![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmU0kWCNMSxZxcnIjwh7n3pC1pFXLnfKIBHFmzRjggHd_qAiLSsspGtavjr_zWaWUE4p73n3jhnMXpHaNKgpD603z8-okf2a1HbtgS9job3hgdwTGMLv-f-1dHo39dsUcrcKR_9vyOXgxw/s320/pagina.gif)
Nuestros amigos de DsD encuentran que "Los diarios ensayan autocríticas dispares":
Las diversas hipótesis que se desprendieron de la investigación policial y que fueron consignadas por los matutinos, dan paso hoy a autocríticas de distinto calibre.
La Nación, en una nota titulada “Ineficiencia y pistas que nada aportaron” carga las tintas en “la falta de eficiencia de la policía bonaerense” y, aunque sin mencionar explícitamente la cobertura de los medios, reconoce que “todo lo que se dijo desde entonces, pues, sólo los ensució” (a los Pomar).
Clarín consigna en un artículo de Martín Sassone que “ante la falta de información concreta, algunos medios contribuyeron al desconcierto con hipótesis disparatadas y absurdas, como por ejemplo que Pomar abusaba de sus hijas, que estaba relacionado con el narcotráfico o que la familia había sido abducida por extreterrestres”. Dedica otros dos artículos autocríticos: “El monstruo era un hombre común” -donde dice “lo fusilamos hace 20 días”- y “Bajo el imperio de la Noticia Deseada”, en el cual Miguel Wiñazki señala que la tragedia de los Pomar atrajo “la audacia de opinadores que opinaron sin ton ni son, pero con suficiencia científica”.
El único que reconoce sin rodeos haberse equivocado es Raúl Kollman, quien desde Página/12, en una nota titulada Las hipótesis y lo que pasó, confiesa vivir el desenlace del caso “con agobio”.
Kollman apunta que “quien escribe estas líneas siente que en ningún momento se apartó de lo que provenía de la causa judicial” y agrega: “equivocadamente, este periodista creyó que era imposible que no buscaran como corresponde a veinte metros de la ruta”.