-Aumenta
la deuda en pesos y en dólares a un ritmo infernal.
-La industria no detiene la expulsión de trabajadores calificados.
-La red de protección social se debilita licuando programas.
-Se reducen las prestaciones en el sistema de cobertura a jubilados.
-Los empleos que se crean son precarios, monotributistas y en escalas salariales de medias a bajas.
-La fuga de capitales tiene niveles de intensidad máxima según registros oficiales.
-Se está ampliando la brecha de las cuentas externas con déficit creciente en el balance comercial y en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
-El desequilibrio de las cuentas públicas se acentúa con la muy fuerte suba de la carga de intereses de la deuda, parcialmente compensado con reducción de subsidios, que es la contracara de los tarifazos.
-El ingreso disponible promedio de la población ha descendido y los anuncios de próximos aumentos en las tarifas de luz, gas, agua y transporte agudizarán esa tendencia.
-Por eso el consumo privado global sigue deprimido pese a las cifras que marca el Indec en registro del PIB y de explicaciones disparatadas de funcionarios y analistas afines al macrismo acerca de su comportamiento.
-Quienes pueden eludir el marketing de confusión de la inmensa red oficial de propaganda pública y privada, que en estos días ha presentado como el inicio de un fuerte crecimiento los últimos datos del Producto cuando, en realidad, es un leve rebote estadístico respecto a la recesión autoinfligida en 2016 y con la economía siguiendo por debajo del pico de 2015, tienen una pregunta que los desvela.
-La situación económica descripta al comienzo los provoca a expresar la inmediata interpelación acerca de cuándo explota y se precipita una crisis.