17 de noviembre 1972. El fin del largo exilio de Juan Perón de 18 años de la mano de la resistencia popular.
Recuerdo que nos habíamos quedado el día anterior en la casa de un compañero de Avellaneda para comenzar la caminata hacia Ezeiza. Habían suspendido todos los transportes.
Alrededor de las 5 de la mañana salimos a la calle que la lluvia la hacía más oscura. Eramos solo 4.
A las 15 cuadras ya se conformó un grupo de medio centenar de personas. Casi sin darnos cuenta se construyó una multitud con termos, mates y banderas improvisadas, con pocos cánticos y la marcha peronista que se repetía esporádicamente.
Recuerdo esa lluvia liviana pero persistente. Los vecinos que no se sumaban a la caravana tal vez por la edad o por lo que sea nos acercaban paraguas y algo de comida para el trayecto.
El gobierno militar había decidido cerrar todos los accesos para aislar a Perón de su pueblo. Nosotros llegamos al Río Matanza y nos impidieron el paso custodiado por ejército y policía. Cada avión que cursaba el cielo lo saludábamos como si fuera el del Jefe y lo saludábamos con un grito de "Perón..Perón"..
El cerco se rompe finalmente y al otro día vamos a Gaspar Campos en Vicente López, nuevo domicilio del peronismo, pero eso ya es otra historia. Era la primera vez que veía los dos dedos en V apropiados por los compañeros. Nosotros todavía no sabíamos, no eramos conscientes que años después le pondrían ese día como homenaje a la militancia.
Había salido el sol.