jueves, 2 de octubre de 2008

¿cuánto se puede comprar con u$s700 mil millones?



Equivale al costo de las guerras de Afganistán e Irak juntas,

doce veces la fortuna de Bill Gates,

un poco menos que todo el PBI de África.


Aunque no alcanza para comprar a las petroleras Exxon y PetroChina.

El impacto de la crisis de crédito se expandía el jueves, amenazando a industrias y empleos en todo el mundo y presionando al Congreso de Estados Unidos para que apruebe un plan de rescate de 700.000 millones de dólares para resolver el caos financiero.¿Cuánto es 700.000 millones de dólares?

¿Qué se puede comprar con esa suma? Comparada con la deuda de Estados Unidos, que el Tesoro de Estados Unidos pidió incrementar a 1,131 billones de dólares para financiar el plan, no parece mucho.

Estas son algunas de las cosas que se pueden hacer con 700.000 millones de dólares:-

*Estados Unidos invirtió más de u$s800.000 millones en las guerras de Irak y Afganistán desde el 2001.-

*Con 12 veces la fortuna de Bill Gates se podría costear el rescate.

El fundador de Microsoft encabeza la lista de los hombres más ricos de Forbes, con un patrimonio personal de 57.000 millones de dólares.-

*En conjunto, las posesiones de los 400 estadounidenses más ricos tienen un valor neto de 1,57 billón de dólares, o casi el doble de lo que cuesta el rescate.-

*700.000 millones de dólares es casi lo mismo que el producto interno bruto de Holanda, o cinco veces el de Paquistán.- La suma es sólo u$s100.000 millones menos que el producto interno bruto de toda Africa.-

*Supera en 78.000 millones de dólares el presupuesto de defensa de Estados Unidos para el 2007.-

*El plan podría ser financiado con el valor de mercado de las dos mayores compañías petroleras del mundo, Exxon Mobil Corp y PetroChina, que hasta el jueves era de 403.000 millones y 325.000 millones de dólares, respectivamente. Habría incluso un cambio de 28.000 millones de dólares.

la silla vacía de Rachid


Un artículo de Jorge Rachid


LA SILLA VACIA


El terremoto que sacude al mundo financiero desnuda los pálidos finales del imperio hegemónico, que dominó, con recetas neoliberales y descansando la ejecución de las mismas en los organismos de créditos tipo FMI, BM y BID, sobre el resto de los países, planteando la desregulación de la economía junto a la primacía del sector financiero –por sobre el productivo– como la nueva lógica de la modernidad.
Ya en el año 2000 Lester Turow en su libro “La guerra del siglo XXl”, relataba que el imperio americano encontraba su máxima debilidad en lo que aparecía como su fortaleza: había perdido sus tecnologías de punta conservando sólo la espacial-militar; se agravaban sus conflictos étnicos, su economía estaba desmadrada ya entonces con déficit fiscal en miles de millones, no tenía control monetario sobre los dólares circulantes pese a ser adoptada como moneda universal de cambio y en definitiva, decía entonces el autor, sólo le queda el ejército más poderoso del mundo como el ejército romano en Bizancio, que 200 años después se enteró de la caída de Roma.

Otra autora –Amy Chua– en su libro “El mundo en llamas”, relata desde otro lugar la pérdida del hegemonismo norteamericano al dar cuenta del avance de las minorías chinas dominantes en los países del sudeste asiático y su influencia en los centros financieros más importantes del mundo, en especial en la Reserva Federal de EE.UU., con una deuda que hoy llega a 500 mil millones. Desde diferentes ópticas, desde distintas miradas, dos economistas de nota desde hace años junto a otros como Joseph Stiglitz, premio Nóbel, o Paul Krugman entre los norteamericanos, advertían sobre la codicia, la concentración de la riqueza, la extorsión financiera al resto de los países, lo que sumado al enorme gasto de la guerra de Irak, llevó al país del norte a una situación de no retorno.
Se podrá decir que medidas paliativas superarán la crisis, pero lo estructural del neoliberalismo está dañado políticamente, está viviendo su último tiempo que puede durar años sin dudas, pero un nuevo escenario se está desarrollando que ocupará su lugar.
Algunos creerán que con cosmética se sale de esta situación. Se equivocan. Los pueblos no quieren soportar más capitalismo salvaje para algunos y socialismo de las pérdidas para las mayorías empobrecidas. No quieren pagar la fiesta de los otros los que nunca fueron invitados, ni quieren invertir sus ahorros en casas ajenas después de 30 años de cultura individualista, con teorías del derrame que nunca llegaron y un sálvese quien pueda que siempre miraron desde abajo.
Los pueblos no están dispuestos a soportar tanta injusticia social, desde el pueblo norteamericano al boliviano, desde el asiático al europeo.
Este capítulo final deja la silla vacía del “Fin de la historia” de Fukuyama, ahora arrepentido de su libelo ecuménico, que sirvió para demoler a diestra y siniestra economías de todos los países emergentes con una nueva lógica, que implicó la sumisión a las políticas imperiales, entregando a la voracidad financiera el capital acumulado por generaciones de latinoamericanos, de trabajo y esfuerzo con sacrificio, que edificaron la época gloriosa del estado de bienestar. Nuestro país fue lamentable pionero en ese camino de frivolidad y corrupción, además de traición a la Patria, al entregar soberanía en la decisión.
Así fueron cayendo desde compañías de aviación hasta las fábricas de aviones, desde planes nucleares y tecnología de punta misilística hasta el manejo de los recursos no renovables, desde las empresas monopólicas del Estado hasta las empresas navieras, todo bajo el precepto del Estado ausente que es una cuestión de fondo en cultura neoliberal.
El endeudamiento como forma de control político estratégico, fue la llave del proceso que inundó el mundo, de capitales siempre sospechados de lavado, “inversiones” extranjeras reclamadas por los liberales, “capitales buitres” para nosotros, quienes veíamos en la supuesta solución propuesta, la derrota nacional y la pérdida de identidad.

Ese modelo está cayendo en el centro del imperio. Algunos analistas insisten en querer hacernos partícipes del velorio, que sin duda habrá como latigazos de un derrumbe con consecuencias sociales severas, con desocupación y miserias, pérdidas de proyectos de vida que parecían garantizados en una maqueta de vida ficcional creada por las sucesivas burbujas financieras sin respaldo, seriedad ni compromiso.
Las AFJP aquí, los fondos de inversión allá, los seguros masivos, las aseguradoras de riesgos, los ahorros de los trabajadores, todo apostado a la timba financiera manejada por inescrupulosos personajes del jet set internacional, donde figuran fortunas de miles de millones conseguidas por pases mágicos sin producir un escarbadientes, habitantes de los medios, reporteados como los nuevos ganadores del sistema, a costa de millones de nuevos pobres.
La silla vacía generará nuevos postulantes al sitial del poder, proceso que veremos en los próximos tiempos en un reacomodamiento de alianzas internacionales, pero sin dudas esta situación reafirma la necesidad del fortalecimiento estructural de la UNASUR en todos sus aspectos –no sólo económicos sino políticos– y de apertura a los pueblos como libre tránsito, eliminación de fronteras, libre ejercicio profesional con acreditación sudamericana, pasaporte y moneda comunes, embajadas conjuntas, misiones comerciales comunes, Banco del Sud y Pacto Militar UNASUR, como forma de preparar los futuros nuevos tiempos internacionales desde un situación de fortaleza y de principios que reivindiquen la política como herramienta estratégica de construcción de modelos sociales más justos, países más fuertes, pueblos más felices con economías solidarias con un Estado presente en los derechos sociales y humanos, constitucionalmente establecidos.
CABA 1-10-08

14 años sin el colorado


Este martes 2 de octubre se cumplen 14 del fallecimiento del político y pensador argentino Jorge Abelardo Ramos. Escritor original, prolífico y polémico, Ramos ha sido señalado como uno de los intelectuales más brillantes de América Latina, a la vez que una de sus plumas más eximias.Fundador de la “izquierda nacional”, escribió numerosos libros y ensayos sobre política, historia y literatura. Su “Revolución y contrarrevolución en la Argentina” fue reeditada y reformulada varias veces desde su aparición en 1957 y fue una referencia ineludible para varias generaciones de militantes y políticos argentinos. “Historia de la Nación Latinoamericana”, otro de sus textos fundamentales, plantea la unidad de la América hispana, retomando la idea de su primer libro, “América Latina: un país”, publicado en 1949. A lo largo de su lucha política, fundó el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN), El Frente de Izquierda Popular (FIP) y el Movimiento Patriótico de Liberación (MPL).Sus textos no han sido la obra de un teórico, un historiador o un doctrinario, sino el producto vívido de su militancia política, en su devenir, su fluidez y sus transformaciones.

Nuestro recuerdo respetuoso.

rudy se acordó de discepolín

por Rudy


Yo no sé si el mundo fue y será una porquería ya lo sé, lector, porque creo que, mal que bien, uno va encontrando los lugares, las personas, los afectos, todo eso por lo que la vida vale. Pero que este siglo veintiuno es un cambalache, un despliegue de maldad insolente, de Biblia junto al calefón, de que el que no afana es un gil, de que uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, y de que da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, ya no hay quien lo niegue. y eso que Discépolo no se dedicaba a dar clases de astrología, ni era gurú financiero de ninguna empresa, ni consultor senior, ni gerente de marketing, ni nada de eso.
Es cierto, él conoció una crisis, la del ‘30, la que le hizo escribir yira, yira, “la yerba de ayer, secándose al sol”, en el que otro se ponía las pilchas que vos te sacás. Decía “que al mundo nada le importa”, y todas esas cosas que a mucha gente le cuestan años de psicoanálisis, o de calle, entender.
Y ahora, and now, bueno, parece que los bancos de EE.UU., el sistema financiero, eso tan sólido que existe en el mundo, si hace crac no es boom. O por decirlo de alguna manera, parece que el Titanic financiero chocó con un iceberg, y al grito de “¡Los ricos primero, los ricos primero!” todos quieren un lugarcito en los botes salvavidas. El problema es que parece que los botes salvavidas los prestaron a un altísimo interés, y entonces... no están. Algo parecido a lo que mostraban en esa brillante película de los ‘60, Trampa 22 (Catch 22) en la que un soldado se quiere tirar en paracaídas y, al abrirse, en lugar del susodicho, encuentra un vale, un recibo, ya que la tela fue vendida porque era negocio.
Hay quien dice que éste es el fin del neoliberalismo tal como lo conocimos y otros dicen que entonces va a venir uno peor. La cuestión es que hay grandes bancos en grandes problemas, cifras con tantos ceros que parecen que no son nada; pero son demasiado, argentinos que los miramos de reojito diciendo “¡ja, tienen ‘una’ crisis, nosotros ya estamos curados de espanto”, norteamericanos que nos miran de reojo (aunque en general ni nos ven) y dicen: “¿Ustedes creen que tienen crisis, ¡crisis son las nuestras!”. Y así.
Y nosotros ¿qué somos? (Como suelen preguntarle algunas mujeres a su ¿novio/amigo/amante/eventual/quiensabequé?) ¡Somos humoristas! Y por eso, nuestro plan de salvataje es hacer chistes, todos los que podamos. Y compartirlos con usted, lector.




fuente página 12

decadencia y protagonismo

Una opinión
La decadencia de la UCR y el protagonismo de Alfonsín

La responsabilidad que le cabe al histórico dirigente del radicalismo. Pudo cambiar la historia. No pudo o no quiso, pero nunca dejó la escena política.
Por Alejandro Horowicz. Sociólogo
La responsabilidad por la decadencia de un partido político difícilmente suele reconocer un responsable personal. Por lo general, razones sociológicas más abarcativas –el clima de época, la desintegración del orden social, conflictos sin superación positiva, crisis en el entramado que representa– suelen absorber las pifiadas personales. Las explicaciones omnicomprensivas suelen encubrir graves errores de conducción, errores que pasan inadvertidos tras la mecánica de una decisión institucional. El error de cálculo suele ser la contracara de la dificultad de evaluar un curso de acción, y este error siempre tiene inequívocos responsables personales.
Tras el derrumbe del poder militar en el ‘83, un partido pasó de beneficiario directo del orden anterior a víctima propiciatoria de su funcionamiento: la Unión Cívica Radical. Y un dirigente acompañó biográficamente esa eclipse: Raúl Alfonsín.
Muy pocos presidentes tuvieron la posibilidad de producir un vuelco en la historia colectiva (en mi contabilidad solo tres: Perón, Alfonsín y Kirchner), ninguno fue capaz de impulsar un nuevo curso. No nos proponemos analizar los motivos de esta invariante histórica, sino asumir un dato: aquí la potencia política del régimen presidencial es muy grande; el presidente es por tanto responsable decisivo de su acción de gobierno. En el caso de Alfonsín esta responsabilidad excede largamente esta función. Avancemos con orden. No sólo fue el dirigente radical clave durante los años de plomo –su participación en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, a la que lideró genuinamente, le dio un espacio único–, sino que supo manejar como nadie la proximidad a la dictadura del ‘76 –que contó con su apoyo explícito, basta releer la revista que dirigió, Propuesta y Control, para constatarlo– al tiempo que construyó la prudente distancia –rechazo de la ley de autoaministía de los militares– que le permitiría capturar el voto juvenil en 1983. Y desde allí acceder, por primera vez para un radical, desde 1945, mediante elecciones libres, a la primera magistratura. Era el radical capaz de batir electoralmente al peronismo. Juan Alemann, secretario de Hacienda de la gestión de Martínez de Hoz, escribió después de las elecciones del ‘83 una celebrada nota en Ámbito Financiero, titulada De nada, doctor Alfonsín; allí explicaba que las transformaciones de la siniestra dictadura le habían posibilitado la victoria. Una clásica interpretación omnicomprensiva, y por tanto un modo particularmente injusto de desconocer sus méritos en tan restallante victoria.La pendiente radical. Una cosa es maniobrar para conquistar la mayoría –ésa es la principal capacidad política de Raúl Alfonsín– y otra bien distinta, gobernar el salvaje potro de la historia nacional. Digámoslo sin eufemismos: él no posee esa última destreza. Ergo, cuando de gobernar se trata, pierde el enorme caudal acumulado en el proceso anterior. Es un maestro en el arte de protagonizar un punto de convergencia política, y un mediocre en la tarea de dirigir un gobierno nacional. Por tanto, en el poder no le preocupa demasiado al establishment, al que cede hasta agotarse, pero en el llano, Alfonsín debiera preocupar a todos los gobiernos. Y a nadie se le escapa que ahora está en el llano, tras recorrer una pendiente poco habitual. Echemos una mirada rápida. En las elecciones nacionales del 2003 el radicalismo obtuvo el 2,34 por ciento de los votos emitidos, lo que permite afirmar sin cargar mucho las tintas que obtuvo más en la interna que en la nacional. Y ése es un dato preocupante: el caudal radical quedó en manos de Carrió (14,05 por ciento) y López Murphy (16,37 por ciento), pero ninguno de los dos se presentó a las internas de la UCR porque no las podía ganar. Y acá está el punto: la independencia del aparato político permite falsificar la voluntad popular; de modo que Alfonsín, sin caudal societario real, se adueñó de la marca. El partido centenario condenó a sus votantes a una brumosa diáspora, para asegurar a los fieles de Alfonsín la conducción nacional. Una oligarquía política, en sentido aristotélico. En las elecciones del 2007, el radicalismo concurrió con candidato prestado por el oficialismo: Roberto Lavagna. En cambio, el oficialismo sumó al ex gobernador radical de Mendoza. Tomar a Lavagna era el modo de capear otra crisis en la que la UCR no podía repetir la elección del 2003, y ese módico objetivo se alcanzó. Alfonsín preservó su lugar en el juego, lo demás pasó a tercer plano. En cambio, incluir a un radical K en la fórmula no aportó en cuanto a caudal, sino a formar una imagen que buscaba distanciarse de las fuerzas tradicionales. Conviene subrayar que la fórmula Cristina Fernández de Kirchner y Julio Cobos no la sostenía el PJ, sino el Frente para la Victoria. Y que el justicialismo carecía, por ese entonces, de destino previsible. La oposición –sobre todo mediática– eligió desgastar rápido a la flamante presidenta, con el argumento de la continuidad. El escándalo de la valija venezolana fue el principal argumento. Tanto que durante los primeros días el conflicto campero no ganó la tapa de los diarios. Bastó que la Sociedad Rural venciera en el espacio público, para que el gobierno traspasara el debate al Congreso. Y que el Congreso espejara agónicamente la nueva relación de fuerzas. En ese instante Cobos, que no estaba en el libreto de nadie, produjo el vuelco, pasando de figurita decorativa a héroe de la derecha nativa. En ese punto Alfonsín volvió a mostrar quién era: un punto de reagrupamiento posible, de Cobos, de la oposición, de la diáspora radical, de la política nacional. El departamento de la Recoleta recuperó glamour, y en solemne peregrinación los fragmentos de un poder disperso intentan recomponerse. El milagro surge de un error de cálculo oficial –las trayectorias importan poco– y si el error vuelve a repetirse, el próximo candidato de la oposición en el 2011 lo decidirá Raúl Alfonsín.
fuente: el argentino.