Fueron unos minutos de distensión impostada, hasta que el funcionario del gobierno nacional desplegó un papel que no leyó demasiado y, como quien recita un manifiesto, empezó y terminó con críticas, máximas y reclamos: "Estamos ante una situación de gravedad institucional que atraviesa todo el Poder Judicial, pero, desde el Gobierno y desde la sociedad en general, se percibe que es causada en buena medida por el funcionamiento de la propia Corte Suprema".
"Vinimos a expresar nuestra preocupación", remarcó con una referencia a "los últimos cinco años", en obvia alusión al desempeño cortesano a partir del gobierno de Mauricio Macri. En menos de media hora habló de la "mesa judicial", las visitas de jueces a la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, el abuso de las prisiones preventivas, el espionaje, el uso político y el manejo de los tiempos de las decisiones según a quién afecten (repitió varias veces las frases "indecorosa pasividad" para las causas de derechos humanos y "sospechosa celeridad" para las cuestiones corporativas), y hasta revolvió en las designaciones de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, tanto como cortesanos como, hace poco, como presidente y vice del del tribunal.
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