1) Justicia por mano propia, dicen los más osados; emoción violenta, dicen los leguleyos; homicidio en riña, dicen los que no saben. Las cosas por su nombre: homicidio agravado por alevosía y ensañamiento, dice el Código Penal. Los nombres diferentes que asume la acción llamada ahora linchamiento están vinculados, como suele ocurrir, con la idea que se tiene del mundo, de la vida, y en este caso en particular, si considera que el otro tiene vida como un semejante o es simplemente un trámite de la inoperancia judicial que hay que resolver a como dé manera y la manera es matándolo a palos. Ocurre que la palabra linchamiento no tiene espacio dentro del Código y entonces surgen las diferentes acepciones y su aplicación, ajustando lo que se cree que es realidad a la ideología, que es previa.
2) "Se los declara culpables y ahorcados". Esa fue la conclusión a la que llegó, en 1780, Charles Lynch, un coronel en la guerra de la independencia estadounidense. El granjero de Virginia puso la ley en sus manos y ordenó ejecutar a un grupo de supuestos pro británicos que se resistían a que Inglaterra perdiese su poder sobre lo que, hasta entonces, era una colonia. Su mandato de sangre, sin corte ni ley, convirtió su nombre en concepto: linchamiento, un legado que vuelve, 234 años después, a nuestro país.
3) En los barrios populares rosarinos se come gato, y en los de clase media, seres humanos, dice mi amigo Udi.