Comprado por él mismo en Londres en 1811, el sable que acompañó al libertador en todas las batallas independentistas en las que participó, fue legado a su muerte al por entonces jefe de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas, que enfrentó a una escuadra anglofrancesa que pretendía controlar la navegación de los ríos, “como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.
Este 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y en el norte de la provincia de Buenos Aires. En aquel entonces, los heroicos soldados argentinos, en inferioridad de condiciones, resistieron la invasión de los ejércitos más poderosos del mundo, que pretendían colonizar los territorios de nuestra naciente Patria.
La historia liberal que niega la pelea real por la libertad nacional, suele minimizar esa lucha y el reconocimiento de San Martín a la conducción de Rosas en defensa de los intereses nacionales.
No tenían angustias por querer ser libres. Como todos sabemos, los dos eran peronistas.
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