-¿A mí me preguntás? ¡Ustedes sabrán!.
El subdirector de Fiscalización de la AFIP, Horacio Curien, sonrió frente a la consulta de uno de los contadores del grupo Techint. Fue ayer al mediodía, en un brindis por fin de año frente a la Plaza de Mayo. El siderúrgico se refería a un acuerdo de intercambio de información tributaria firmado en octubre con Luxemburgo, el verdadero kilómetro cero del holding, que revelará el 2 de enero al fisco argentino si debería cobrarle más impuestos por las ganancias de todo el mundo que centraliza en el pequeño ducado.
A la misma hora pero en San Pablo, otro coronel de Paolo Rocca transpiraba frente al televisor mirando al procurador general de Dilma Rousseff, Rodrigo Janot, quien por primera vez mencionó a la constructora del grupo ítalo-argentino entre las sospechosas de haber integrado el “club de las coimas” que organizaron las contratistas de Petrobras para repartirse obras millonarias que encargó la gigante vecina en los últimos años. Fue el cierre de una semana dura para el hombre más rico del país, dueño de una fortuna de u$s 6.300 millones según Forbes, quien vio desplomarse en pocos días el barril de crudo a su menor nivel en cinco años, y con él las perspectivas de sus mejores clientes: las petroleras.