A veces uno se olvida pero sucedieron cosas absurdas en nuestro país, como los mentores de la mano dura que suele aparecer con cierta popularidad, con su posverdad, de un momento a otro y así desaparecen.
Lo vimos en escena en
Marzo de 2004, con fuerte impacto emocional luego del secuestro y asesinato de su hijo Axel. El
ingeniero Juan Carlos Blumberg tomó el rol de paladín de la justicia, y encausó su dolor hacia una lucha contra el delito. Estructuró la
"Fundación Axel" y referenció el reclamo de una sociedad cansada de la violencia en las calles que se había agravado con
la crisis socioeconómica del 2002.
Con la colaboración de los medios el 1ro de abril organizó una movilización hacia el Congreso de la Nación que convocó alrededor de 150 mil personas. Logró ser recibido por la Corte Suprema, a quienes les entregó un petitorio, que también entregó en Cámara de Diputados y Senadores y convirtiéndose casi como un legislador más, supervisaba desde las gradas el conteo de votos con la llamada "Ley Blumberg", que estipulaba mayores penas para delitos tales como violación o secuestro extorsivo seguido de muerte con antecedentes.
Sin embargo, de un día para el otro, todo cambió. La ley fue considerada claramente inconstitucional por "vulnerar el principio de culpabilidad". Y por errores y torpezas, la espuma de su popularidad comenzó a bajar. La debacle final de su imagen pública fue cuando se comprobó que el título de ingeniero del cuál se jactaba era falso. Esto provocó una intensa pérdida de credibilidad, que hasta terminó su alianza con Mauricio Macri, que no quiso quedar pegado a semejante escándalo. Así se desvanecieron las posibles candidaturas, y la figura política que Blumberg poco a poco había comenzado a impulsar.
Falso como la usurpación de títulos.