miércoles, 1 de octubre de 2008

licastro y lo estratégico de la paz

Delegación Argentina
Junta Interamericana de Defensa
2405 I Street, NW
Washington, DC 20037


LA PAZ COMO RECURSO ESTRATÉGICO *


Señoras y señores:

Me es muy grato presentar la perspectiva argentina en la construcción de las medidas de confianza con Chile, en esta conferencia conjunta organizada tan cordialmente por la Junta Interamericana de Defensa -JID-. La finalidad propuesta es extraer conclusiones académicas y didácticas que puedan resultar interesantes en la dinámica de la realidad regional y continental de las Américas.

En nuestro concepto, el punto de inicio de este recorrido fructífero de valor político, diplomático y militar es el Acuerdo del Beagle de 1978, logrado con la generosa intervención de Juan Pablo II quien, como él mismo lo afirmara en un momento histórico crucial, prefirió arriesgar el prestigio internacional de la Santa Sede en una mediación difícil, que aceptar pasivamente una guerra entre países hermanos, de incalculables consecuencias proyectadas en el espacio y en el tiempo.

Esta presencia lúcida y carismática fue la que guió las conversaciones diplomáticas que culminaron en el Tratado de Paz y Amistad, firmado en Roma el 29 de noviembre de 1984, y que hoy ilumina las relaciones entre ambos estados en una época diferente y superadora.

Lo útil mira al porvenir

Una sabia reflexión de la filosofía clásica dice que “lo útil mira al porvenir” [Aristóteles], y es con ese espíritu que resulta adecuado tratar este Acuerdo, cuya dinámica basada en la pacificación y el consenso llevó directamente del conflicto a la confianza y de la confianza a la apertura en las relaciones exteriores de Argentina y Chile. Esta nueva concepción, expresada en la voluntad política de los estadistas y fundada en la amistad histórica de los pueblos, permitió en forma rápida y sucesiva solucionar totalmente los problemas limítrofes pendientes en una de las fronteras más largas del mundo, dominada por una gran cordillera y la presencia austral de los hielos continentales.

En sólo 30 años, el tiempo apenas de una generación, las medidas de confianza mutua se multiplicaron hasta culminar en la integración de la Fuerza de Paz Combinada “Cruz del Sur”, cuyas recientes ejercitaciones en la ciudad argentina de Comodoro Rivadavia [2008], verificaron su preparación y capacitación de excelencia para cumplir misiones de paz con mando unificado. Una transformación notable, a tono con el verdadero arte de la conducción política, que debe nutrirse siempre de iniciativa e innovación para adaptarse creativamente a las oportunidades de la evolución y abrir así nuevas perspectivas para todos.

Esta velocidad en la resolución de problemas que se habían eternizado en épocas pasadas y que, manejados con la arbitrariedad propia de las dictaduras, pusieron a ambos países al borde de una guerra fratricida, prueba hasta que punto las motivaciones del conflicto eran artificiales y sectoriales. Ellas no representaban, de ningún modo, la opinión de pueblos hermanos, sancionada de modo ejemplar por la historia durante 200 años de hipótesis, amenazas y crisis, correspondientes a viejas teorías geopolíticas, pero que nunca pudieron forzar ninguna guerra. En consecuencia, esta frontera tan larga y compleja fue también, por la realidad inapelable de los hechos, una de las fronteras más pacíficas y estables del mundo.

No podría ser de otra manera, porque Argentina y Chile nacieron a la independencia unidos para conquistar la libertad. Una gesta encabezada por San Martín y O’Higgins, que posibilitaron que una fuerza –diríamos hoy multinacional- con una insignia continental, la bandera del Ejército de los Andes, incorporara también soldados de lo que actualmente son Bolivia, Paraguay y Uruguay, para llevar su gloriosa campaña al Perú y el Ecuador.

Allí se encontraron con las tropas venezolanas y colombianas del Libertador Bolívar, sellando la soberanía de la América del Sur, en forma comparable a la acción de Washington en la América del Norte –en las 13 colonias británicas de entonces- pero obviamente con una mayor vastedad territorial por las tierras y mares emancipados en conjunto del imperio español.

¿Qué nos mantuvo unidos y en paz, por sobre los incidentes tantas veces inducidos por metrópolis neocoloniales para “dividir y reinar”?. Sin duda fue la identidad cultural, en cuyo seno hay inscriptas creencias profundas que avalan el sueño de un destino compartido. Sentimientos e ideas que la democracia restaurada puede y debe fortalecer y llevar a la práctica: los derechos inviolables de la persona humana, la equidad y la justicia social, y el desarrollo educativo, tecnológico y económico. Grandes retos presentes y futuros que no pueden encararse con éxito de manera aislada, sino asumiendo en plenitud la era del continentalismo y la integración.

Esta realización universal, en la actualidad, de las teorías geopolíticas y geoeconómicas que señalaban y señalan el paso obligado por la instancia de la unión regional, para fomentar el desarrollo integrado, y así evitar los aspectos negativos de una globalización asimétrica, desafían la trayectoria argentino-chilena, a mitad de camino aún entre el acercamiento, la apertura y una real asociación en sus múltiples significados.

Es imposible que este camino vuelva al viejo escenario de competencia y rivalidad, en una dirección retrógrada que iría contra todas las tendencias modernas en lo político, económico y social. Pero también es cierto que una simple relación amistosa, acotada a pequeños proyectos, no cubriría la expectativa de los pueblos, ni aprovecharía el enorme potencial de nuestros países para concretar intereses y coordinar acciones de gran beneficio mutuo, a fin de acceder en forma inteligente al futuro.
Hacia una asociación estratégica

En este punto, y aunque parezca paradójico, la confianza mutua en el plano militar – que inició este proceso – resulta insuficiente, ante la posibilidad de establecer un nuevo tipo de relación, caracterizada por la asociación estratégica. Ella supone comprobar y ratificar las condiciones dadas para formular propuestas mayores a mediano y largo plazo, a fin de ir asumiendo una identidad unificada para el desarrollo de ambas naciones: sea por sí mismas, sea por el marco regional que la requiere como condición de su propia factibilidad, en la iniciativa de crear el Consejo Sudamericano de Defensa.

Esta fue la concepción que prevaleció en tres grandes estadistas sudamericanos –Juan Perón, Getulio Vargas e Ibáñez del Campo- quienes ya a mediados del siglo XX se anticiparon con el proyecto precursor del “ABC” [Argentina-Brasil-Chile]. Ellos comprendieron que la unión económica sería imposible con un conflicto permanente y estéril en el espacio de gran valor estratégico del cono sur del continente.

Baste observar el mapa para comprender el determinismo geográfico de una relación binacional proyectada realmente al futuro. Allí vemos a dos únicos países americanos australes, compartiendo una cordillera que sintetiza las cuencas atlántica y pacífica con una dimensión bioceánica; de cara a los grandes pasajes marítimos creados por la naturaleza; y frente al continente antártico que registra su presencia esforzada en estas latitudes y los convierte de hecho y de derecho en estados bicontinentales.

En cuanto a las vías diplomáticas, y descartada para siempre la intemperancia del unilateralismo, deben considerarse armónicamente la acción bilateral y la acción multilateral, que no sólo no se excluyen, sino que son confluyentes y complementarias. Esto es así tanto a nivel del Mercosur ampliado, como de Unasur, para ir compatibilizando progresivamente la identificación de objetivos comunes, la definición de prioridades, la determinación de los principales actores y mecanismos de acción, y el establecimiento de las instituciones responsables.

La prudencia, la discreción y las buenas maneras siempre serán válidas para el ejercicio profesional de las relaciones internacionales, pero no pueden sustituir las iniciativas esenciales y las propuestas sinceras, para dar nueva vida a la interacción entre estados vecinos y afines en una etapa distinta de su trayectoria. Esta verdad elemental cierra el capítulo intrascendente de un juego diplomático anacrónico, que tanto tiempo malgastó en el laberinto de las hipótesis de conflicto, negando las tareas compartidas de un progreso necesario y obvio.

Por esta razón, que es común a todos los países hermanos de la región, tenemos la oportunidad histórica –que quizás no se repita fácilmente- de dar pasos inéditos para ir alcanzando una nueva clase de entidad política, económica y militar. Así se advierte en el ejemplo de lo que ocurre en la Unión Europea, en la América del Norte y en la América Central, con sus propias realidades y criterios de acción, pero siempre tras el esfuerzo imprescindible de imaginar una nueva clase de poder colectivo, para el mejor equilibrio y prosperidad de las diferentes regiones del mundo.


Un desarrollo mancomunado, integral y sostenido

América de Sur por su posición territorial y cultural representa lo que se ha definido sugerentemente como el “extremo occidente”; y que por una paradoja de la globalización, está determinada a un mayor enlace económico y comercial con las potencias emergentes del “extremo oriente”.

Los efectos del comercio a gran escala entre ambos espacios geoeconómicos son incalculables, específicamente para quienes compartan una visión bioceánica que ya no está encerrada por fortuna a las líneas de mira de los buques de guerra. Ella pertenece ahora a la potencialidad mancomunada de la infraestructura portuaria, marítima y de los corredores de movilización y transporte para un intercambio mutuamente fructífero, que cada día implementará nuevas técnicas y tácticas de crecimiento.

Por eso afirmamos que la paz es un recurso estratégico, junto a la consolidación y perfeccionamiento de la democracia, para acompañar esta tendencia inexorable al desarrollo integral y sostenido, que nuestros países necesitan para salir simultáneamente de la marginación en cuestiones económicas y de seguridad internacional. Esto equivaldrá a autodeterminar nuestra existencia y elegir nuestro destino. Es decir: cumplir con la promesa fundacional lanzada al testimonio de los tiempos por nuestros padres de la patria.

El bicentenario de nuestra libertad es un horizonte propicio para repensar nuestra vocación de soberanía y dignidad. Ellas no se concretarán por medio de un nacionalismo insularizado que no tenga en cuenta la cuestión nacional de los países vecinos, como muchos latinoamericanos creímos en algún momento de nuestra militancia juvenil. No en vano hemos debido madurar en el escenario esclarecedor de la dinámica histórica, para comprender definitivamente que en 2010, como en 1810, el ideal heroico y vibrante es el de la construcción de la patria grande.

Cuando la divina providencia construyó la Cordillera de los Andes, en el curso de una evolución geológica que persiste, sabía que los pueblos que habitarían a ambos lados de este monumento de la naturaleza – los pueblos trasandinos formados de sangres originarias e inmigrantes – tendrían las posibilidades y los problemas de toda unión de hermanos. Falta ahora nuestra colaboración para que la mano del hombre siga la obra de la creación en la evolución de la conciencia colectiva de nuestras sociedades, transformando el sentido geopolítico de las fronteras, de motivo de conflicto a puente de encuentro y realización de una unidad más fuerte.

No se trata de una actitud excesivamente idealista ni ingenua, porque ningún estado que se precie de tal, abandona su defensa nacional ni descuida su integridad territorial. Por el contrario, la asociación mutua es una decisión realista y necesaria, gestada en la maduración de una cultura estratégica, capaz de sumar factores diversos y múltiples a favor de la identidad histórica, la vecindad geográfica y el nuevo poder de la unión regional.

De qué otro modo podríamos comprender y adaptarnos a la velocidad de cambio de un mundo donde ocurren hechos impensables para nuestra generación: la implosión de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, la unidad de Europa el continente que generó las guerras mundiales, el ascenso vertiginoso de China e India, el ataque terrorista a las Torres Gemelas y el derrumbe de Wall Street. Sucesos no siempre producidos por un enemigo exterior, pero que reclaman una participación más activa de los pueblos en la construcción pacífica y laboriosa de su propio destino.

Muchas gracias.

* Exposición del Ministro Julián Licastro, Jefe de la Delegación Argentina, en la conferencia “Construyendo medidas de confianza con éxito – Caso: Argentina – Chile”, organizada por la Junta Interamericana de Defensa, en su sede, Washington, 1º de octubre de 2008.

las contradicciones de mariano


Cada vez más claro, Mariano. El mismo que se ha emocionado por el voto no positivo del vicepresidente Cobos y ha convocado a la rebeldía de los legisladores oficialistas y celebra las traiciones al gobierno nacional (argentino, por supuesto), ahora llama pusilámines a los republicanos que no son obedientes a Bush. La nota que sigue no tiene despedicio como es el pensamiento lineal de defensa de intereses (de los de EEUU, por supuesto).

Pusilánimes

Por Mariano Grondona Especial para lanacion.com

Lo más sorprendente no es que la Cámara de Representantes haya rechazado el plan de salvataje del presidente Bush. Lo más sorprendente es que la mayoría que le votó en contra haya estado compuesta por sólo 95 representantes demócratas (40 por ciento de la bancada) y por nada menos que 133 representantes republicanos (dos tercios de la bancada). Con otras palabras: que en una hora de emergencia como ésta, al presidente Bush lo hayan derrotado los miembros de su propio partido.
Ortega y Gasset escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia". Lo cual quiere decir que la valía de los hombres ha de ser medida en relación con las circunstancias, grandes o pequeñas, que les toca vivir. Cualquiera que enfrente una pequeña circunstancia puede superarla aun cuando él mismo sea pequeño. Pero sólo los grandes pueden enfrentar las crisis, las grandes circunstancias.
Y así es como define el diccionario al "pusilánime" (del latín "pusillus", "pequeño"), al "falto de ánimo para intentar cosas grandes". Lo contrario del pusilánime es el "magnánimo", el que tiene "grandeza y elevación de ánimo".
¿Cómo llamaremos entonces a esos 133 representantes republicanos que le fallaron a su presidente en esta hora dramática? ¿Los llamaremos pusilánimes o los llamaremos magnánimos? Según nos llegan las noticias, hubo dos motivaciones preponderantes en la sorprendente votación republicana. Algunos representantes votaron en contra de Bush porque, pese a todo lo que pasa, siguen creyendo en el mercado y descreyendo del Estado. La iniciativa de Bush suponía un intervencionismo gigantesco, nunca visto, en la economía norteamericana. Fieles a su convicción conservadora, entonces, algunos representantes republicanos le votaron en contra. Quizás estén errados pero si erraron, en todo caso, fue por fidelidad a un principio. Los republicanos que votaron contra Bush por lealtad a un principio aun en medio de la peor de las crisis, tienen carácter. Son magnánimos. No es difícil imaginarlos, si las circunstancias lo exigen, muriendo por su patria.
Pero también nos dicen las noticias que otros representantes republicanos votaron contra Bush porque, conociendo su abrumadora impopularidad, vieron en la votación una dorada oportunidad para "despegarse" de él a un mes de las elecciones en que no sólo estará en juego la presidencia sino también sus bancas. Estos son los pusilánimes. Aun siendo como son, los pusilánimes son útiles en tiempos ordinarios. Que a nadie se les ocurra convocarlos, empero, cuando suene el clarín de la batalla porque ellos no creen, como Borges, que "siempre el coraje es mejor".

Parece que a la gente no le gusta este lockout


Las encuestas dicen que la opinión pública rechaza una nueva protesta de la Sociedad Rural

Capital Federal - Según se desprende de varios sondeos difundidos este lunes, la mayoría de las personas consultadas creen que el camino para avanzar en la solución de la problemática del agro debe darse por la vía del diálogo . Mientras Alfredo De Angelis nos sonríe desde la foto.

La firma CEOP hizo un trabajo de campo en el que ante la consulta qué le parece la metodología de protesta de la Sociedad Rural Argentina al no vender productos, el 89,7 % se manifestó en desacuerdo y con relación a los cortes de rutas, el 78,8 % cree que no es la forma para reclamar. Además, el 72,3 % de la muestra de opinión supone que puede haber aumentos arbitrarios de precios de los alimentos si el sector agropecuario deja de vender. CEOP recogió que el 66 % de los consultados entiende que la mejor manera de resolver los problemas es a través del diálogo y el 53,6 % está en desacuerdo con la protesta del sector. Analogías obtuvo que el 72,3 % entiende que un paro de los ruralistas perjudicaría al resto de la Sociedad en tanto que ante la pregunta qué deberían hacer los dirigentes del agro, la respuesta fue que 64,3 % dice que tiene que seguir conversando con el Gobierno. Y el 76,4 % está en desacuerdo con los cortes de las rutas y de frenar la comercialización de alimentos. Por otra parte, la empresa Ricardo Rouvier & Asociados preguntó a la Ciudadanía cuál era el nivel de acuerdo con un paro del campo, y el 63,2 % se manifestó en contra.

organizaciones por una nueva ley de radiodifusión

Organizaciones piden una nueva ley de radiodifusión

La Asociación por los Derechos Civiles (ADC), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS), el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y Poder Ciudadano, presentaron ayer un documento en donde pidieron una nueva Ley de Radiodifusión. Señalaron allí que “compartimos la certeza de que es impostergable la sanción de una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual en nuestro país que reemplace a la norma vigente sancionada durante la última dictadura militar”. Pidieron también que la nueva norma debería “establecer un marco regulatorio que favorezca la diversidad y el pluralismo informativo, y fije límites precisos a la concentración de la propiedad de medios. Del mismo modo, es necesario garantizar el acceso a las licencias sin discriminación para las organizaciones sin fines de lucro, y una regulación que garantice la independencia de los medios públicos con respecto a los gobiernos de turno”. Consideraron que “es imprescindible que se sienten las bases de una autoridad de regulación cuyo funcionamiento e integración plural garanticen la participación del conjunto de los interesados, así como la autonomía y la transparencia de sus acciones”. El documento completo se puede leer, entre otros sitios, en el de FOPEA.

El revólver de Wall Street


Nos quieren meter miedo

Por Michael Moore
Esto es lo que sucedió:La carrera presidencial puede estar todavía muy pareja en las encuestas, pero las carreras en el Congreso están señalando una victoria aplastante para los demócratas. Pocos discuten la predicción de que los republicanos van a recibir una paliza el 4 de noviembre. Hasta 30 bancas republicanas en la Cámara de Representantes se perderían en lo que sería un increíble repudio a su agenda. Los representantes del oficialismo tienen tanto miedo de perder sus bancas, que cuando apareció esta “crisis financiera” hace dos semanas, se dieron cuenta que habían entregado su única oportunidad de separarse de Bush antes de la elección, mientras hacían algo que los hiciera parecer como que estaban del lado de “la gente”.Estaba mirando ayer C-Span, una de las mejores comedias que he visto en años. Ahí estaban, un republicano después de otro que habían apoyado la guerra y hundido al país en una deuda record, que habían votado para matar cualquier regulación que hubiera mantenido a Wall Street en control —¡ahí estaban, lamentándose y defendiendo al hombrecito común!—. Uno tras otro se pararon en el micrófono de la Cámara baja y tiraron a Bush bajo el ómnibus, bajo el tren (aunque habían votado por quitarles los subsidios a los trenes también), diablos, lo hubieran tirado bajo la aguas crecientes de Lower Ninth Ward (barrio de Nueva Orleans) si hubieran podido conjurar otro huracán.Los 95 valientes demócratas que rompieron con Barney Frank y Chris Dodd era los héroes reales, igual a aquellos pocos que se pararon y votaron en contra de la guerra en octubre de 2002. Miren los comentarios de ayer de los republicanos Marcy Kaptur, Sheila Jackson Lee, y Dennis Kucinich. Dijeron la verdad. Los demócratas que votaron por el paquete lo hicieron en gran parte porque estaban temerosos de las amenazas de Wall Street, que si los ricos no recibían su dádiva, los mercados enloquecerían y entonces adiós a las pensiones que dependen de las acciones y adiós a los fondos de retiro. ¿Y adivinen qué? ¡Eso es exactamente lo que hizo Wall Street! La caída más grande de un solo día en el Dow en la historia de la Bolsa de Valores de Nueva York. Anoche los nuevos presentadores de televisión lo gritaban: ¡los estadounidenses acaban de perder 1,2 billón de dólares en la Bolsa! ¡Es el Pearl Harbour financiero! ¡Se cae el cielo! ¡Gripe aviar! Por supuesto, la gente cuerda sabe que nadie “perdió” nada ayer, que los valores suben y bajan y que esto también pasará porque lo ricos comprarán ahora que están bajos, los sostendrán, luego los venderán, y luego comprarán nuevamente cuando estén bajos. Pero por ahora, Wall Street y su brazo de propaganda (las redes y los medios que poseen) continuarán tratando de meternos miedo. Será más difícil conseguir un préstamo. Algunas personas perderán sus empleos. Una débil nación de peleles no durará mucho bajo esta tortura. ¿O sí podremos?Esto es lo que creo: el liderazgo democrático en la Cámara baja esperaba secretamente todo el tiempo que esta pésima ley fracasara. Con las propuestas de Bush hechas añicos, los demócratas sabían que entonces podían escribir su propia ley que favorece al promedio de los estadounidenses y no al 10 por ciento más rico que está esperando otro lingote de oro. De manera que la pelota está en la manos de la oposición. El revólver de Wall Street todavía le apunta a la cabeza. Antes que den el próximo paso, déjenme decirle lo que los medios silenciaron mientras se debatía esta ley:1. La ley de salvataje NO tiene provisiones para el llamado grupo de supervisión que iba a monitorear los gastos de Wall Street de los 700.000 millones;2. NO consideraba multas, sanciones o prisión para ningún ejecutivo que pudiera robar algo del dinero del pueblo;3. NO hizo nada para obligar a los bancos y a los prestamistas a reescribir las hipotecas del pueblo para evitar ejecuciones ¡Esta ley no hubiera detenido ni UNA ejecución!4. En toda la legislación NO había nada ejecutable, usando palabras como “sugerido” cuando se referían a que se le devolviera el dinero del rescate al gobierno;5. Más de 200 economistas escribieron al Congreso y dijeron que esta ley podría empeorar la “crisis financiera y causar aún MAS de una caída.Es hora que nuestro lado establezca claramente las leyes que nosotros queremos pasar.

Traducción: Celita Doyhambéhére.

fuente El Ortiba

Opinión. Por la derecha y a contramano


Por la derecha y a contramano

Por Raúl Dellatorre
Una semana atrás, Eduardo Buzzi era reelecto titular de la Federación Agraria. Hugo Biolcati asumía, al mismo tiempo, la presidencia de la Sociedad Rural. Para los protagonistas de la medida de fuerza dispuesta ayer, la Mesa de Enlace, deben haber sido hechos tremendamente más importantes que el derrumbe de bancos internacionales y el callejón sin salida en el que parece entrar la principal economía del mundo. Porque estos hechos internacionales no la detuvieron en su determinación de volver a la pelea, mientras aquellos acontecimientos domésticos, por el contrario, la llenaron de renovados bríos. La conducción cuatripartita del sector rural más concentrado se lanzó nuevamente a la pulseada con el Gobierno, aprovechando el vacío que dejan otros sectores de oposición y las debilidades del Gobierno para hacer visible una política agropecuaria pensada para “otro campo”: el de los pequeños agricultores, el de la diversificación productiva, el de las economías regionales.
Pasaron dos meses y medio, casi, desde el rechazo de las retenciones móviles en el Senado. Tiempo suficiente para que las entidades agrarias le encontraran la vuelta a un conflicto que parecía vaciado de contenido, después del triunfo a lo Pirro contra el esquema oficial de retenciones que llevaron a los productores pequeños a pagar tasas más elevadas. Tiempo que también aprovecharon para cerrar filas con sectores de la oposición pensando en 2009: Julio Cobos se convirtió casi en un referente del sector, Gabriela Michetti, en la cara “tolerable” del macrismo, ex duhaldistas y ex radicales (y sin los ex también) como buenos compañeros de ruta para andar por Buenos Aires o Santa Fe.
La perspectiva política alivió las tensiones de la interna de Federación Agraria entre Buzzi y Alfredo De Angeli. Con el primero candidateándose el año próximo en la arena política, el camino quedaría allanado para De Angeli para septiembre próximo, cuando se renueven autoridades en FAA y pueda convertirse en su presidente. Con la perspectiva de la consolidación de una alianza de centro y derecha que aglutine a toda la mesa de enlace, Llambías juega sus fichas a la provincia de Buenos Aires y les cede parte del protagonismo a Buzzi y Biolcati, confiando en que sus espaldas ideológicas estarán bien custodiadas.
La derecha urbana triunfante y los sectores rurales más concentrados se sienten cómodos marchando juntos. El discurso de confrontación de los segundos elige temas sensibles para el sector agrícola, como la sequía, pero privilegia un modelo de acumulación en el que la disputa por la apropiación de la renta es el eje principal. Hoy, con precios muy inferiores (la soja a menos de 400 dólares la tonelada) a los de seis meses atrás. Critica la participación del Estado en la formación de precios. Habla de “un nuevo modelo productivo”, eufemismo que enmascara el viejo modelo productivo agrícola basado en el libre mercado, en el que la lógica del comercio internacional y de las transnacionales que lo controlan es la que determina qué producir, cuánto y dónde.
Desde esa perspectiva, los problemas de los productores chicos, la agricultura en áreas extrapampeanas y las pequeñas explotaciones ganaderas o de cultivos regionales son una cuestión social que debe ser resuelta con asistencialismo. No es lo mismo encarar desde allí el asunto, que plantear que es un problema económico y estructural. Bajo este otro punto de vista, la intervención del Estado se vuelve fundamental para definir un modelo distinto al monocultivo, y para impedir la concentración regional en cinco o seis empresas que acopien y comercialicen la producción total, sea ésta algodón, yerba mate o caña de azúcar.
El proyecto de dotar a la Secretaría de Agricultura y Ganadería de un área de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar apunta, precisamente, a dar respuestas en ese sentido. Pero, inexplicablemente, su implementación se fue demorando. No hubo reacción o faltó decisión política para lanzar un modelo que confronta con las organizaciones tradicionales de la Mesa de Enlace, dando respuestas y abriendo espacios a ese “otro campo”, el de las necesidades reales. No se hizo. La Mesa de Enlace tomó la iniciativa. Y corrió el eje del debate a la derecha.
Fuente Página 12.

martes, 30 de septiembre de 2008

Los dirigentes rurales quieren más

un nuevo lockout patronal

Los dirigentes rurales de los diferentes distritos de la provincia de Buenos Aires volverán a la vera de la ruta el próximo viernes, luego de que la Mesa de Enlace determinara un plan de lucha contra el Gobierno nacional. Se quejan tambien de las pérdidas en los precios de las exportaciones por el impacto de las crisis financiera de Estados Unidos. Según anunciaron los dirigentes rurales de las cuatro entidades, "la inseguridad de los mercados y el incremento de los precios hizo que tomemos nuevas medidas de fuerza".A partir de las 00.00 del viernes se realizará el cese de comercial de granos, como así también, de hacienda respecto a las exportaciones, aunque aclararon que quedan exceptuados los productos perecederos. Otra de las medidas es que durante los seis de medidas de fuerza se llevarán adelante jornadas de protestas en todos los pueblos del interior, un acto en San Pedro, previsto para el 8 de octubre y la instalación de una carpa frente al Congreso. "La Comisión de Enlace permanecerá en estado de sesión permanente", concluyeron los dirigentes rurales.

¿qué hacemos con el tio sam?


las encrucijadas del progresismo

CHACHO ALVAREZ Y CHANTAL MOUFFE
EN UN DEBATE
SOBRE EL ESCENARIO SUDAMERICANO

En un encuentro organizado por el Cepes, políticos y politólogos analizaron los logros y las limitaciones de los nuevos gobiernos de la región. La deuda de revertir la desigualdad social y la necesidad de reformular el centroizquierda.

Por Javier Lorca
“En un mundo con pocas ideas de cambios, Sudamérica es una de las regiones más vibrantes”, postuló Carlos “Chacho” Alvarez en la apertura de un encuentro de reflexión sobre los “gobiernos progresistas” de la región. Políticos y politólogos ensayaron balances y perspectivas de las experiencias nacionales desarrolladas durante los últimos cinco años. Y hubo, más acá de los contrastes y la diversidad de miradas, un diagnóstico consensuado: pese a los cambios emergentes, el núcleo duro de la desigualdad social pervive intacto.
El debate fue organizado por el Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (Cepes) y las fundaciones Friedrich Ebert y Jean Jaurés. En el Hotel Claridge, el encuentro comenzó con un panel dedicado a “2003-2008, más de un lustro de la izquierda en el gobierno”. Chacho Alvarez y la politóloga belga Chantal Mouffe abrieron la discusión, que luego continuaron Carlos Ominami, de Chile; Carlos Gaviria Díaz, de Colombia; Ana María Sanjuan, de Venezuela, y Ausberto Rodríguez Jara, de Paraguay, y Valter Pomar, de Brasil (ver aparte).
Como entrada a su análisis, Alvarez propuso evitar “la diferenciación entre gobiernos prolijos y peligrosos, reformistas y revolucionarios”, y se centró en las afinidades entre “las ocho experiencias de cambio que vive Sudamérica” –donde incluyó a Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Chile–, “procesos que tienen una raíz común en el fracaso del modelo neoliberal de los ‘90”. El ex vicepresidente desbrozó esas características comunes en siete ideas:
- La definición de nuevos proyectos nacionales.
- Como un reflujo de lo ocurrido en la década previa, cuando los ministros de Economía pautaban los pasos de los gobiernos, se produjo “un recentramiento de la política, una subordinación de la economía a la política”.
- Parte de esa reversión, en lugar del mercado volvió a posicionarse el Estado.
- “Una redistribución de los bie-nes públicos y sociales”, una ampliación de la ciudadanía y del reparto del poder.
- Se avanzó hacia “una transformación productiva” y una “diversificación de la estructura”.
- Los nuevos gobiernos buscaron “una inclusión autónoma en la globalización”.
- Amén de los proyectos nacionales, los gobiernos apostaron “por una mayor integración regional” (Mercosur y Unasur).
Junto a esas similitudes, Alvarez señaló la existencia de diferencias relacionadas con el impacto diferencial del neoliberalismo. “No es casual que en Venezuela, Bolivia o Ecuador hayan surgido liderazgos parecidos, personalistas, ante la implosión de sus sistemas de partidos. A diferencia de lo que ocurrió en Brasil, Uruguay o Chile, donde se dieron procesos de cambio con fuerte rol de los partidos.” Al de Argentina, el titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur lo consideró un caso intermedio, por la conjunción de ruptura económica y continuidad política respecto de los ’90. Como cierre, destacó que los ocho países analizados reúnen tres deudas: “una mejor democracia, con instituciones más densas”; “un desarrollo más sostenido”, y “superar la desigualdad social mediante la distribución de la riqueza”. “Nunca se dieron estos tres órdenes en forma conjunta”, concluyó.
El mal ejemplo
¿Cuál es, para los gobiernos latinoamericanos, el ejemplo a no seguir? La respuesta de Chantal Mouffe: “La experiencia desastrosa” de las socialdemocracias europeas, cuyo problema “se localiza en la idea de centroizquierda”. Para la politóloga, “la famosa idea de la Tercera Vía fue presentada como la modernización de la socialdemocracia y, en realidad, fue la liquidación de la socialdemocracia”. Por esa vía, socialistas y comunistas aceptaron la premisa de “pensar más allá de izquierdas y derechas” y así se encontraron más al centro. Como aspecto positivo, esto implicó “el abandono de la idea de que los proyectos de izquierda debían significar un modelo revolucionario jacobino” y abrió un reconocimiento del pluralismo. “El problema es que se pasó de un modelo de amigo-enemigo, donde era necesario destruir para construir, a un modelo liberal, donde el oponente es concebido como un competidor. No se consideran estructuras de poder, sino intereses en competición.”
Como consecuencia de ese trueque, el centroizquierda dejó de apuntar a transformar las relaciones de poder y pasó “a imaginar que el terreno creado por el neoliberalismo no tiene alternativas”. El resultado es “una situación pospolítica”, porque “no se reconoce la dimensión del antagonismo, que es constitutiva de lo político”, dijo, retomando la tesis desarrollada en su libro En torno de lo político. El alto abstencionismo electoral de la ciudadanía sería un síntoma de esa pospolítica y una advertencia sobre la movilización que podrían convocar los populismos de derecha.
La propuesta que planteó Mou-ffe radica en “una democracia agonista”, que reconozca “la naturaleza hegemónica del orden social, no hay orden neutral, siempre hay alternativas y siempre hay estructuras de relaciones de poder”. Desde esa perspectiva, “no hay consenso posible entre proyectos antagónicos”, siempre hay uno que se impone sobre otros. El agonismo de Mouffe esquiva por igual la disyuntiva entre enemigos y entre competidores apelando a la noción de adversarios: “Los adversarios reconocen la legitimidad de las demandas del oponente. Luchan por imponerse a través de procedimientos e instituciones democráticas aceptadas por los adversarios. Hay un consenso conflictual, porque son parte de un espacio simbólico común”. El corolario dirigido a las experiencias latinoamericanas: “Para ser exitosa, una política requiere la creación de un bloque hegemónico. Para la izquierda, es necesario suscitar la adhesión de sectores cada vez más importantes de la sociedad. Es necesario construir un nosotros que no puede ser nunca absolutamente inclusivo: siempre tiene que haber un ellos”.

fuente: Página 12

homenaje al gordo Cooke a 40 años de su muerte


Al Dr. John William Cooke
Buenos Aires
Por la presente autorizo al compañero doctor Don John William Cooke, actualmente preso por cumplir con su deber de peronista, para que asuma mi representación en todo acto o acción política. En este concepto su decisión será mi decisión y su palabra la mía.
En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir a la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías.
En caso de fallecimiento, delego en el doctor don John William Cooke el mando del movimiento.
En Caracas, a 2 días de noviembre de 1956.Juan Perón.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Moor sostiene que se está cometiendo el mayor robo de la historia


Con una carta abierta, Michael Moore denuncia "un golpe" detrás del plan de salvataje

En el mensaje, que fue subido hoy a su página web, el documentalista afirma que se está cometiendo el mayor robo de la historia de los Estados Unidos. Denuncia que, antes de dejar la Casa Blanca, Bush y sus allegados están saqueando cada dólar que pueden del Tesoro norteamericano.
El documentalista Michael Moore, que en los últimos años no ha ahorrado críticas contra George W. Bush, publicó hoy en su página web una carta sobre la crisis financiera que atraviesa los Estados Unidos en la que denuncia que el plan de salvataje acordado ayer en el Congreso constituye un verdadero "golpe" para saquear el Tesoro norteamericano. Moore dice que aunque en esta oportunidad no se estén usando armas, están tomando de rehenes a 300 millones de personas, en referencia a la población estadounidense. Y advierte que pese a lo que digan, o a las palabras atemorizadoras que utilicen, su único objetivo es mantener y acrecentar su fortuna. El cineasta afirma que lo más grave de toda la situación en torno a la crisis, es que nadie sabe realmente de qué se trata ni cuán profunda es. "Si hasta el secretario de Tesoro Paulson admitió que no sabe cuánta plata se necesita (¡se le cruzó por la cabeza la cifra de US$ 700 mil millones!)". Con ironía, Moore dice que pese a los mensajes que buscan generar pánico y que vaticinan que el fin está cerca, "nada en el plan de rescate hará que baje el precio del combustible que le tenés que poner a tu auto. Nada te va a proteger de perder tu casa. Ni te dará seguro de salud".

Julián nos cuenta porque no hay suicidios de banqueros

COLAPSO FINANCIERO Y GUERRA FALLIDA


Por: Julián Licastro


Los extremos se tocan

Entre los hechos sorprendentes que nos ha tocado presenciar en su mismo escenario político, durante nuestra estadía en Washington, se encuentra sin duda el actual colapso financiero de Wall Street, cuyo máximo símbolo, las “Torres Gemelas”, fuera destruido en el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. Esta vez otro fundamentalismo, el del “capitalismo salvaje”, según la acertada expresión de Juan Pablo II, fue el causante de una conmoción comparable, aunque en el orden no menos cruento del desastre económico globalizado, y sus devastadoras consecuencias sobre millones de personas inocentes respecto de las decisiones irracionales que lo ocasionaron.

Esta crisis espectacular, que es la más grave desde la gran depresión iniciada en 1929, tiene una relativa contención en las operaciones de rescate realizadas por los bancos centrales, instituciones nacionales de última instancia que entonces no existían, y que fueron creadas precisamente para actuar en situaciones límites. Por eso no hay suicidios de banqueros y gerentes, sino hasta “júbilo”, según dicen los diarios, ante las medidas de rescate que les han permitido a éstos obtener ganancias extraordinarias en el juego bursátil de pérdidas históricas y recuperaciones sorpresivas por la intervención arbitraria del Estado. Al mismo tiempo que, antes de ser desplazados por los funcionarios oficiales nombrados en la emergencia por el gobierno, autoasignarse grandes honorarios y titularidades de bonos que, paradójicamente, premian y no penalizan su conducta empresaria.

Pero estos contrastes en la suerte individual de ganadores y perdedores en el arte perverso de la especulación, que castiga paralelamente al mundo de la producción y el trabajo, no es lo más significativo de esta realidad vertiginosa, sino el trastocamiento absoluto del sentido y la finalidad del rescate estatista intentado por la Reserva Federal. Este rescate está dirigido a favorecer no sólo a grandes bancos privados, sino a instituciones financieras no bancarias; empleando toda una gama de medidas, procedimientos y fondos de utilización inédita en casos de quiebras y bancarrotas. En síntesis: la “nacionalización” y “estatización” de los gigantes financieros colapsados, utilizando masivamente dinero público de los ciudadanos contribuyentes, implica un socialismo al revés donde la seguridad y los beneficios son privatizados, y el riesgo y los costos son colectivizados [Nouriel Roubini – Prof. New York University].

Este obvio contrasentido, encabezado por el llamado “fundamentalismo de mercado”, que llevó a cabo la más agresiva campaña por el libre comercio, la privatización de las empresas públicas y la desregulación económica indiscriminada, dió paso a la circulación de todo tipo de ironías por parte de analistas y comunicadores estadounidenses. En este tono, se habla de “los camaradas Bush, Paulson y Bernanke” creadores del “socialismo siglo XXI” y de la “República Socialista de los Estados Unidos de América” [William Buiter].

El tema en rigor es más dramático. Los costos mínimos del rescate de quienes concentran la mayor riqueza del país, ha sido calculado inicialmente en 2.000 dólares por persona que paga impuestos, o 10.000 dólares por familia norteamericana; aunque aún no se hayan hecho proyecciones de lo que implicará como impacto negativo, vía recesión y sus secuelas, en otros países y continentes. Es el resultado, como se advierte, de un extremo ideológico que puede acudir, en su propia ayuda, a medidas y modelos de su polo opuesto [capitalismo - comunismo].


Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago

Esta operación de rescate y estatización, considerada por los expertos como la mayor de la historia, presenta igualmente otros rasgos paradójicos, pero de distinto signo. Es el caso de las presiones sobre el Departamento del Tesoro de EE.UU., para que se hiciera cargo de las firmas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, ejercidas por tenedores extranjeros de títulos de deuda, como China con 376.000 millones de dólares, y Rusia con 75.000 millones de dólares, además de Japón con 225.000 millones de dólares. Cifras muy importantes que nos dicen de una globalización financiera que no sólo sobrepasa cualquier barrera ideológica, si la hubiere, sino también cualquier cálculo de interés geopolítico.

Esta quizás sea la primera vez que los bancos centrales extranjeros usaron su poder como acreedores, para hacer que el gobierno federal de la superpotencia militar adoptara medidas que protegieran intereses externos [Brad Stetser, experto en geoeconomía del Consejo de Relaciones Exteriores con sede en Washington]. Hecho singular que, en nuestra interpretación, relaciona directamente la economía y la estrategia, y puede develar la naturaleza del “poder detrás del trono” en un país que siempre alega su liderazgo de la democracia en todo el mundo.

El telón de fondo de esta gran crisis, donde sólo deciden realmente quienes detentan poder, ha sido -como en las realidades más acotadas de nuestros propios países dependientes- un coro mediático de ocultamiento del desastre hasta último momento. Baste decir que por meses no se habló aquí de recesión, sino de “crecimiento lento” [Bush], y hasta el candidato republicano, en el momento inicial del rescate, afirmó que “los elementos esenciales de la economía de este país son fuertes” [Mc Cain].

Es lo que confiere a los hechos ahora revelados el carácter de “escándalo” y, según algunos comentarios, el de “estafa”, por el encubrimiento de datos claves para procesar las decisiones económicas del cúmulo de ahorristas, pensionistas y pequeños inversores, todos los cuales fueron burlados en su buena fe respecto del actual régimen económico. La situación se agrava porque el FBI, con su departamento de inteligencia económica, se encuentra investigando la comisión de posible fraude por, al menos, cuatro de las grandes empresas en cuestión.

Mientras, de otro lado, crecen las dudas en muchos legisladores oficialistas y opositores por el debate parlamentario sobre los 700.000 millones de dólares pedidos por el Presidente para paliar la crisis. Estos legisladores, siguiendo la opinión popular y sus encuestas, no vislumbran detrás de esta cifra enorme la existencia de un verdadero plan de recuperación económica del país, y mucho menos un auxilio concreto para la gente común que ha perdido sus casas, sus empleos y sus pensiones.

Por lo tanto está en plena discusión el cuánto, el cómo y el quién de este salvataje; ya que de cumplirse exactamente lo solicitado en la comunicación al Congreso, la acumulación de recursos para la decisión de una sóla persona –el Presidente Bush, asistido por el Secretario del Tesoro Paulson- sería la más grande de la historia mundial de la economía y las finanzas. Por lo demás, el mandatario, en su mensaje televisado a la nación, práctica poco frecuente aquí, urgió la aprobación del texto enviado so pena de producir “pánico financiero” y una “catástrofe económica”; lo que equivale a admitir de golpe, y sin autocrítica alguna, un rumbo económico tan prolongado como errado.


No convertibilidad del dólar y especulación financiera

En efecto, los economistas consultados atribuyen el inicio de la especulación desbordada a los últimos tiempos de la Administración Reagan, donde se aplicó la desregulación de la actividad bancaria comercial, y se permitió el funcionamiento de hecho, como si fueran bancos, de agencias de corretaje bursátil e inmobiliario. Estas empresas irresponsables, sin el tradicional control estatal de su actividad, potenciaron el mercado de reventa de hipotecas y de otros valores con fines especulativos, “creando” una masa de dinero no sostenida en los bienes de la economía real [la “burbuja financiera”].

Haciendo un poco de historia sucede que, desde la década del 70 - luego que Charles de Gaulle exigiera la conversión en oro de los dólares–billete de la reserva de Francia, y la posterior “no convertibilidad” dictada por Nixon - EE.UU. había disfrutado de la emisión discrecional de su papel moneda, que era a la vez la divisa internacional del comercio mundial y del atesoramiento bancario; desplazando progresivamente a la libra esterlina con la cual se había construido el viejo imperio británico.

La década del 80 registró ya los primeros defasajes de esta referencia monetaria asimétrica, que privilegiaba al nuevo imperio norteamericano, y de allí las crisis de la OPEP y su masa de “petrodólares”; elevando el precio de los hidrocarburos como referencia más real del intercambio económico. Esta situación que aún subsiste, aunque aprovechada por las corporaciones petroleras transnacionales, tiene sin embargo un nuevo referente en la visionaria creación del euro, que dió lugar a la mayor operación de reconversión monetaria de la que se tiene memoria.

Este es uno de los límites actuales de la economía a escala global, junto con el paralelo florecimiento de espacios regionales integrados de producción y comercio, que evitará que esta vez la red de países pequeños y medianos –como el nuestro- pague directamente, y en forma multiplicada, la crisis del sistema central. Es el sentido de aquella frase que decía que un resfrío en Wall Street era una neumonía en la periferia del régimen capitalista.

La desregulación económica como problema y falsa solución

Lo insólito es que hoy mismo, según se ve, al problema producido por la desregulación de los grandes grupos financieros se lo pretenda solucionar con una ley que consagra una desregulación aún más drástica, desde que el Departamento del Tesoro puede comprar cualquier empresa, en cualquier condición y a cualquier precio, con el argumento de evitar un derrumbe total del sistema nacional y el consecuente caos global.

Si hay algo que no parece aquí por ningún lado es la tan mentada “ortodoxia económica”, que en realidad actuó por décadas como discurso teórico justificador del poder liso y llano de los centros financieros y comerciales dominantes, beneficiados por la red de influencias y condicionamientos impuesta por la articulación imperial de los espacios económicos, especialmente en los países subdesarrollados. Estos países, con gran parte de su dirigencia política y empresarial cooptada por “organismos internacionales” supuestamente técnicos e independientes, recibieron las enseñanzas al revés de la factibilidad de un desarrollo propio y autosostenido, que en realidad debería haber respondido a la necesidad de inclusión social, integración territorial y unión regional.

En consecuencia, los proyectos exitosos que permitieron la emergencia de estados importantes del llamado “tercer mundo” como China e India, lo hicieron a partir de la “heterodoxia”, por denominar así a las tendencias soberanas dirigidas a alcanzar la máxima autonomía posible en los objetivos y metas del desenvolvimiento económico, y la utilización más adecuada de los recursos naturales e históricos de cada pueblo. Para una simple muestra del destino final de instituciones como Merrill Lynch o la centenaria Lehman Brothers, que se cansaron de emitir informes negativos y pesimistas sobre el “riesgo país” de la Argentina, digamos que están en quiebra o fueron vendidas al mejor postor, dentro del pragmatismo oportunista del capitalismo global [Carlos Benítez].

Ni Argentina ni Brasil -dueño de una de las economías de mayor volúmen mundial- han sido consultados respecto de estas decisiones macroeconómicas que tendrán que resignarse a sufrir, sin participar ni siquiera de un debate de ideas e iniciativas. Y no lo serán hasta que, vía la unión de los países suramericanos, en un proceso creciente de regionalización en ésta y en otras partes del globo, salgan de la marginalidad estratégica que los condena, de modo simultáneo, en el plano diplomático y económico.


El Pentágono y la “sucesión apostólica”

En este sentido, es interesante y esclarecedor observar la estructura y los mecanismos de decisión utilizados en el intento de resolver una crisis tan grave según los grandes intereses corporativos*, que exceden el manejo de los partidos políticos de este país, hoy en plena campaña electoral presidencial. Campaña que ahora aparece devaluada, ante el peso de las medidas económicas que está tomando precipitadamente un grupo de dirigentes al final de su mandato, pero que ejercen, con la anuencia del Pentágono, lo que algunos autores llaman “la sucesión apostólica” [James Carroll].

Según esta sucesión corporativa, establecida en el corazón de la más alta concentración de poder económico y militar, antes que el pueblo vote para refrendar públicamente lo decidido a puertas cerradas, se determinan los futuros programas y equipos de gobierno. Es decir: la selección corporativa condiciona por adelantado la elección partidista, cualquiera sea el resultado el día del comicio.

Este es, sin duda alguna, el mismo grupo selecto que declaró en Irak la “guerra del petróleo” [Alan Greenspan], utilizando presupuestos de defensa con cifras históricas, y reportando a la vez ganancias sin precedentes a las corporaciones transnacionales de este sector hegemónico. Queda abierta, entonces, una reflexión profunda que pueda vincular a los responsables directos o indirectos de la crisis financiera en curso, con la estrategia fallida de una guerra que están pagando los pueblos, con sangre o con el dinero de su bolsillo, pero que como hecho histórico, debe aceptarse, no tiene ninguna gloria ni destino.


* El actual Secretario del Tesoro H. Paulson es un conocido millonario del círculo financiero estadounidense y presidente de la importante firma bancaria Goldman Sachs hasta el 2006. Según la prensa de Washington, Paulson insistió hasta unos días antes del colapso que el sistema financiero “andaba bien” y que cualquier problema se resolvería “a su tiempo”.

Sobre Rucci. Pedido de publicación de Jorge Rulli



La Argentina continúa siendo felizmente imprevisible. Un país difícil de controlar, un país en que siempre salta la liebre por donde menos uno se lo espera. Todo el edificio del progresismo que gobierna, ha sido construido trabajosamente a lo largo de muchísimos años y ha teñido con su pensamiento y sus políticas de derechos humanos transformados en ideología, todo el espacio del pensamiento, de la cultura y en especial de la política. Lamentablemente para ellos, tiene en su base algunos puntos débiles. Y uno de esos puntos que ponen a temblar a todo el edificio es el asesinato de Rucci, el 25 de septiembre de 1973. José Ignacio Rucci era el Secretario General de la CGT y funcionaba como el sostén de Perón, su hombre de mayor confianza, aquel en que el líder confiaba plenamente y en quien depositaba los proyectos de futuro. Lo asesinaron tan solo dos días después de una elección única en la historia, en que la formula Perón Perón había sido plebiscitada, por más del 65% de los votos. Su muerte afectó profundamente a Perón y aceleró su muerte. Le tronchó las piernas tal como el mismo Perón expresó de manera conmovedora. Hacia pocas semanas que el golpe de Pinochet había terminado con el Gobierno de Allende en el vecino Chile e instaurado una dictadura feroz, cuyas consecuencias marcan todavía la vida del país hermano. Nadie podía ignorar cuáles eran, en esos momentos, los riesgos que corría la Argentina, tampoco nadie podía presumir que podíamos debatir impunemente mediante crímenes como el de Rucci, en los marcos aceptados de la democracia, del gobierno, y desde un Estado, que los propios asesinos compartían. Tal vez por eso jamás reconocieron públicamente su autoría, aunque las pruebas fehacientes y la memoria de aquellos días y el cúmulo de los propios reconocimientos en sordina, no dejan lugar a dudas, de quienes fueron los autores. No obstante, son muchos los que han conspirado para que la Argentina olvide a Rucci y el gremio metalúrgico no ha sido ajeno a ciertas complicidades con los autores del magnicidio, hecho trágico que sin lugar a dudas facilitó el camino hacia el golpe militar del 76. En los años últimos se llegó al extremo de afirmar en el propio seno de la CGT y con desparpajo, que los autores fueron de la CIA, y desde la Secretaría de DDHH de la Nación se les pagó la indemnización a los familiares de Rucci, sugiriendo la sorprendente teoría de que la muerte fue realizada desde el Estado mismo, por la triple A de José López Rega. En verdad, ha sido todo ello, no solo una farsa, sino un agravio a la inteligencia y a la memoria de los argentinos. No dudo que la muerte aquella se ejercitó desde el Estado, varios gobiernos provinciales y hasta la Universidad de Buenos Aires pueden haber ejercido como bases y respaldo para el desarrollo de una operación criminal que liquidó la columna central de aquel gobierno y de aquel proceso nacional.

Hechos circunstanciales, ciertas torpezas política, así como el fracaso notorio de ciertas políticas setentistas, en los últimos tiempos, han posibilitado que aquel crimen ahora se reinstale en los medios, en la Cámara de Diputados y en estrados judiciales, probando una vez más que la historia contemporánea no está cerrada, que el pasado reivindica su propia justicia y que el proceso de la Revolución Nacional interrumpida no corre precisamente por andariveles cartesianos. Soy plenamente conciente que, buena parte de una generación que hoy está en los cincuenta años o poco más, y que participa del poder político y económico, abrazó en los años setenta paradigmas y conceptos revolucionarios que fueron en aquellos años una modalidad bastante generalizada de pensamiento, que esos paradigmas los condujeron a aceptar encuadramientos y políticas, a veces aberrantes, y que hoy rechazarían absolutamente, pero que, en aquel entonces los llevaron a exaltar sentimientos y certezas incapaces de advertir matices. Todo se supeditaba a una despiadada lucha por el poder y las consecuencias fueron funestas. Hoy, treinta y cinco años después no solo sería fácil decir que aquel final era previsible, sino que además, no costaría demasiado aceptar que buena parte de aquellos paradigmas y de aquellos conceptos han perdido vigencia y tanto el mundo como los propios descendientes de aquella generación de los años cincuenta, tienen otras visiones y otros cultos.

Buena parte de aquellas cosmovisiones que enamoraron multitudes se cayeron con el muro de Berlín y con el marxismo de mercado. El mundo ha cambiado, y suele resultar difícil comprender las nuevas luchas desde las miradas congeladas de aquellos tiempos. De allí esta persistente demanda para adecuar los pensamientos a los nuevos tiempos. Pero ello requiere revisar aquellos años y comprender que las consecuencia de aquellos desvaríos no fueron una derrota sino que fueron un fracasó. Es que hacer la diferencia entre derrota y fracaso en relación a los años setenta, no es algo accesorio. Son precisamente muchos de aquellos, los más empecinados en rechazar la idea de fracaso y en persistir en un pensamiento fuertemente estructurado, los que han acompañado las políticas neoliberales y privatizadoras, muchos también han ayudado a construir un tinglado ideológico setentista tardío, que como una rémora acompaña las actuales políticas amigables con las corporaciones y desde las que, acostumbran a demonizar al campo como la nueva derecha, cuando en realidad no hacen sino repetir, aunque de otra manera, los viejos errores y los gestos que los llevaron a coaligarse con Lorenzo Miguel y asesinar a Rucci. En estos días demasiados escribientes del poder que defienden sus pequeños privilegios, han instalado debates sobre la propia personalidad de Rucci y sus responsabilidades, como si poder probar sus vinculaciones con ciertos excesos de violencia de la época, o el que algunos delirantes vistieran camisas negras en su entierro, pudieran justificar el magnicidio. Nuevamente pretenden que veamos la superficie de las cosas y que evitemos reflexionar como seres adultos. No se trata tan solo de quien fuera la víctima, sino de que se reconozca la responsabilidad y el crimen de ejecutarlo en medio de una democracia y cuando se ejercían miles de altos cargos funcionariales en el Estado, y sobretodo se trata de tener en cuenta, las enormes consecuencias que ese crimen desató. El golpe militar del año 76, fue la consecuencia no solo de la muerte de Perón y de la debilidad del gobierno que lo continuó, sino también, de los desvaríos y de las aberraciones que se cometieron y que continúan impunes.

Soy consciente que los problemas que estoy abordando y los desafíos que expongo, no son fáciles de enfrentar. Tampoco lo han sido para mí, que fui un protagonista activo en aquellos años. Pero estoy convencido que si no asumimos la muerte de Rucci como lo que fue, un crimen atroz que cambió el rumbo de la historia y condenó al proceso popular, un crimen absolutamente contrarevolucionario que es origen de este engendro en que cierto antiperonismo visceral hable hoy lenguajes extraños travestido de peronismo, es difícil que podamos recuperar una mirada histórica que nos permita enfrentar los dificilísimos problemas con que a poco tiempo nos enfrentaremos. Estamos en medio de una crisis global como no se recordaba otra desde los años treinta, y como condenados al fracaso, permanecemos impasibles, ganados por la soberbia y por la estulticia, cuando deberíamos estar construyendo como en una colmena, las defensas necesarias para que la debacle que, inexorablemente llegará a nosotros, no nos arrastre. Un país que depende absolutamente de insumos externos, que depende de la exportación masiva de commodities, un país que ha despoblado el territorio y que ha concentrado sus poblaciones en enormes ciudades donde la principal subsistencia de las mayorías son los planes asistenciales, es un país que inexorablemente sufrirá los impactos de la crisis sin atenuantes y sin defensa alguna. Si no podemos asumir y resolver el pasado inmediato, menos podremos resolver nuestro presente.
Jorge Eduardo Rulli

¿El 70 % de los votos...alcanzan?

Ganó Ecuador

El texto no se queda solamente en los derechos políticos, económicos y sociales, sino que le dedica largos párrafos a la filosofía ancestral del sumak kawsay (el buen vivir), los derechos de la Pachamama y de los más desprotegidos o marginados, los ancianos, embarazadas, niños, discapacitados, enfermos, desplazados y presos.

En sus 444 artículos equipara la Justicia indígena con la ordinaria, establece la unión civil entre dos personas sin importar su sexo, declara la imprescriptibilidad de los delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad, garantiza por primera vez la gratuidad de la salud y la educación, y recupera el rol regulador y planificador del Estado en la economía. Para los movimientos indígenas es un primer paso hacia la verdadera revolución; para la derecha es la revolución.

Una de las nuevas prerrogativas presidenciales es el control de la política monetaria. El Banco Central pierde su autonomía y se convierte en un mero gestor de las decisiones del Ejecutivo. “En seis meses la economía ecuatoriana va a estar desdolarizada”, alertó a este diario el ex diputado del Partido Social Cristiano Luis Fernando Torres. El dirigente es un hombre cercano al alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, el enemigo número uno del nuevo texto constitucional.

Como Nebot, Torres no cree en las promesas del presidente de mantener la moneda norteamericana. La nueva Carta Magna, advirtió, no menciona el dólar. Pero tampoco lo hace la actual. De hecho la vieja Constitución establece al sucre como la moneda nacional, aunque el gobierno neoliberal de Jamil Mahuad dolarizó la economía en el año 2000, por consejo de Domingo Cavallo.

“La Constitución estadounidense tampoco menciona al dólar. Igual no tienen nada de qué preocuparse; vamos a mantener la dolarización”, aclaró a PáginaI12 el ministro de Seguridad Interior y Exterior, Gustavo Larrea, minutos después de acompañar a Correa a votar. El hombre de confianza del presidente también negó que se le diera más poder al Ejecutivo. “Por el contrario, lo limita. Buscamos un equilibrio de poderes”, aseguró. A partir de ahora, explicó, la Asamblea Nacional podrá destituir a los ministros nacionales e, inclusive, al propio presidente.

Pero mientras eso ya se cumplía en la práctica, el cambio sustancial es que el presidente también podrá disolver la Asamblea Nacional. Tendrá el poder de hacerlo una vez en su mandato y sólo si logra convencer a la Corte Constitucional de que los diputados se arrogaron competencias que no le correspondían o bloquearon sistemáticamente su Plan Nacional de Desarrollo –el programa que a partir de ahora debe redactar cada presidente para marcar el rumbo de la economía–. Si lo consigue, deberá convocar elecciones anticipadas, presidenciales y legislativas, en un plazo de tres meses.

Lo que realmente desvela al establishment guayaquileño son los cambios económicos. “El Estado se reserva el derecho de administrar, regular, controlar y gestionar los sectores estratégicos”, dice el texto. A continuación enumera los sectores: la energía en todas sus formas, telecomunicaciones, recursos naturales no renovables, transporte, refinación de hidrocarburos, biodiversidad, patrimonio genético, espectro radioeléctrico, agua y los que más adelante se definan por ley.

La oposición ya quiso sembrar el miedo y habló de nacionalizaciones y expropiaciones masivas. Sin embargo, según el ministro Larrea, el objetivo no es ese. “Queremos empresas mixtas en las que el Estado tenga 51 por ciento de las acciones”, explicó.

Los constituyentes también escondieron algunos incisos de avanzada. Por ejemplo, los ecuatorianos que adeudan pensiones alimenticias, fueron condenados por corrupción o tienen contratos con el Estado no podrán ser candidatos a ningún cargo público. Asimismo, inmediatamente después de terminada su gestión, los ministros nacionales no podrán ser parte de directorios de empresas privadas o representarlas de ninguna manera. La Carta Magna también prohíbe la estatización de cualquier tipo de deuda privada, la creación de latifundios y la pena de muerte.

Página/12

domingo, 28 de septiembre de 2008

Rucci: El debate recomienza. Opiniones

Criados en la tragedia

Mi abuela era peronista y todos presumían que ese discurso de Perón podía ser el último. Ella no se lo quería perder y me llevó porque, supongo, no tenía con quién dejarme. Ella estaba entre los que se quedaron. Había estado en la Resistencia, era trabajadora textil, los Montoneros le caían simpáticos por lo de Aramburu, pero el día que mataron a Rucci los empezó a odiar. Ese fue su límite en un tiempo sin límites.La anécdota y la licencia de la primera persona implican una toma de postura sobre la historiografía de los ’70, donde abundan los relatos que anulan cualquier rasgo de contradictoria humanidad a los protagonistas. Por eso, ahora que el crimen de Rucci vuelve a ser materia de libros, debates periodísticos e investigaciones judiciales, desde Veintitrés nos propusimos rescatar dos voces silenciadas en esta trama dolorosa.María Inés Roqué tiene derecho a la palabra. Es la hija de Julio Iván Roqué, cuyo nombre de guerra era “Lino”. Para ella, directora de cine, actualmente radicada en México, el combatiente montonero es “Papá Iván”, a quien rescató en un emotivo e íntimo documental que lleva, precisamente, ese título: “Era un tipo muy divertido. Era un maestro, educador de alma. Muy simpático y cariñoso, teníamos muchos animales y él nos enseñaba muchas cosas sobre los animales y la naturaleza”.Estando clandestino, el 26 de agosto de 1972, cuando María Inés tenía seis años, Roqué le escribió una carta a ella y a su hermano: “Les escribo por temor a no poderles explicar nunca lo que pasó conmigo, porque los dejé de ver cuando todavía me necesitaban mucho y porque no aparecí a verlos nunca más. Aunque sé perfectamente que la mamá les habrá ido explicando la verdad, prefiero dejarles mis propias palabras en el caso de que yo muera antes de que lleguen a la edad de entender bien las cosas (…) Y si me toca morir antes de haber vuelto a verlos, estén seguros que caeré con dignidad y que jamás tendrán que avergonzarse de mí (…) Un gran abrazo y muchos besos de un papá desconsolado que no los olvida nunca, pero que no se arrepiente de lo que está haciendo. Ya saben: libres o muertos, jamás esclavos. Papá Iván”.Según el libro Operativo Traviata, del periodista Ceferino Reato, el papá de María Inés fue el ejecutor de Rucci. Era un experto tirador entrenado en Cuba, marxista de origen, que llegó a Montoneros desde las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), cuando ambas organizaciones guerrilleras se fusionaron. Roqué pagó con su vida el compromiso con la política militarista de Montoneros: cuatro años después del asesinato del sindicalista, murió tiroteándose con un grupo de tareas en la localidad de Haedo, el 29 de mayo de 1977. Fue también una víctima de la tragedia.“Pregunté mucho, pero no tengo una respuesta clara al respecto”, confiesa su hija. “No leí el libro de Reato, desconozco lo que dice, así que no puedo opinar”, se sincera.-Y si abrieras las páginas del libro que relata la manera en que tu papá asesina a Rucci, ¿cómo creés que reaccionarías?-Yo puedo ser muy fría. A mí no me asusta. Hice documentales sobre combatientes y entiendo cuál es el papel del soldado y qué se juega en distintas guerras. A María Inés, la elección de su padre por la lucha armada no le resulta indiferente: “Creo que estuvo justificada en las diferencias sociales. En Argentina, como en otros países, formaba parte de un movimiento que tenía como meta revertir programas económicos fundados en la injusticia y la explotación”.Ella no tiene temor a la verdad. Cree en el derecho de las sociedades a revisar su pasado: “Es necesario. La interpretación de lo sucedido va más allá del ejercicio de la Justicia”. Y agrega: “La lucha armada era un instrumento último y necesario, cuando los canales democráticos no se respetaban”.Aníbal Rucci es el hijo de José, la víctima de Roqué. Y recuerda que a su papá lo mataron en democracia: “Suponiendo que lo mató la guerrilla, como dice el libro de Reato, que es producto de una investigación importante, hay que aclarar que Montoneros formaba parte del gobierno, desde la época de Cámpora, donde ocupaban puestos clave hasta en las gobernaciones”.“La Justicia debe actuar. Tienen que estar presos los milicos que torturaron y mataron, por supuesto, pero eso no quita que el asesinato de mi padre tenga que quedar impune. Llegado el momento, si se llegara a descubrir a los autores intelectuales y materiales, debería ser considerado un crimen de lesa humanidad”, opina.Y quiere aclarar algo importante: “Nosotros no convalidamos el accionar de la dictadura. Ellos cometieron un genocidio. Hay sectores que van a querer politizar este caso, y nosotros no queremos prestarnos a ningún sector, llámese Pando o quien sea. No se debe mezclar el crimen de mi padre con los de la dictadura, porque a mi padre, si no lo hubiesen matado en el ’73, hoy sería un desaparecido. Nadie en la familia Rucci está en contra del juzgamiento a los militares ni de que las Abuelas recuperen a sus nietos. Nosotros no pagamos con la misma moneda”. Dos hijos, dos padres muertos y una herida que no termina de cerrar. Estos son los hechos objetivos. El propio Reato, en parte responsable del ineludible debate entre “verdad histórica” y “teoría de los dos demonios”, se excusa en el prólogo de su libro y advierte, con buen tino, que hubo “un solo demonio”, el Estado terrorista, pero que los grupos guerrilleros deberían responder por sus crímenes. No hay motivos para descreer de la honestidad intelectual del planteo de Reato, aunque el copete de tapa del libro sea un vívido elogio escrito por Joaquín Morales Solá, a quien la política de derechos humanos K le disgusta por “revanchista”. Morales Solá dice, rescatando el trabajo de Reato: “Quizá sea impolítico ahora investigar el crimen de José Rucci en tiempos en que no habla de los asesinatos de la organización Montoneros”. ¿Cómo no olfatear cierto aire de indignante satisfacción en sus palabras por la confirmación de que algunas de las víctimas del genocidio argentino fueron antes victimarios?¿Cómo no ponerse en guardia cuando los que dicen querer la verdad completa la ignoraron durante tanto tiempo? Hay que decir tres cosas.1) Los montoneros cometieron errores gravísimos y crímenes injustificables.2) La versión más conocida de ellos es la fabricada por las usinas intelectuales y periodísticas del terrorismo estatal, nunca juzgadas. 3) Cuando los finalmente derrotados se proponen contar los años de la tragedia, apelan a un espíritu de epopeya que confunde verdad con reivindicación acrítica.¿Es tan difícil reconocer que lo mejor de la mejor generación de los últimos 40 años, por su desapego a los bienes materiales y por sus convicciones -donde entraba la discusión política por un país mejor- antes de ser diezmada, cometió el gravísimo pecado, ya no de la violencia, sino el de la soberbia? Los jefes montoneros sobrevivientes no lo admiten, aunque lo saben. Ellos insisten en el relato heroico porque otro los pondría en la aceptación de lo que cualquier ser humano decente intenta evitar: que los igualen con sus enemigos torturadores que violaron todas las convenciones de la guerra en lo que fue una cacería despiadada.Quizá haya llegado el tiempo de que esta historia ya no la cuenten los periodistas que aplaudieron a Bussi, ni los montoneros cazadores de utopías.En eso estamos.
Investigación: Jorge Repiso

Veintitres

Entrevista a Roberto Cirilo Perdía, jefe montonero“La fisura entre Rucci y Montoneros es innegable”Por Diego RojasRoberto Cirilo Perdía es uno de los tres comandantes montoneros que permanece con vida, junto a Fernando Vaca Narvaja y Mario Roberto Firmenich. La ofensiva por reinstalar la teoría de los dos demonios en el debate social plantea una consecuencia práctica: si esa alternativa llegara a la Justicia, Perdía podría ser sentado en el banquillo de los acusados por el crimen de José Ignacio Rucci. Sindicados como autores del hecho, sin embargo, los Montoneros nunca admitieron –como sí lo hicieron en el caso de los ajusticiamientos del general Aramburu o del dirigente sindical Augusto Timoteo Vandor– su responsabilidad. En una entrevista exclusiva con Veintitrés, Perdía revivió aquel acontecimiento.–Tres años después de su integración a Montoneros, Cámpora asume el gobierno, Perón regresa, se convierte en presidente y, días después, se produce el atentado que finaliza con la vida de Rucci.–Hubo dos hechos gravitantes que determinaron la fuerza de Montoneros y su inserción popular. Uno fue la ejecución de Aramburu. El segundo fue participar en las elecciones. En ese marco, desde el primer regreso de Perón, en noviembre de 1972, hasta su segundo regreso, en junio de 1973, la coyuntura transformó a Montoneros en la fuerza política hegemónica de la Argentina. Fueron seis meses de ímpetu y vorágine de acontecimientos. –¿La muerte de Rucci fue un factor para el retroceso de ese estado?–Perón siempre decía que los movimientos nacionales están anclados en procesos históricos más generales. A fines de los sesenta, el imperialismo está débil. Esto dura hasta el ’72, cuando Nixon separa la cotización del dólar del oro y Estados Unidos renueva su hegemonía en el mundo bajo un modelo de acumulación financiera. Llegamos a la victoria justo cuando el imperialismo recompone su situación. En abril del ’73 nos reunimos con Perón. En ese momento, Cámpora llega para ofrecerle la victoria y Perón decide que estemos presentes Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto y yo. Para Cámpora eso es signo de que nosotros mandábamos. Discutimos con Cámpora y Perón desde el gabinete hasta los jefes militares. –Luego Perón gira hacia la derecha.–En la reunión Perón traza un panorama optimista respecto a la coyuntura de Latinoamérica. Decía que con Allende hablaba todas las semanas: “Vamos a avanzar y a los gringos esta vez los paramos”. Unos meses después, en Uruguay se produce la bordaberrización; en Bolivia se consolida el gobierno de Bánzer y, por último, el 11 de septiembre se produce la muerte de Allende y el pinochetazo. En seis meses cambió el mapa del Cono Sur. Esto explica el viraje: Perón concluye que después de Allende viene él. Taiana cuenta que después del Golpe, Perón pasó dos días llorando. Su proyecto se desplomaba. Entonces se profundiza su retroceso.–Catorce días después se produce el asesinato de Rucci.–Antes pasa Ezeiza, en julio de 1973. Fue una emboscada de Osinde y López Rega equivalente al golpe de Chile. Detrás también está el imperialismo. ¿Qué hubiera pasado si Perón se encontraba con su pueblo? Eran dos millones de personas cuya mayor parte estaba identificada, no organizada, con los Montoneros. A partir de la masacre comienza la decadencia de Montoneros, su crisis en cuanto a inserción política y social y la agudización de la crisis con Perón. Sobre Rucci hay cosas que conviene destacar. El enfrentamiento con el sindicalismo estaba claro. Los protagonistas de la primera resistencia habían sido casi de manera excluyente las organizaciones sindicales. En el ’66 empieza una nueva resistencia comandada por la juventud peronista. Y se da un choque entre la primera y la segunda resistencia por áreas de influencia, mayor o menor peso interno y planteos ideológicos diferenciados. No se puede analizar a Rucci sin ese marco. En ningún momento de la historia Montoneros asumió la autoría de ese hecho. Si intervinieron o no montoneros, no lo sé. Fuimos la principal víctima en términos políticos, porque significó un ahondamiento en la fractura del movimiento popular que facilitó las condiciones para el Golpe de Estado posterior. De cualquier manera, no conozco ni un solo compañero que en estos treinta y cinco años haya dicho: “Yo participé”. Es un dato que hubiera trascendido. –Reato plantea que fue una operación planificada y realizada militarmente por la máxima conducción de Montoneros. Y plantea que Montoneros, ante el viraje de Perón, le tira un muerto para pasarle una factura.–Choca con la realidad, porque nunca fue planteado públicamente. Las balas que mataron a Rucci pudieron partir de diferentes trincheras, pero las miradas apuntaron a nosotros. En una reunión con los gobernadores, Perón nos declara la guerra. Nos asimilan con el ERP ante la opinión pública y hacia adentro del movimiento tratan de aislarnos. Una semana después en El Descamisado planteamos en un editorial que éramos todos culpables del asesinato de Rucci (lee): “Aquí son las causas lo que importa. Revisar qué provocó esa violencia y qué es lo que hay que cambiar para que se borre entre nosotros”. –En el libro de Reato, Ricardo Grassi, miembro de la redacción de El descamisado, cuenta cómo llegó Firmenich y dijo: “Fuimos nosotros”. Dice que la Conducción Nacional les pidió que elogiaran el hecho, pero no tanto.–Sobre este hecho no puedo opinar, lo desconozco.–Pero era una acción que estaba anunciada en las consignas de Montoneros: “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”.–Si vamos a fiarnos de las consignas… El otro día vi una pintada que decía: “Cobos acordate de Vandor”. En ningún momento negamos las diferencias con Rucci. Cuando nos reunimos con Lorenzo Miguel nos dice que ellos no habían planificado lo que pasó en Ezeiza. Veníamos de una campaña electoral que duró tres meses, protagonizada por millones de argentinos y no hubo ningún muerto, pese a la confrontación constante. Ezeiza para nosotros iba a ser lo mismo. Miguel dice que hubo alguna otra mano que metió sus uñas para cambiar el proceso. Rucci formaba parte de eso, dicho por el propio Lorenzo. Con Rucci estaba todo mal, pero eso no quiere decir que fuéramos nosotros los responsables del suceso.–¿Existían razones para que Montoneros hubiera ajusticiado a Rucci? –Había diferencias políticas que en ese momento no estábamos resolviendo de esa manera.–¿La militancia montonera no asumía como propio este hecho?–Seguro. Esto tiene su reflejo en variadas muestras de simpatía hacia ese hecho que se vieron en la militancia. La fisura entre Rucci y Montoneros es innegable. Pero si hubo un perjudicado político, por fuera del dolor de los familiares, fue Montoneros. –Si un montonero hubiera protagonizado el ajusticiamiento, ¿usted lo consideraría un error?–Absolutamente.–Una campaña intenta revitalizar la teoría de los dos demonios y trata de llevar este y otros hechos ante la Justicia. ¿Tiene temor de ir preso?–En la justicia se están dando las condiciones para reestablecer en los niveles más altos la teoría de los dos demonios. Este gobierno, si bien practica una justa resolución para condenar a los responsables del genocidio a nivel militar, no hace nada para develar el poder económico sobre el cual se gestó el Golpe de Estado. Al no haber revelado a ese poder económico, ese poder vuelve y esgrime esta salida. Los Kirchner no afectaron en lo más mínimo a ese sector que, en la Justicia, plantea la cuestión de los dos demonios. Y apunta a una campaña cultural para afianzar este objetivo. Lo que siento no se define por la palabra temor. La oportunidad perdida de haber juzgado a los militares y a los responsables económicos del Golpe me produce dolor. La reaparición de estos sectores se produce frente a un gobierno que se está yendo, que está perdiendo su fuerza.–Quieren sentarlo en el banquillo de los acusados como miembro de la dirección de Montoneros. –La suerte de las personas es absolutamente secundaria en el destino de los pueblos. Entonces el temor en el ámbito personal que se pueda tener ante un hecho histórico es totalmente secundario. Se quiere hacer creer que fue un enfrentamiento entre locos de un lado y de otro. Hablemos de las causas que llevaron a esos hechos.–Pero es conciente de que quieren que usted vaya preso.–Claro, eso es obvio. –Mirando su pasado como jefe montonero, ¿pesan más los arrepentimientos o las reivindicaciones de los hechos que protagonizó su organización?–Arrepentimiento es una palabra que no uso. Sí tengo muchas autocríticas. Pero no me autocritico ni me arrepiento del camino tomado. El que no reconozca error en su vida, allá él. Pero el camino que elegí me parece absolutamente legítimo.

Veintitres

Entrevista a Ceferino Reato, autor de Operación Traviata“Hay una demanda de verdad sobre los crímenes de los Montoneros”Por T.E.Ceferino Reato es autor de Operación Traviata, el libro con el que se planteó dar con la verdadera historia detrás del asesinato del dirigente sindical José Ignacio Rucci. En su tapa se destaca una elogiosa frase –a modo de breve prólogo– del columnista de La Nación Joaquín Morales Solá. En un extracto de la misma señala: “Quizá sea impolítico ahora investigar el crimen de José Rucci en tiempos en que no se habla de los asesinatos de la organización Montoneros”.El libro tuvo repercusión y venta, y es una pieza importante en el debate que se abrió por estos días sobre si los muertos que dejó el accionar guerrillero deben ser considerados crímenes de lesa humanidad. Reato responde: “No tengo una opinión formada, quiero escuchar qué dice cada sector. Algunos sostienen que no, porque no fueron crímenes cometidos por un organismo estatal. Luís Moreno Ocampo, en cambio, dice que sí, que los grupos guerrilleros pueden cometer crímenes de lesa humanidad. Hay quienes señalan que depende de cuándo se firmó el Estatuto de Roma (N. de R.: se firmó en 1998, en la Conferencia Plenipotenciaria de la ONU, donde se estableció una Corte Penal Internacional, encargada entre otros temas de los crímenes de lesa humanidad). No tengo información jurídica. Mi objetivo con el libro no es el tema judicial. No soy ni juez, ni fiscal, ni policía. La verdad es lo más importante, ese es mi objetivo”.–¿Qué implicancias políticas tiene este tema?–No es sólo un caso jurídico. En la Argentina, como en otros países, estos casos tienen un contenido político muy fuerte. Los jueces y fiscales ven cuál es el clima político para decidir. Hace un año, el clima político estaba más hegemonizado por el kirchnerismo. Ahora hay otra cuestión. En dos años el clima será distinto. Desde un punto de vista progresista, no hay que dejar este tema a la derecha antidemocrática autoritaria. La democracia, que va a cumplir 25 años, debería dar una respuesta: hay una demanda de verdad sobre los crímenes de los Montoneros o del ERP.–¿Cree que el libro hace un aporte a la reconciliación histórica?–No lo sé. Uno es un periodista, los objetivos son modestos. Y la verdad es importante. Tenemos instrumentos como el secreto de fuentes, que bien usados pueden servir mucho. Eso sí, como decía antes, hay que tener cuidado para que el develar cosas alrededor de los crímenes de la guerrilla no sea utilizado para inhibir todo lo bueno que hemos avanzado en investigar los crímenes del Estado, en juzgar a los responsables, en saber cómo fue la represión y en identificar los restos de los desaparecidos. Y completar ese paradigma con otro, que nos permita averiguar por los errores y crímenes de la guerrilla.–Usted trabajó como asesor de Esteban Caselli en la embajada argentina en el Vaticano durante el menemismo. ¿Cómo valora la prédica eclesiástica a favor de la reconciliación?–Sí, fui asesor de prensa, pero no soy un hombre de la Iglesia. Soy católico. Tengo dos divorcios, mi pertenencia es bastante limitada. Sé cómo piensa la jerarquía eclesiástica, ese es un diseño de una institución poderosa que no me alcanza a mí. Además, el libro, si tiene una virtud, es que está parado en la ausencia de intereses. La gente percibe eso, no está hecho por un sector sindical, por la familia Rucci. Es un libro histórico sobre un tema que había quedado sepultado. Y hay algo: la gente quiere saber cuáles fueron los crímenes de la guerrilla. Si los sectores progresistas son hábiles, tienen que poder satisfacer esta demanda.

Veintitres

Rucci y López
Por Horacio Verbitsky
Avanzan a buen ritmo las operaciones para deslegitimar y/o detener los juicios por los crímenes del terrorismo de Estado que desde hace muchos años impulsan los organismos defensores de los derechos humanos y que en 2008 se extendieron a todo el país con condenas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Tucumán, Córdoba, La Plata y Corrientes. En los últimos días hubo manifestaciones teóricas y prácticas de este intento regresivo. Un editorial del diario La Nación sostuvo que era insostenible la doctrina de la Corte Suprema de Justicia respecto de los crímenes de lesa humanidad. Llegó a insinuar que los jueces terminarían siendo cómplices de crímenes de lesa humanidad si no revisaran esa jurisprudencia, por la cual la persecución penal se limita al Estado y no se extiende a quienes militaron en organizaciones político-militares. En forma casi simultánea, el hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure sostuvo que las guerrillas eran organizaciones paraestatales argentino-cubanas, de modo que los delitos cometidos por sus miembros tampoco habrían prescripto. El periodista Ceferino Reato publicó el libro Operación Traviata, en el que confirma lo que hace muchos años se sabe, sobre la autoría montonera del asesinato del secretario general de la CGT José Ignacio Rucci en 1973. Sostiene que dos de las personas que participaron no fueron desaparecidas ni asesinadas después por la dictadura. Los hijos de Rucci, con el patrocinio del ex ministro duhaldista Jorge Casanovas, pidieron conocer quiénes son esas personas, que Reato no nombra. El secretario general de la CGT Hugo Moyano los apoyó, el fiscal Patricio Evers dictaminó a favor de esa pretensión y el juez Ariel Lijo dispuso reabrir la causa, incorporar el libro como prueba y citar como testigo al autor. Todo esto ocurrió en el lapso de diez días. Si identifica a los presuntos responsables, Lijo deberá decidir si puede procesarlos o los 35 años transcurridos han hecho cesar esa posibilidad. Al mismo tiempo que estas cosas ocurrían en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en La Plata la esposa y los hijos de Jorge Julio López, patrocinados por los abogados Alfredo Gascón y Hugo Wortman Jofré, en nombre de una Fundación Soporte, querellaron a los jueces del tribunal que condenó a Miguel Etchecolatz, a los fiscales y a los organismos defensores de los derechos humanos que intervinieron en representación de López, porque sabían que corría riesgos y omitieron protegerlo. Esta extraña presentación afirma que López “jamás militó ni adhirió a ninguna agrupación subversiva” y que sólo acudía a una Unidad Básica para realizar “actividades sociales y comunitarias”. En el juicio el albañil dijo que había pertenecido a Montoneros y acusó a Mario Firmenich de haberse llevado el dinero de la organización, dejando inermes a los militantes. Gascón fue abogado defensor del banquero Pablo Trusso, del juez Amílcar Vara cuando fue destituido por encubrir las desapariciones del estudiante Miguel Bru y el obrero Andrés Núñez, a manos de policías bonaerenses. Ahora defiende a la mujer policía que noviaba con uno de los tres policías asesinados en la planta transmisora de La Plata y con uno de los sospechosos del crimen. Wortman Joffré es el socio de Luis Moreno Ocampo que quedó a cargo del estudio cuando el ex fiscal asumió en el Tribunal Penal Internacional, desde el que también intenta equiparar los atentados de la guerrilla con los crímenes de lesa humanidad cometidos por los estados, prescindiendo de la fecha en que ocurrieron. Desde los juicios de Nuremberg al terminar la Segunda Guerra Mundial hasta el tratado de Roma, de 1998, la distinción era nítida. Con pocos días de diferencia a esta denuncia la Policía Federal elevó al turbio juez Arnaldo Corazza una propuesta de utilizar “técnicas de perfilación criminal” para realizar una “autopsia psicológica de López” y así conocer “su personalidad y su entorno socio-familiar, focalizando en los últimos días de su vida y sus factores de riesgo”. La propuesta, con participación de la Gendarmería, de la policía judicial de Córdoba, de un profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Policía Federal de Investigación Criminal de Alemania consiste en reunir elementos “para hacer inferencias sobre el estado mental de la persona bajo estudio” y “sospechar los motivos de su ausentismo”. Para ello estudiarían todas las declaraciones de López y entrevistarían a “familiares y a personas allegadas”. En un reportaje acerca de la reapertura de la causa Rucci el ex jefe montonero Roberto Cirilo Perdía dijo que se intentaba reimplantar “en los niveles más altos la teoría de los dos demonios” y señaló como responsable al poder económico, sector “que los Kirchner no afectaron en lo más mínimo” y cuya “reaparición se produce frente a un gobierno que se está yendo, que está perdiendo su fuerza”.
Página/12, 28/09/08

viernes, 26 de septiembre de 2008

medios y la valija

Antonini Wilson y la ex agente Telpuk comparten cartelera

Las coberturas de los diarios sobre el affaire de la valija ostentan dos núcleos: las nuevas declaraciones judiciales en Miami del venezolano Guido Antonini Wilson y el testimonio de la ex agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria que descubrió el año pasado el famoso maletín repleto de dólares, María del Luján Telpuk, ante el juez argentino Daniel Petrone. Clarín prioriza que “Antonini complicó más a Uberti y dijo que hubo coimas en Aeroparque”, y agrega que la “ex agente que descubrió la valija no sabe si pasaron otras”. En cambio, La Nación le quita hoy espacios al empresario venezolano y hace hincapié en que “Admiten que pudo haber pasado otra valija sin control”. Al respecto, Crítica indica que, “Ahora, Telpuk dice que no sabe si hubo más valijas”, y añade que Antonini Wilson “contó que Uberti le ofreció una licencia para exportar” carne. A diferencia de todos sus colegas, Página pone énfasis en confesiones de Antonini Wilson y de Telpuk que benefician la postura del Gobierno. En tanto, los dos diarios financieros priorizan acusaciones del venezolano. Ambito titula “Antonini: ‘Uberti me ofreció licencia para exportar carne’”; y El Cronista coincide en indicar que “Antonini detalló todo lo que le ofreció Uberti por su silencio”.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Rucci. Opinión de la revista La Otra

Historias para no dormir
Por Oscar A. CuervoSe están por cumplir 35 años del asesinato de Rucci y se vuelve a hablar del asunto. En estos días ha salido un libro de Ceferino Reato que cuenta la historia, Operación Traviata, que inmediatamente se ha convertido en éxito de ventas.
Ayer a la noche vi una entrevista que le hizo Gerardo Rozín al autor. No sé quién es Reato, ni qué tal será su libro, pero la charla con Rozín fue lo suficientemente interesante como para darme ganas de leerlo.
Me parece que Reato sentó algunas tesis súmamente inteligentes para meterse con la cuestión: la necesidad de no plantear este episodio de un modo maniqueo, no someterlo a una moralidad exterior a la época en la que los hechos sucedieron, comprender el valor humano de estos personajes, tanto de Rucci como de quienes lo asesinaron, hacerse cargo de la tragedia que significa para la sociedad argentina que unos y otros hayan muerto en estos enfrentamientos. Dijo Reato, refiriéndose a Rucci y a los que lo mataron, que hoy la sociedad argentina los necesitaría y que le daba mucha rabia que la violencia de nuestra historia nos haya hecho perderlos. Me parece que nunca escuché decir esto, al menos no con la serenidad con que Reato lo decía, sin instrumentar el tratamiento de un episodio tan controvertido en función de las mezquindades y los intereses subalternos que nos resultan tan habituales.
Creo que la Argentina ya está madura para pensar en esta cuestión. Hasta hace poco, cualquier discusión sobre la violencia de los 70 estaba obturada porque el Estado mantenía una comunidad jurídica y política con las doctrinas y las personas que instalaron el terrorismo estatal de los 70. Un estado que no asumía su responsabilidad jurídica en la masacre nos envolvía a todos como cómplices. La reactivación de los juicios, la derogación de las leyes y decretos de impunidad, el desmantelamiento de los campos de concentración, el pedido oficial de disculpas a las víctimas del terrorismo, la destitución de los retratos de los dictadores en edificios oficiales han sido gestos y posicionamientos de los años recientes: hasta que estas decisiones no se hubieran tomado los crímenes del estado argentino perduraban en su ejecución y todos los ciudadanos de esta república los seguíamos consintiendo. Esto no quiere decir que en la Argentina actual haya un respeto irrestricto de los derechos humanos, sino que la continuidad del estado terrorista ha cesado.
Entonces es un buen momento para discutir lo que pasó en los 70. No creo que la cosa pase por equiparar los asesinatos cometidos por las organizaciones armadas con los del estado terrorista, como si en ambos casos se tratara de crímenes de lesa humanidad (cosa que es tan común escuchar en estos días, en un remozamiento de la doctrina de los dos demonios). Me parece que el sistema jurídico debe reservarse una última diferencia para tratar de un modo distinto a quienes montan desde el estado un sistema criminal, porque es precisamente el estado el que debe velar para que se cumpla la ley y es inexcusable que se usen esos resortes del poder para vulnerarla. Por más crueles y despiadados que puedan ser los crímenes cometidos por organizaciones insurgentes, la diferencia entre una y otra cosa debe ser mantenida a rajatabla. El estado no debe poder matar en absoluto, por lo cual esos crímenes deben ser tratados como dirigidos contra el propio estado de derecho.

Dicho esto, un asesinato es un asesinato y eso fue lo que hicieron con Rucci. Lo más interesante de este caso es quién era Rucci, cuáles fueron las “razones políticas” que sostuvieron su condena a muerte. Sin conocer a fondo su historia, parece que Rucci fuera el más típico representante de la burocracia sindical y, por esto mismo, un ejemplo claro de un tipo de dirigente social generado en el seno de peronismo. No se entiende a la burocracia sindical sin comprender la historia del peronismo, así como no se puede comprender el peronismo si se prescinde de la ambivalencia inagotable de tipos como Vandor, Alonso, Rucci, Lorenzo Miguel, Oscar Rodriguez, Ubaldini, Moyano. No todos son iguales, cada uno tiene lo suyo, pero hay una matriz común: llevan el código genético del movimiento peronista y no se puede condenarlos ligeramente sin perder de vista la compleja riqueza del tipo de poder que ellos encarnan.
Que una organización armada con aspiraciones revolucionarias -como presuntamente eran los Montoneros- haya llegado a convencerse de la necesidad de matar a un sindicalista como Rucci, que hayan concebido la posibilidad de que “tirar un cadáver en la mesa de negociación” los iba a posicionar mejor frente a Perón, que esa fuera la manera de tramitar el poder -a la que ni Perón ni el resto de la dirigencia política argentina de la época podían declararse ajenos-, todo esto es uno de los nudos más difíciles de desatar para entender qué pasó, qué hicimos como sociedad.
La idea de que Perón iría a negociar cuando le “tiraran el fiambre”, un par de días después del aplastante triunfo de la fórmula Perón-Perón en las urnas (64 %), es de una torpeza política -para no hablar de la dimensión ética del crimen- que marca el grado de delirio que dominaba a la historia de esos días. Si así pensaban los que podían y querían transformar a la sociedad argentina, la cosa no podía terminar sino en una tremenda tragedia.
Reato señala una diferencia importante respecto de la política del ERP: esta organización de corte marxista-leninista adoptó una posición mucho más clara cuando el peronismo accedió al poder en el 73; se mantuvieron en la clandestinidad y siguieron operando contra la policía y el ejército, pero no contra los dirigentes políticos elegidos en las urnas. Esta sería una diferencia muy neta con la política militar montonera, mucho más ambigua, pugnando a la vez por ocupar espacios de poder en el estado y ejerciendo la violencia contra los “enemigos internos” del movimiento peronista. No sé si hay documentos que avalen esta tesis de Reato, pero lo que él dice resulta verosímil. ¿Hubo operaciones del ERP contra dirigentes políticos del gobierno civil?
El asunto es que los Montoneros creían posible tomar el poder matando a tipos como Rucci, sin ser capaces de establecer un matiz diferencial entre un burócrata sindical y el aparato asesino de la Triple A o un dictador como Aramburu. Esto que digo tampoco pretende justificar el asesinato de Aramburu, pero sí diferenciar el rol político que cada uno de ellos tuvo en la historia, para captar la lógica que puede haber llevado a los Montoneros a la conclusión de que tenían que matar a Rucci.
Reato cuenta un episodio interesante: cuando Perón se entera del asesinato de Rucci, su primera reacción fue convocar a algunos dirigentes cercanos a la JP (Reato nombra a Nilda Garré entre ellos) para mandarles un mensaje a los Montoneros: que ellos salieran a desmentir la autoría del hecho. Perón tenía esperanzas de que no hubieran sido los Montos sino el ERP los que mataron a Rucci. Garré y otra persona fueron a llevar el mensaje a la dirigencia montonera, a lo que ellos respondieron: “no podemos salir a desmentir nuestra autoría, por razones obvias”.
Así como los Montos creían posible que Perón negociara ante esta “demostración de fuerza”, Perón guardaba una esperanza de que ellos no hubieran sido capaces de matar al líder de la CGT. Entre personas no precisamente ingenuas, este desencuentro aparece hoy bajo una luz patética.
Voy a leer el libro de Reato.
Publicado por Oscar Cuervo