Luego de su paso por la alianza de centroderecha con Macri y De Narvéz, el legislador ha insinuado una autocrítica y se alejó de la oposición y logra situarse en las fronteras con el peronismo kirchnerista. Ahora leemos que las aguas del progresismo parecen sentarle nuevamenta bien:
"El diputado nacional Felipe Solá participará este fin de semana en Cartagena de Indias, Colombia, de la tercera reunión del Grupo Alternativa Latinoamericana, que reúne a funcionarios y dirigentes políticos identificados con el progresismo y cuyo objetivo es analizar y discutir los principales temas de la agenda de los países de la región".
Admirable ductilidad.
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viernes, 21 de octubre de 2011
domingo, 24 de octubre de 2010
siempre pienso que algo le van a decir, pero no le dicen nada
Cuando van a almorzar con ella.
Digo, ahora le preguntan sobre su sobrina que fue secuestrada y la pareja desaparecida y porque mantuvo silencio tantos años y no aportó a la justicia la información necesaria.
Pienso que ahora le dicen algo del apoyo a la campaña "los argentinos somos derechos y humanos" que ella acompañó para mejorar la imágen de la dictadura.
Se me ocurre que están pensando en el momento que le dirán cómo sostiene que su patrón mantenga la incompatibilidad de ser dueño de medios y diputado.
Cuando van a almorzar, cuando les toca, los veo y creo que van a sostener frente a ella que ese canal es parte de la concentración mediática del grupo Vila/Manzano.
Creo que algo le dirán que es muy exagerado pensar que en Argentina no hay libertad de prensa y la interrogarán a qué tiene miedo.
Pero no, no les dicen nada los progresistas como estos casos de progresismo.
Siempre me desilusionan.
Solo sonrien y festejan juntos cuando critican a Cristina.
viernes, 9 de enero de 2009
borrador básico del progresismo argentino
Autor: Orlando Barone
¿Qué es ser un gobierno progresista? ¿O qué es no serlo? El dilema del calificativo es como un criptograma o un jeroglífico en cuyo descifre nunca coinciden los Champollion, los egiptólogos o los lingüistas. Y menos coinciden los progresistas que no tienen cómo legitimar su propia autenticidad de practicantes y menos la autenticidad de su gobierno. Porque el progresismo no es lo que no es. Lo que no es el progresismo es inmovilismo. El comunismo, el liberalismo, el conservadurismo, el fascismo, el anarquismo, el maoísmo- y el socialismo en estado original, no el socialismo argentino que tiene un estado inestable, irreconocible- son más claros. Pero el progresismo es a la vez firme y evanescente. Y como sus fronteras son difusas no se sabe demasiado bien acerca de lo que está dentro y lo que está afuera. El progreso que llega ya es viejo y el que aún no vino no se sabe. Hasta el peronismo- que es una paraideología popular que siempre se está “haciendo” – al contrario del radicalismo, que siempre parece estar por morirse- tiene la facultad de definirse en quienes no son peronistas. Sí: por más que estos se depilen o afeiten al ras y se mantengan en silencio. Ya que el “no peronista” se distingue porque lo único que establece y justifica su existencia es el peronismo. Se nace más siendo antiperonista, que lo que se nace peronista. El “no peronista” no necesita exigirse ningún pensamiento para no serlo. Hay regiones donde fertiliza con más énfasis y son aquellas donde hay cacerolas de teflón y paseadores de perros. Aunque tampoco las antiguas regiones proclives al peronismo ya son lo que eran y los barrios del sur de la Capital son una prueba empírica.
En cambio el progresismo es algo distinto: no se puede reconocer fácilmente quién es de quien no lo es.
La Alianza fue el mejor ejemplo de cómo ser progresista desorienta. Lo único que se sabe es que no es exteriormente de derecha. A veces la primera impresión engaña: el tipo o la tipa progresista admiran a Freud, se lamentan de la pobreza en Africa, recuerdan el Mayo francés, aplauden a Obama, son cautos con Chávez, alabanciosos con Lula, alertan sobre la futura guerra del agua aunque tengan piscina y la llenen con agua del barrio, hacen yoga y no son chupacirios. Y no tienen en la casa la verja electrificada sino apenas custodiada por perros de mandíbula de tigres. Hay progresistas que tienen la bondad de reconocer que las mujeres tienen el cerebro tan apto como el varón. Y mujeres progresistas que tratan al varón compasivamente, sobre todo en la cama donde este más declina. También los hay ricos solidarios que no andan buscándole a la suegra un geriátrico barato para internarla; y que apenas les arrebatan el reloj en un semáforo no sacan la pistola de repetición de la guantera para evitar la burocracia de la Justicia. Hay progresistas que hacen un arduo trabajo sobre si mismos para que los hechos no lo deslegitimen. El progresismo es capitalista pero quiere ser bueno; resistiendo las tentaciones. Cómo querer ser abstinente carnal en un prostíbulo o vegetariano en un sistema alimentario antropófago. Las tentaciones de un gobierno progresista le hacen sentir culpa, que no tienen nunca los de derecha. Pero tampoco la tendrían los de la izquierda máxima, si alguna vez gobernaran, porque no tendrían tentaciones. ¿Pero se puede simultáneamente ser progresista, peronista, estatista, policlasista, capitalista y nacionalista? Sí, se puede ser todo o algo. Y también se puede ser nada.
jueves, 4 de diciembre de 2008
crisis en el socialismo uruguayo por renuncia de tabaré al partido
El apoyo del PS a la despenalización del aborto y las fuertes críticas y objeciones al veto presidencial fueron determinantes para que Tabaré Vázquez anunciara su dimisión aunque no su única causa
La interna del Frente Amplio ya estaba sumida en una crisis por la disputa por la candidatura presidencial y Vázquez resolvió enviar su carta de renuncia, luego que el congreso del PS, que sesionó el 22 y 23 de noviembre, aprobó una moción por la cual se comprometió a volver a promover la despenalización del aborto. Ratificando así la férrea defensa que realizó el PS al proyecto de salud sexual y reproductiva.
Otro tema de confrontación entre Vázquez y Socialistas, es que en reiteradas oportunidades Vázquez expresó que la fórmula del Frente Amplio debía estar integrada por Danilo Astori y José Mujica. Sin embargo, el PS resolvió promover la postulación del ministro de Industria, Daniel Martínez.
La carta que pide la desafiliación fue enviada por Vázquez al secretario general de la colectividad, Eduardo Fernández, el 24 de noviembre, y se hace pública ahora, a tan solo dos días del Plenario Nacional del Frente Amplio que aprobará los nombres de los candidatos a la Presidencia que serán elevados al congreso de la coalición que sesionará los días 13 y 14 de diciembre.
La noticia de la renuncia generó desconcierto e inquietud dentro del partido.
Algunos integrantes del partido Socialista, confían de que el actual presidente cambie su decisión.“Vamos a seguir haciendo esfuerzos para que el compañero desista de su postura”, dijo la senadora socialista Mónica Xavier.
sábado, 15 de noviembre de 2008
definiciones peronistas de lo que viene
EN CHILE, KIRCHNER ANALIZO LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL
“Estamos en un fin de época”
En su presentación en el Foro Anual del Progresismo, el ex presidente defendió el proyecto de estatización de las AFJP y criticó a los medios de comunicación. Como respuesta a la crisis, pidió alentar el consumo y la demanda.
“Uno de los problemas del progresismo es si va a tener la capacidad transgresora de cambiar las reglas de juego en la región.” Desde las primeras frases que pronunció Néstor Kirchner en el Foro Anual del Progresismo en Santiago de Chile quedó claro que el ex mandatario se había propuesto no pasar inadvertido. El ex presidente cumplió con sus planes y dedicó su discurso a explicar la medida sobre las AFJP y a advertir sobre las nuevas formas destituyentes de los medios de comunicación. También se refirió a la crisis económica global, sobre la que habló en un tono que hasta ahora no se le había escuchado. “En la región tenemos que prepararnos. Estamos condenados necesariamente en el mismo círculo recesivo que las potencias del mundo”, dijo. Como propuesta, Kirchner exhortó a alentar el consumo y la demanda. “Tenemos que tener proyectos neokeynesianos que tiendan a potenciar el empleo”, arengó.
La visita de Kirchner a Santiago de Chile implicaba toda una novedad para este tipo de eventos. Su viaje al otro lado de la cordillera fue interpretado como un gesto hacia Michelle Bachelet. “Esto muestra el afecto que tiene con la presidenta”, destacó el senador chileno Carlos Ominami. Conocido dirigente del Partido Socialista, Ominami fue uno de los organizadores del foro. Como Kirchner esperaba que el pase al Estado de los fondos de las AFJP sería uno de los temas de interés, dedicó una buena parte de su discurso a explicar la iniciativa. “Con la Presidenta, tomamos la decisión de no estatizar los fondos de los jubilados, sino de cambiar el administrador”, aclaró. El titular del Partido Justicialista contó que la privatización de parte del sistema jubilatorio había generado “una deuda externa de 100 mil millones de dólares”. Luego pronosticó que el jueves 20 el Senado aprobará el dictamen mayoritario y se sancionará la ley.
La intervención de Kirchner tuvo un capítulo muy crítico hacia los medios de comunicación. Sin hacer menciones concretas, el ex presidente exhortó a los presentes a “no tenerle miedo a la cuestión mediática”. Entre los asistentes se encontraba el embajador chileno en Buenos Aires, Luis Maira; el titular de la Comisión de Representantes permanentes del Mercosur, Carlos “Chacho” Alvarez, más varios dirigentes y militantes de la Concertación chilena. “Los medios siempre les están pidiendo a los gobiernos. Siempre quieren más, no se conforman con ser un medio de expresión, quieren gobernar las sociedades. Que vayan a elecciones”, lanzó Kirchner. “Para que la democracia se consolide, no tiene que haber monopólicos informáticos”, agregó. Era un tono similar al que solía tener durante el conflicto por las retenciones.
En su cuestionamiento a los medios, Kirchner aludió al diario La Nación, cuyo lema centenario es “tribuna de doctrina”. “Son empresas con intereses que sirven a proyectos políticos. Se dicen ‘tribuna de doctrina’ y son de doctrina neoliberal para consolidar partidos, acciones y proyectos que tienen pensamiento único y uniforme”, criticó.
Lo escuchaban el ministro del Interior paraguayo, Rafael Filizzola; el senador chileno Ricardo Núñez y el jefe de la bancada del MAS boliviano en la Cámara de Diputados, César Navarro. La moderadora provenía de Europa: era la española María de los Angeles Fernández, del PSOE. Ante ellos, Kirchner sintetizó su párrafo sobre los medios con un concepto calcado del primer documento del espacio Carta Abierta. “Hoy hay formas más inteligentes que los golpes militares para destituir gobiernos”, concluyó.
En relación con la crisis global, Kirchner aprovechó el desconcierto de las ideas neoliberales para cuestionar a las consultoras que miden el riesgo país. “Si nos pueden poner 75 mil puntos, nos lo ponen. Si nosotros nos hubiésemos guiado por las consultoras, estaríamos ocultándonos bajo las montañas. Con toda intención se han equivocado”, aseguró. Añadió que esas consultoras “son pagadas por los mismos que quieren venir a saquear financieramente nuestras naciones”.
Para terminar, Kirchner se sumó a los pronósticos de que la crisis económica modificará pilares (otrora) esenciales del modelo económico. “Estamos ante un fin de época. Ante un punto de inflexión. Es la política neoliberal la que tiene que cambiar.”
martes, 30 de septiembre de 2008
las encrucijadas del progresismo
CHACHO ALVAREZ Y CHANTAL MOUFFE
EN UN DEBATE
SOBRE EL ESCENARIO SUDAMERICANO
En un encuentro organizado por el Cepes, políticos y politólogos analizaron los logros y las limitaciones de los nuevos gobiernos de la región. La deuda de revertir la desigualdad social y la necesidad de reformular el centroizquierda.
Por Javier Lorca
“En un mundo con pocas ideas de cambios, Sudamérica es una de las regiones más vibrantes”, postuló Carlos “Chacho” Alvarez en la apertura de un encuentro de reflexión sobre los “gobiernos progresistas” de la región. Políticos y politólogos ensayaron balances y perspectivas de las experiencias nacionales desarrolladas durante los últimos cinco años. Y hubo, más acá de los contrastes y la diversidad de miradas, un diagnóstico consensuado: pese a los cambios emergentes, el núcleo duro de la desigualdad social pervive intacto.
El debate fue organizado por el Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (Cepes) y las fundaciones Friedrich Ebert y Jean Jaurés. En el Hotel Claridge, el encuentro comenzó con un panel dedicado a “2003-2008, más de un lustro de la izquierda en el gobierno”. Chacho Alvarez y la politóloga belga Chantal Mouffe abrieron la discusión, que luego continuaron Carlos Ominami, de Chile; Carlos Gaviria Díaz, de Colombia; Ana María Sanjuan, de Venezuela, y Ausberto Rodríguez Jara, de Paraguay, y Valter Pomar, de Brasil (ver aparte).
Como entrada a su análisis, Alvarez propuso evitar “la diferenciación entre gobiernos prolijos y peligrosos, reformistas y revolucionarios”, y se centró en las afinidades entre “las ocho experiencias de cambio que vive Sudamérica” –donde incluyó a Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Chile–, “procesos que tienen una raíz común en el fracaso del modelo neoliberal de los ‘90”. El ex vicepresidente desbrozó esas características comunes en siete ideas:
- La definición de nuevos proyectos nacionales.
- Como un reflujo de lo ocurrido en la década previa, cuando los ministros de Economía pautaban los pasos de los gobiernos, se produjo “un recentramiento de la política, una subordinación de la economía a la política”.
- Parte de esa reversión, en lugar del mercado volvió a posicionarse el Estado.
- “Una redistribución de los bie-nes públicos y sociales”, una ampliación de la ciudadanía y del reparto del poder.
- Se avanzó hacia “una transformación productiva” y una “diversificación de la estructura”.
- Los nuevos gobiernos buscaron “una inclusión autónoma en la globalización”.
- Amén de los proyectos nacionales, los gobiernos apostaron “por una mayor integración regional” (Mercosur y Unasur).
Junto a esas similitudes, Alvarez señaló la existencia de diferencias relacionadas con el impacto diferencial del neoliberalismo. “No es casual que en Venezuela, Bolivia o Ecuador hayan surgido liderazgos parecidos, personalistas, ante la implosión de sus sistemas de partidos. A diferencia de lo que ocurrió en Brasil, Uruguay o Chile, donde se dieron procesos de cambio con fuerte rol de los partidos.” Al de Argentina, el titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur lo consideró un caso intermedio, por la conjunción de ruptura económica y continuidad política respecto de los ’90. Como cierre, destacó que los ocho países analizados reúnen tres deudas: “una mejor democracia, con instituciones más densas”; “un desarrollo más sostenido”, y “superar la desigualdad social mediante la distribución de la riqueza”. “Nunca se dieron estos tres órdenes en forma conjunta”, concluyó.
El mal ejemplo
¿Cuál es, para los gobiernos latinoamericanos, el ejemplo a no seguir? La respuesta de Chantal Mouffe: “La experiencia desastrosa” de las socialdemocracias europeas, cuyo problema “se localiza en la idea de centroizquierda”. Para la politóloga, “la famosa idea de la Tercera Vía fue presentada como la modernización de la socialdemocracia y, en realidad, fue la liquidación de la socialdemocracia”. Por esa vía, socialistas y comunistas aceptaron la premisa de “pensar más allá de izquierdas y derechas” y así se encontraron más al centro. Como aspecto positivo, esto implicó “el abandono de la idea de que los proyectos de izquierda debían significar un modelo revolucionario jacobino” y abrió un reconocimiento del pluralismo. “El problema es que se pasó de un modelo de amigo-enemigo, donde era necesario destruir para construir, a un modelo liberal, donde el oponente es concebido como un competidor. No se consideran estructuras de poder, sino intereses en competición.”
Como consecuencia de ese trueque, el centroizquierda dejó de apuntar a transformar las relaciones de poder y pasó “a imaginar que el terreno creado por el neoliberalismo no tiene alternativas”. El resultado es “una situación pospolítica”, porque “no se reconoce la dimensión del antagonismo, que es constitutiva de lo político”, dijo, retomando la tesis desarrollada en su libro En torno de lo político. El alto abstencionismo electoral de la ciudadanía sería un síntoma de esa pospolítica y una advertencia sobre la movilización que podrían convocar los populismos de derecha.
La propuesta que planteó Mou-ffe radica en “una democracia agonista”, que reconozca “la naturaleza hegemónica del orden social, no hay orden neutral, siempre hay alternativas y siempre hay estructuras de relaciones de poder”. Desde esa perspectiva, “no hay consenso posible entre proyectos antagónicos”, siempre hay uno que se impone sobre otros. El agonismo de Mouffe esquiva por igual la disyuntiva entre enemigos y entre competidores apelando a la noción de adversarios: “Los adversarios reconocen la legitimidad de las demandas del oponente. Luchan por imponerse a través de procedimientos e instituciones democráticas aceptadas por los adversarios. Hay un consenso conflictual, porque son parte de un espacio simbólico común”. El corolario dirigido a las experiencias latinoamericanas: “Para ser exitosa, una política requiere la creación de un bloque hegemónico. Para la izquierda, es necesario suscitar la adhesión de sectores cada vez más importantes de la sociedad. Es necesario construir un nosotros que no puede ser nunca absolutamente inclusivo: siempre tiene que haber un ellos”.
fuente: Página 12
EN UN DEBATE
SOBRE EL ESCENARIO SUDAMERICANO
En un encuentro organizado por el Cepes, políticos y politólogos analizaron los logros y las limitaciones de los nuevos gobiernos de la región. La deuda de revertir la desigualdad social y la necesidad de reformular el centroizquierda.
Por Javier Lorca
“En un mundo con pocas ideas de cambios, Sudamérica es una de las regiones más vibrantes”, postuló Carlos “Chacho” Alvarez en la apertura de un encuentro de reflexión sobre los “gobiernos progresistas” de la región. Políticos y politólogos ensayaron balances y perspectivas de las experiencias nacionales desarrolladas durante los últimos cinco años. Y hubo, más acá de los contrastes y la diversidad de miradas, un diagnóstico consensuado: pese a los cambios emergentes, el núcleo duro de la desigualdad social pervive intacto.
El debate fue organizado por el Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (Cepes) y las fundaciones Friedrich Ebert y Jean Jaurés. En el Hotel Claridge, el encuentro comenzó con un panel dedicado a “2003-2008, más de un lustro de la izquierda en el gobierno”. Chacho Alvarez y la politóloga belga Chantal Mouffe abrieron la discusión, que luego continuaron Carlos Ominami, de Chile; Carlos Gaviria Díaz, de Colombia; Ana María Sanjuan, de Venezuela, y Ausberto Rodríguez Jara, de Paraguay, y Valter Pomar, de Brasil (ver aparte).
Como entrada a su análisis, Alvarez propuso evitar “la diferenciación entre gobiernos prolijos y peligrosos, reformistas y revolucionarios”, y se centró en las afinidades entre “las ocho experiencias de cambio que vive Sudamérica” –donde incluyó a Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Chile–, “procesos que tienen una raíz común en el fracaso del modelo neoliberal de los ‘90”. El ex vicepresidente desbrozó esas características comunes en siete ideas:
- La definición de nuevos proyectos nacionales.
- Como un reflujo de lo ocurrido en la década previa, cuando los ministros de Economía pautaban los pasos de los gobiernos, se produjo “un recentramiento de la política, una subordinación de la economía a la política”.
- Parte de esa reversión, en lugar del mercado volvió a posicionarse el Estado.
- “Una redistribución de los bie-nes públicos y sociales”, una ampliación de la ciudadanía y del reparto del poder.
- Se avanzó hacia “una transformación productiva” y una “diversificación de la estructura”.
- Los nuevos gobiernos buscaron “una inclusión autónoma en la globalización”.
- Amén de los proyectos nacionales, los gobiernos apostaron “por una mayor integración regional” (Mercosur y Unasur).
Junto a esas similitudes, Alvarez señaló la existencia de diferencias relacionadas con el impacto diferencial del neoliberalismo. “No es casual que en Venezuela, Bolivia o Ecuador hayan surgido liderazgos parecidos, personalistas, ante la implosión de sus sistemas de partidos. A diferencia de lo que ocurrió en Brasil, Uruguay o Chile, donde se dieron procesos de cambio con fuerte rol de los partidos.” Al de Argentina, el titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur lo consideró un caso intermedio, por la conjunción de ruptura económica y continuidad política respecto de los ’90. Como cierre, destacó que los ocho países analizados reúnen tres deudas: “una mejor democracia, con instituciones más densas”; “un desarrollo más sostenido”, y “superar la desigualdad social mediante la distribución de la riqueza”. “Nunca se dieron estos tres órdenes en forma conjunta”, concluyó.
El mal ejemplo
¿Cuál es, para los gobiernos latinoamericanos, el ejemplo a no seguir? La respuesta de Chantal Mouffe: “La experiencia desastrosa” de las socialdemocracias europeas, cuyo problema “se localiza en la idea de centroizquierda”. Para la politóloga, “la famosa idea de la Tercera Vía fue presentada como la modernización de la socialdemocracia y, en realidad, fue la liquidación de la socialdemocracia”. Por esa vía, socialistas y comunistas aceptaron la premisa de “pensar más allá de izquierdas y derechas” y así se encontraron más al centro. Como aspecto positivo, esto implicó “el abandono de la idea de que los proyectos de izquierda debían significar un modelo revolucionario jacobino” y abrió un reconocimiento del pluralismo. “El problema es que se pasó de un modelo de amigo-enemigo, donde era necesario destruir para construir, a un modelo liberal, donde el oponente es concebido como un competidor. No se consideran estructuras de poder, sino intereses en competición.”
Como consecuencia de ese trueque, el centroizquierda dejó de apuntar a transformar las relaciones de poder y pasó “a imaginar que el terreno creado por el neoliberalismo no tiene alternativas”. El resultado es “una situación pospolítica”, porque “no se reconoce la dimensión del antagonismo, que es constitutiva de lo político”, dijo, retomando la tesis desarrollada en su libro En torno de lo político. El alto abstencionismo electoral de la ciudadanía sería un síntoma de esa pospolítica y una advertencia sobre la movilización que podrían convocar los populismos de derecha.
La propuesta que planteó Mou-ffe radica en “una democracia agonista”, que reconozca “la naturaleza hegemónica del orden social, no hay orden neutral, siempre hay alternativas y siempre hay estructuras de relaciones de poder”. Desde esa perspectiva, “no hay consenso posible entre proyectos antagónicos”, siempre hay uno que se impone sobre otros. El agonismo de Mouffe esquiva por igual la disyuntiva entre enemigos y entre competidores apelando a la noción de adversarios: “Los adversarios reconocen la legitimidad de las demandas del oponente. Luchan por imponerse a través de procedimientos e instituciones democráticas aceptadas por los adversarios. Hay un consenso conflictual, porque son parte de un espacio simbólico común”. El corolario dirigido a las experiencias latinoamericanas: “Para ser exitosa, una política requiere la creación de un bloque hegemónico. Para la izquierda, es necesario suscitar la adhesión de sectores cada vez más importantes de la sociedad. Es necesario construir un nosotros que no puede ser nunca absolutamente inclusivo: siempre tiene que haber un ellos”.
fuente: Página 12
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