Miles de seguidores del ex presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, irrumpieron en el Congreso Nacional, el Palacio Planalto (sede de gobierno) y la sede del Supremo Tribunal Federal, causando destrozos en los tres edificios. La Policía Militar desalojó los edificios más de cuatro horas después del asalto y detuvo a más de 400 personas. El sábado, más de 80 ómnibus arribaron a la capital con bolsonaristas convocados para una manifestación.
Los medios, incluso aquellos con fuerza hegemónica, señalan a Bolsonaro.
No está en juego en el mundo la democracia. En principio lo que está herida es la percepción comunitaria de la democracia como sistema de contención y desarrollo social.
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