La jugada fue arriesgada. El mismo Alfonsín, seis meses atrás, era casi tajante sobre la posibilidad de acordar con el ex dueño de Casa Tía. “La discusión sobre la candidatura a gobernador de Buenos Aires se va a dar dentro de la Convención de la provincia. Veo difícil que podamos llevar de candidato a De Narváez, con el que tenemos varias diferencias a nivel programático”, se diferenció en ese entonces. Una posición que en las últimas horas mutó en: “Yo no tengo prejuicios en política. Si coincidimos en la visión del país y en los programas, no veo por qué no podemos trabajar juntos.”
Los números mandan. En las encuestas nacionales los candidatos de la oposición no remontan. Macri estancado, con un techo frente a sus narices, volvió a pensar en la Ciudad. “Pino” Solanas admitió que puede volver sobre sus pasos. Cobos dijo adiós. Sanz no consigue siquiera que lo conozcan. Y Duhalde y Alberto Rodríguez Saá miran la tabla desde abajo.
Tal vez por eso Alfonsín jugó fuerte, en busca de la porción de peronismo que todo candidato no peronista quiere tener. (Tiempo Argentino)
