiempo).